sábado, 4 de marzo de 2023

El Festival Internacional de Cine de La Habana ya tiene sucursal en el de Miami.

Por Zoé Valdés.

Películas producidas por el instituto castrista del cine han sido aceptadas por el Festival de Cine de Miami, incluida una producción de Fernando Pérez, histórico de la plantilla de cineastas del ICAIC, medio crítico con el sistema, hasta donde el sistema se lo autoriza, aunque siempre revolucionario; así como Pavel Giroud, sobrino de Iván Giroud, director del Festival de Cine de La Habana, con su documental bastante manipulado acerca del Caso Padilla (al final la culpa siempre la tiene Miami, como es natural para ellos), y el Patria y Vida, que no es, como dice el cintillo de presentación: el ‘poder de la música’, sino más bien el poder de multiplicar presos políticos en la isla y de enriquecer a los reguetoneros que han engrosado sus tarjetas de crédito, como es el caso de Yotuel Romero, quien hasta el 2017 estuvo dando conciertos en París en las fiestas comunistas de L’Humanité.

De las películas de Cuba no tengo ni que leer el resumen, ni ver la banda de anuncio: el mismo llantén de siempre desde hace décadas.

Sigan comiendo de lo que pica el pollo, que no sólo les han penetrado el exilio, además les están robando las únicas plazas que el exilio se merece porque las ha fundado con gran esfuerzo.

Entre tanto, durante años, varios documentales producidos en el exilio han sido rechazados en ese festival que supuestamente era para los exiliados.

Lilo Vilaplana vuelve a participar, ahora con ‘Plantadas’, pese al maltrato que recibió con ‘Plantados’ en una edición anterior del festival, contado por él mismo.

Ay, Zoé, tú siempre ‘atravesá’. Sí, con la verdad. Allá ellos que son blancos.

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