Por CubaNet.
El 1ro de abril de 1928, alrededor de las 11 de la noche, Ernest Miller Hemingway arribó por primera vez a La Habana, Cuba, a bordo del vapor francés Orita. Previamente, el escritor y periodista estadounidense había llegado a Cayo Hueso desde la ciudad francesa de Le Havre, un viaje de dos semanas en compañía de Pauline Pfeiffer, su segunda esposa.
La primera visita de Hemingway a Cuba supuso apenas el inicio de un “romance” que dejó una profunda huella en el escritor norteamericano, quien llegó a hacer de la Isla caribeña su hogar.
A continuación recordamos pasajes, momentos y hechos que marcaron la estancia en Cuba del Premio Nobel de Literatura.
Finca “La Vigía.”
Resulta imposible abordar la estancia de Hemingway en la isla caribeña sin hablar de la finca “La Vigía”, propiedad de 15 acres y una granja que fue adquirida por el escritor en 1940, tras un período de arrendamiento previo. Hemingway habría pagado por ella alrededor de 12 500 dólares.
Ubicada al sur de La Habana, en la localidad de San Francisco de Paula, “La Vigía” fue inicialmente un puesto de vigilancia del ejército español, hasta que en 1887 fue comprada por el arquitecto catalán Miguel Pascual.
La propiedad cuenta, entre otros espacios, con biblioteca, estudio, cuarto de trabajo, bungalow, torre y piscina. En esta última ─señalan─ Hemingway nadaba media milla siempre que terminaba de trabajar.
Finca “La Vigía” actualmente es un museo que conserva la mayoría de los bienes usado por Hemingway.
Cabe señalar que aunque en su testamento Hemingway dejó la casa y sus manuscritos a su cuarta esposa, Mary Welsh, ella solo pudo llevarse algunos objetos de valor y escritos.
Las Rutinas de Hemingway.
Varios registros que han trascendido de la época dan fe de que Hemingway se levantaba a las cinco y media de la mañana y escribía hasta el mediodía, con desayuno entremedias, casi siempre sobre las ocho de la mañana.
Luego, el escritor almorzaba y tomaba una siesta de dos horas. Alrededor de dos veces por semana, siempre en la tarde, se movía hasta El Floridita, un bar ubicado en el centro de La Habana Vieja. La histórica presencia de Hemingway en el lugar no solo ha trascendido en los registros, sino que le ha dado al lugar fama mundial.
Animales, whisky y chirimoya.
En su biografía se advierte que Hemingway fue un gran bebedor con claras preferencias por el Whisky Johnnie Walker (Etiqueta negra) y el gin Holland. Era, además, un amante de chirimoya, una de las frutas más consumidas en Cuba.
Tampoco es desconocida la predilección de Hemingway por los animales. Se estima que en sus más de dos décadas de vida en Cuba el escritor convivió en total con 52 gatos y 16 perros.
Hemingway se pesaba siete veces al día y anotaba las cifras en la pared del baño. Otras de sus raras costumbres era que en los meses pares dejaba de afeitarse y bañarse durante ocho días.
Relación con Fidel Castro.
Pese a las múltiples fotografías que muestran a Hemingway y a Fidel Castro juntos en La Habana, investigadores de la vida del escritor niegan que existiese un vínculo cercano entre ambos. Norberto Fuentes, autor del libro Hemingway en Cuba, señala que nunca hubo una amistad entre ambos personajes. De hecho, en entrevista ofrecida a la cadena CNN, Fuentes reveló que Hemingway compartió personalmente con el dictador cubano apenas 15 minutos el 15 de mayo de 1960.
Suicidio.
Aunque Ernest Hemingway no murió en Cuba, su muerte podría estar relacionado con su salida definitiva de la Isla.
Después de batallar con la depresión y de sufrir el deterioro de su salud, Hemingway se disparó a sí mismo el 2 de julio de 1961. Aunque su final podría parecer para muchos inesperado, el escritor siempre solía decirles a sus amigos que un día se suicidaría.
De esta forma, Hemingway siguió el mismo camino de su padre, quien se quitó la vida en 1928 a causa de a una enfermedad incurable.
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