Por Elías Amor.
¿Alguien sabe cuánto dinero se mueve en las cuentas en MLC? Incluso, ¿cuántas se han abierto y con qué saldos? ¿Cuántas transacciones se han realizado con las tarjetas de débito expedidas con cargo a estas cuentas? Nada. Absoluta oscuridad y falta de transparencia. Luego dicen que es por culpa del embargo, que no quien que se sepa cuánto dinero circula en Cuba. Sinceramente, cuesta entender que, salvo a los economistas, a alguien en Estados Unidos o en cualquier país del mundo le interesen estas cuestiones.
Haciendo un poco de historia, en septiembre de 2019 el régimen anunciaba la autorización para la apertura por las personas naturales residentes en Cuba de unas cuentas en moneda libremente convertible (MLC), necesarias para poder referir a las mismas las tarjetas con las que, posteriormente, sería posible la compra de productos y servicios en establecimientos bien abastecidos a precios de mercado.
La decisión -sin duda importante- abría un espacio para la circulación comercial de las divisas en la economía cubana junto al CUP y al CUC -que todavía funcionaba a plena legalidad, sin que se divisara en el horizonte Tarea Ordenamiento alguna-. Los bancos estatales: Banco de Crédito y Comercio (BANDEC), Banco Metropolitano (BM) y Banco Popular de Ahorro (BPA) fueron autorizados a emitir tarjetas asociadas a cuentas denominadas en divisas, fundamentalmente dólares norteamericanos. A partir del mes de octubre del pasado año el proceso fue avanzando con cierta rapidez, promovido por las autoridades en su afán por hacerse con el control de las escasas divisas que entraban en la economía.
Un año más tarde, en plena pandemia del COVID-19, las autoridades aprobaron una normativa complementaria para permitir a personas naturales no residentes en el país crear cuentas en MLC asociadas a las tarjetas magnéticas para las ventas minoristas en divisas, a lo que se añadía “la importación de productos a través de entidades autorizadas por el Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera”.
La normativa, resultado de la experiencia práctica acumulada desde 2019, incluía la Resolución 117 del 26 de marzo de 2020 del ministro de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, que establecía las regulaciones que rigen las relaciones comerciales en las operaciones de importación, para la nomenclatura de productos que se autoricen a comercializar en moneda libremente convertible, a las entidades importadoras aprobadas con las personas naturales incluidas en sus carteras de clientes.
Las entidades importadoras autorizadas por el Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera debían solicitar, para realizar sus pagos, una licencia Específica al Banco Central de Cuba para abrir cuenta bancaria en dólares estadounidenses en el Banco Financiero Internacional S.A., teniendo en cuenta las regulaciones y procedimientos vigentes sobre esta materia.
Las cuentas bancarias de las personas naturales solo se podrían operar mediante tarjetas magnéticas que, a su vez, se usarían para efectuar transacciones en dólares estadounidenses, pesos cubanos y pesos convertibles en cajeros automáticos, terminales de punto de venta y otros canales de pago.
La operatoria de las cuentas bancarias en dólares estadounidenses de las personas naturales no residentes fue la misma que para el resto, contando con efectivo de dólares estadounidenses, euros, libras esterlinas, dólares canadienses, francos suizos, pesos mexicanos, coronas danesas, coronas noruegas, coronas suecas y yenes japoneses. Desde estas cuentas bancarias se pueden realizar, además, todas las operaciones establecidas para los titulares de Tarjeta RED con cuentas bancarias en pesos cubanos y pesos convertibles.
Los analistas se han sorprendido de dos aspectos relacionados con el mecanismo de las cuentas en MLC. El primero llegó con la facilidad para abrir las cuentas. Las personas naturales podían presentarse en cualquier sucursal bancaria con su carnet de identidad y solicitar la apertura de la cuenta en MLC sin llevar dinero en efectivo, al tratarse de cuentas que se abren con saldo cero. Un trámite sencillo que se identificó con el objetivo de atraer el mayor número de clientes posibles. Se desconoce el número total de estas cuentas y el volumen de transacciones asociadas a las mismas.
