jueves, 22 de agosto de 2024

La violencia y el chancleteo llegan a los hoteles cinco estrellas.

Por colaborador desde Cuba.

Hotel Iberostar Selection, en Varadero.

Como si no bastaran las quejas sobre la pésima calidad de la atención a los huéspedes, la gastronomía y la infraestructura en los hoteles de Varadero para comprender por qué el turismo en la Isla no logra despegar, incidentes muy desagradables, casi siempre protagonizados por cubanos de la peor calaña, ocurren en esos recintos pensados para el disfrute y la relajación durante las vacaciones.

En el hotel Iberostar Selection, calificado de cinco estrellas por alguna entidad que no lo ha visitado en fecha reciente, un sujeto de porte y proyección carcelarios le puso muy mal sabor a una medianoche de agosto.  

Tras salir de la discoteca, el individuo, evidentemente borracho, amenazó a varios trabajadores del hotel. En el lobby bar la situación se puso particularmente tensa, sin que apareciera personal de seguridad para reducir al impertinente. Fueron los propios empleados quienes se interpusieron entre un joven barman y el agresor, quien, para no desatender el consabido cliché sociológico, alardeó de ser abakuá desde los 12 años, una condición que supuestamente lo avala para perpetrar y enfrentar cualquier acto de violencia.

La Policía nunca apareció pese a las llamadas realizadas por el personal de la instalación. Los clientes se retiraron del lobby cuando vieron al agresivo sujeto levantarse del sofá donde procuraban mantenerlo controlado y acercarse a la barra con la intención de agredir a otra persona.

No es la primera vez que se da esta clase de show en el Iberostar Selection. “Cada vez que esto sucede, ponle el cuño que se trata de un cubano. Después no quieren que los miren mal y los traten mal. Son realmente un público muy difícil para trabajar y cada vez que vienen familias grandes hay al menos un conflictivo como ese”, apuntó un trabajador bajo condición de anonimato.

Estos altercados no son exclusivos de Cuba, por supuesto, pero el retraso de la respuesta policial y la ausencia de personal de seguridad para controlar a clientes agresivos sí lo es. Cerca de media hora estuvo el hombre vociferando groserías, amenazando y haciendo sentir incómodos a los restantes huéspedes que pagaron una buena cantidad de dinero por unos días de paz y tranquilidad.

Eventualmente, como “perro que ladra no muerde”, fue aplacado por los que venían con él, y que de seguro lamentaron haber gastado su dinero en invitar a un crápula que terminó amargándole las vacaciones a todos.  

Según datos oficiales, los cubanos emigrados o radicados en el exterior constituyen el tercer mercado emisor de turistas hacia la Isla, un hecho que, entre otros factores, ha traído como consecuencia el empeoramiento en la calidad de los servicios, pues el turismo nacional es considerado de tercera o cuarta categoría.

Para ser un hotel cinco estrellas, el Iberostar Selection deja mucho que desear en cuanto a la gastronomía y el trato a los clientes. Sus principales fortalezas son la playa, las piscinas limpias, un parque acuático que es la delicia de los pequeños, las áreas verdes cuidadas con esmero, los restaurantes especializados y habitaciones cómodas.

Sin embargo, la mesa bufé es catastrófica, con la mitad del espacio sin climatizar debido a averías en las consolas. Paradójicamente, teniendo en cuenta la escasez que asola a la Isla, el problema del Iberostar Selection no es tanto la falta de comestibles como su mala elaboración. El arroz casi crudo, las carnes y el pescado asados sin sabor, a menudo difíciles de masticar incluso para la bien entrenada mandíbula de los cubanos, el café y la leche aguados al extremo, o la ausencia de frutas tropicales de buena calidad, como piña y mango, hacen que la experiencia gastronómica resulte decepcionante.

A eso habría que sumarle la falta de vajilla y cubiertos, que causa demoras a la hora de las comidas, el reducido número de dependientes que no da abasto para la cantidad de clientes, alguna que otra cucarachita merodeando cerca del bufé y la mezquina porción de servilleta que ponen a disposición de los comensales.

Es evidente que la crisis de insumos, personal y vergüenza ha llegado hasta las instalaciones más selectas del famoso balneario, donde no te atienden si no das propina, aunque ya tu estancia haya sido pagada en dólares o euros.

Lo peor del asunto es que, según los propios trabajadores del hotel, en el Iberostar Selection hacen escala casi a diario los directivos del turismo en la ciudad porque es allí donde mejor se come. Da grima pensar en qué condiciones se halla el resto de los hoteles, con sus muchos rusos y cubanos, y su puñado de canadienses más algún que otro chino, pues la esperada avalancha de los asiáticos no se ha concretado aún.  

Si a todos esos problemas que los clientes han denunciado en repetidas ocasiones se suman incidentes como el que aparece en las imágenes, muy pronto los pocos hoteles que valen la pena en Varadero se convertirán en pasarelas del peor cubaneo para rematar la decadencia del otrora maravilloso enclave turístico con la imposibilidad de tener unas vacaciones en paz.

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