Por Jorge Luis González Suárez.
Hace unos días escuché a un hombre de edad avanzada decir en la vía pública a otra persona en alta voz: “Esta gente no quiere entender que esto no da más y siguen buscando estrategias, pero el asunto es que el sistema no sirve”.
Hoy, la principal preocupación de los cubanos es la alimentación. Desde el gobernante y primer secretario del Partido Comunista hacia abajo, toda la dirigencia reconoce que la producción de alimentos es insuficiente.
El asunto fue reconocido en la más reciente reunión de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Las causas de la situación son varias: la escasa remuneración a los trabajadores, la falta de insumos, la falta de control, la corrupción, el despilfarro, etc. Pero según las autoridades, la culpa es del “bloqueo”.
La solución a esta crisis, según el régimen, es un mayor esfuerzo laboral, para producir más, y lograr en el menor tiempo posible una economía próspera y sustentable.
Los cubanos nos preguntamos, mientras llega ese momento, si es que alguna vez llega, ¿cómo vamos a sobrevivir?
Los gobernantes no dan una fecha específica para salir de la crisis. No se sabe cuánto es “el más corto tiempo posible”. Este régimen, que ya dura 65 años, tiene un modo muy peculiar de medir el tiempo.
Suponiendo que se cumplen los objetivos propuestos en ese plazo indeterminado que es “el menor tiempo posible”, seguramente surgirán otros problemas que resolver. Y entonces los dirigentes volverán a pedir tiempo y a exhortar al pueblo a que resista.
Aunque el asunto alimentario es el más crucial, no es el único que afecta a los cubanos.
El insuficiente transporte público es uno de los temas recurrentes en las quejas de la población. Pero el ministro del Transporte, las pocas veces que aparece en los medios, solamente habla de las carencias de piezas de repuesto, y la escasez de combustible. Las soluciones brillan por su ausencia.
Continúan los apagones, sobre todo en las zonas rurales, donde pasan numerosas horas en el día sin fluido eléctrico. Para informar a la población, en el Noticiero Nacional de Televisión brindan un parte diario del comportamiento de la capacidad energética del país, y pronostica que habrá apagones. Cuba es tal vez el único país del mundo con tan singular procedimiento informativo.
Los medicamentos son otro punto neurálgico de los problemas que enfrentamos los cubanos. Conseguir las medicinas que los galenos recetan es casi un milagro, porque las farmacias no cuentan con ellas, y en los hospitales en muchas ocasiones no existen.
El mantenimiento de las viviendas es un reto. Cualquier reparación cuesta una fortuna y los materiales de construcción, controlados por el Estado, son casi inaccesibles.
Hay zonas del país, incluso de la capital, donde el abasto de agua es crítico.
Los productos normados, como el arroz y el azúcar, demoran semanas en llegar a las bodegas.
Frente a la galopante inflación, los salarios y pensiones que perciben la mayoría de los cubanos son insuficientes. La alta dirigencia admite que es así, pero alegan la imposibilidad de aumentar los ingresos por la aguda situación económica.
Los precios de los artículos existentes en las mipymes son inalcanzables para la mayoría de las personas, a pesar del tope de precios impuesto por las autoridades a algunos artículos. Solo los que reciben remesas de sus familiares en el exterior pueden afrontar esos precios.
Además de estos problemas a los que se enfrenta el cubano de a pie en su existencia diaria, está la falta de libertades. Recordemos que no solo de pan vive el hombre.
Hoy, las alternativas de los cubanos son emigrar, ir a prisión si se rebelan o callar y resignarse a sufrir una agonía sin fin.
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