jueves, 16 de marzo de 2023

Cuba, como el camaleón a 55 años de la “ofensiva revolucionaria”.

Por Alberto Méndez Castelló.



Sí. Días de malos recuerdos estos de la segunda quincena de marzo para todas aquellas familias cubanas que perdieron sus pequeños negocios durante la llamada “ofensiva revolucionaria”. Si ahora, y como resultado de una crisis de la que no se avizora el final, el Partido Comunista de Cuba (PCC), con Miguel Díaz-Canel al frente, pretende estimular el trabajo por cuenta propia con un discurso persuasivo y garante para crear pequeñas y medianas empresas privadas con capital familiar y de asociados, hace 55 años las palabras contra los ahora llamados “emprendedores” eran amenazadoramente agresivas y terminarían convirtiéndose en hechos expropiatorios.

Tomando como pretexto el onceno aniversario del asalto al palacio presidencial, en la escalinata de la Universidad de la Habana, el 13 de marzo de 1968 Fidel Castro pronunció un largo discurso donde expuso el resultado de investigaciones realizadas por integrantes del PCC sobre el trabajo por cuenta propia en todo el país, mencionando particularidades de esos gremios en La Habana, donde, según dijo, había 955 bares “ganando dinero a troche y moche”, y con mala conducta, pues, según las indagaciones del PCC y los Comité de Defensa de la Revolución (CDR), el 72% de los propietarios de esos establecimientos mantenían una actitud “contraria a nuestro proceso revolucionario”, mientras que el 66% de los clientes que los frecuentaban eran “elementos antisociales”, aduciendo, además, que las bebidas y demás suministros expendidos en esos lugares eran obtenidos de forma ilegal, y que la recomendación que habían hecho los pesquisidores era la de intervenir esos bares.

Respecto a los comercios, Fidel Castro dijo que, de acuerdo con las investigaciones, de los 6 452 negocios encuestados en La Habana, 1 819 carecían de autorización, por lo que eran “ilegales”, y prácticamente la mitad de todos ellos tenían “regulares o malas condiciones higiénicas”. Pero, en realidad, eran esas puras argucias: el verdadero objetivo era eliminar todo vestigio de la propiedad privada en Cuba con poder económico, luego con poder de convocatoria, entiéndase, político.

En el camaleónico discurso del PCC habría que ver cómo hoy día Miguel Díaz-Canel llamaría a los emprendedores, quien mientras hacen su trabajo por cuenta propia en Cuba buscan emigrar, por ejemplo, a través de la ciudadanía española o de un patrocinador que les sirva de fiador para obtener un parole humanitario en Estados Unidos. Si Díaz-Canel, como él mismo dice, es “seguidor” de Fidel Castro, entonces llamará a estas personas “apátridas”.

En el discurso del 13 de marzo de 1968, que serviría de preámbulo público a la cacería de trabajadores por cuenta propia llamada “ofensiva revolucionaria”, refiriéndose a los propietarios de los pequeños negocios, Fidel Castro los llamó “futuros apátridas”, afirmando categórico que de los 8 508 “individuos” investigados (sólo en La Habana) 499 tenían o habían solicitado permiso de salida del país, refiriendo que los “puestos de fritas y otros timbiriches análogos” eran operados por un gran número de “individuos que intentan dejar el país”.

Si el castrocomunismo cimentó el régimen totalitario mediante las leyes de 1959 y de 1962 de supuesta “reforma agraria” —que harían pasar la mayor parte de las tierras del país de manos privadas al monopolio estatal—, así como de las leyes que expropiaron todas las industrias, fábricas, almacenes mayoristas, cadenas de tiendas, puertos, aeropuertos y todo el comercio de importación y exportación, la cúspide del Estado dictatorial cobraría forma cuando la pequeña propiedad fue absorbida por la administración gubernamental, y así lo dejó dicho Fidel Castro cuando hace 55 años expresó: “De manera clara y terminante debemos decir que nos proponemos eliminar toda manifestación de comercio privado”, afirmando: “Hay que decir que no tendrán porvenir en este país ni el comercio ni el trabajo por cuenta propia ni la industria privada ni nada”.

Ahora los actuales dirigentes comunistas que dicen ser “continuidad” de Fidel Castro, olvidando cuando éste dijo “¡señores, no se hizo una revolución aquí para establecer el derecho al comercio”, pretenden hacernos creer que en Cuba, un régimen totalitario de partido único, es posible la propiedad privada sin injerencias políticas del Estado. Señores… olvidan ustedes que el camaleón puede cambiar de color, pero no de forma. 
Share:

0 comments:

Publicar un comentario