Tomado de cubanet.org
Si 2020 y 2021 estuvieron marcados por la pandemia de coronavirus y 2022 fue el año del desastre económico, los primeros meses de 2023 en Cuba tampoco invitan al optimismo.
Apagones, inflación, violencia, feminicidios, desastres naturales, escasez de alimentos y otras han marcado un año que apenas cumple su tercer mes. En ese sentido, el éxodo sigue siendo el factor común con respecto a períodos anteriores. Queda la sensación que en la isla queda poco que hacer y los cubanos así lo asumen.
Aunque el régimen de la isla ha declarado solapadamente el fin de la reciente época de apagones, estos tampoco han dejado de sucederse a lo largo y ancho del país. Averías y otros “problemas técnicos” ya han dejado a cubanos de varias provincias a oscuras en más de una ocasión.
En el ámbito económico la inflación marca la crisis que sufren padecen los cubanos. Los precios de bienes, servicios, alimentos e insumos continúan por las nubes sin que el castrismo dé con la tecla para aliviar el calvario que se vive en la isla.
El país tampoco ha escapado de la violencia, con decenas de reportes de asesinatos y feminicidios que han terminado por fulminar el mito de que Cuba es un país seguro. La gravedad del asunto ha obligado a la prensa estatal a referirse a varios de esos casos. No obstante, su tratamiento sigue siendo pobre y la propaganda en torno a la tranquilidad ciudadana continúa a la orden del día.
Recientemente, un incendio forestal de grandes proporciones arrasó con bosques del centro sur de la provincia de Holguín. El fuego se apoderó de zonas rurales en Pinares de Mayarí y afectó más de 5 000 hectáreas, de acuerdo con cifras preliminares. El siniestro se suma a la amplia lista de tragedias que han azotado a la isla caribeña en los últimos años.
A golpe de represión y acoso el régimen cubano ha logrado exterminar a buena parte de la oposición organizada en Cuba. Sin embargo, los focos de resistencia popular continúan en calles y en redes sociales. La receta es la misma: acoso, persecución, citaciones, multas y prohibiciones de salida del país siguen a la orden del día. Es la receta de un manual escrito hace más de sesenta años, algo que no debe sorprenden en una nación que en pleno siglo XXI mantiene a más de 1 000 personas encarceladas por razones políticas.
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