A través de estas cuentas -una vez operativas- se podían recibir transferencias desde el exterior, ya sea en la modalidad bancaria o por vía de Fincimex con las remesas. Mantenía su operatoria la tarjeta AIS USD que Fincimex ofrecía a la población, e incluso se incentivó su solicitud desde el extranjero, permitiendo la posibilidad de que el remitente del exterior pudiera solicitarla en el país en que se encontrase.
Algunos bancos se diferenciaron del resto en su operatoria. En el caso de BANDEC, se ofrecía la posibilidad de que por medio de la aplicación Transfermóvil las personas solicitaran una tarjeta en MLC sin tener que presentarse en la sucursal bancaria.
La segunda sorpresa estuvo vinculada a los tiempos que debía esperar el cliente para recoger la tarjeta. En La Habana y en las cabeceras provinciales el proceso podía ocupar hasta siete días; en el resto de las localidades hasta 10. Se trataba de plazos que, en general, resultaban dilatados y excesivos, consecuencia de la falta de material plástico para confeccionar las tarjetas.
Una vez en posesión de la tarjeta de débito, la persona titular podía realizar sus compras de bienes y servicios pagando sus precios en MLC en la red de tiendas creadas para tal fin en toda la geografía nacional, pertenecientes a CIMEX y Tiendas Caribe. En las tiendas, los clientes podían acceder a productos de primera necesidad y se mantuvieron los de ferretería que ya se ofertaban con antelación. Las tarjetas emitidas por BANDEC, BM y BPA, además de las tarjetas AIS USD de Fincimex, podían dar servicio en estos establecimientos y así como en el resto de los canales electrónicos de pago disponibles en el sistema bancario.
Además, el cliente podía acudir a otro comercio -no solo al de dólares- y usar su tarjeta; también podía utilizar el cajero automático y extraer dinero, que sería entregado, al menos inicialmente, en CUC (pesos cubanos convertibles durante su vigencia) al tipo de cambio que tuviera el banco en ese momento con respecto al dólar norteamericano. Tras la entrada en vigor de la Tarea Ordenamiento, la extracción pasó a realizarse en CUP.
La eliminación a partir del lunes 20 de julio del gravamen al dólar en efectivo -una demanda muy extendida en la población- fue otra de las medidas aprobadas por el gobierno cubano. Si las personas acudían con dólares norteamericanos en efectivo a las oficinas bancarias se aplicaba un 10% de descuento a esa moneda. Por ejemplo, si llevaba 100 USD se le depositaban 90 en su cuenta.
Por otra parte, las cuentas que soportan las tarjetas en MLC podrían obtener fondos a través de tres vías. La primera y más recomendable era mediante transferencia desde el exterior, y también por la vía de remesas establecida por Fincimex. La segunda podía ser mediante una transferencia que se recibiera de otra cuenta en dólares, entre personas naturales. La tercera fue el depósito de efectivo, que realmente es la práctica más extendida, y puede ser tanto en dólar norteamericano como en otras monedas: euros, dólares canadienses, libras esterlinas y francos suizos, el peso mexicano, el yen japonés, la corona danesa, la corona noruega y la corona sueca. En total, 10 monedas que el cliente puede depositar en la cuenta, aunque las preferencias por el dólar están generalizadas.
Hasta la fecha, el régimen ha corrido un tupido velo sobre este proceso. Incluso, el ministro de Economía y Planificación ha declarado que tan pronto como se restablezca la normalidad en las divisas, las tiendas en MLC podrían ser suspendidas, entendiendo el agravio que representa su existencia para los cubanos que no tienen acceso al dólar (más del 70% de la población). Se ignoran datos esenciales para el análisis, como el número de tarjetas en MLC que circulan en la Isla, el importe de las transacciones realizadas en las tiendas y la frecuencia de uso de estos mecanismos de pago, indicadores que no se facilitan por la estadística oficial, de modo que resulta difícil realizar una evaluación de la marcha del proceso. Alguien debería tomar cartas en el asunto.
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