Por Iván García.
En su discurso oficial, con orgullo, el gobierno deja entrever que las cubanas han pasado de ser amas de casas a universitarias con proyectos ambiciosos.
Alega el régimen que la mayoría de las mujeres posponen la maternidad hasta pasado los 30 años, al igual que un país del Primer Mundo, en aras de su trayectoria profesional. Opositores y periodistas disidentes apuntan en otra dirección.
Afirman que es más un problema de índole económico que pretensiones profesionales. Después que en enero de 1959 Fidel Castro se hiciera con el poder, se abrieron las puertas del mundo laboral a muchas mujeres que vivían mantenidas por sus esposos, criando los hijos, haciendo labores domésticas o escuchando radionovelas.
Pero a pesar que la mujer tiene un papel más relevante en todas las esferas de la vida pública -excepto en política, donde están en franca minoría- desde hace 30 años, como promedio, dejan menos de un hijo al concluir su etapa reproductiva.
Consulté a 18 mujeres sin hijos en edades comprendidas entre 19 y 43 años. También a 6 madres con niños pequeños sobre las dificultades y carencias para criar un bebé.
Las cifras inquietan. La población cubana envejece. Y decrece. Mueren más personas de las que nacen. Otra mala noticia es que nace menos de una niña por mujer apta para la fecundidad.
Revisemos algunos números. El promedio de edad en Cuba es de 38 años. En el 2025 aumentará a 44. Para esa fecha el 26% tendrá más de 60 años.
En el 2030, 3,3 millones de personas superarán esa edad. Actualmente el grupo de cubanos mayores de 60 años es de 17,8%. Superior al segmento de niños de 0 a 14 años que es de 17,3%.
La brecha, según analistas, tiende a aumentar. La emigración es uno de los factores que lastra la maternidad en Cuba. Más de 30 mil personas emigran cada año a Estados Unidos o cualquier otro sitio del planeta para mejorar sus precarias condiciones de vida. La mayoría de los emigrantes son mujeres y hombres jóvenes con buena formación académica. Es un drama.
Yudelis, 21 años, estudiante universitaria, lo tiene claro. “Una de las causas por las cuales las mujeres no desean tener hijos es por la situación económica, que está que arde.Yo misma vivo en una casa con tres generaciones diferentes. Mis padres, mis abuelos y yo. A mi novio le sucede lo mismo en su casa. ¿Si nos casáramos y pretendiéramos tener hijos donde viviríamos?”.
Yudelis solo encuentra una respuesta: “Emigrar, no se me ocurre otra si quiero formar una familia. Si espero a que las cosas mejoren económicamente en Cuba nunca tendría hijos. Desde que nací estamos mal. No creo que a la vuelta de cinco años las cosas mejoren”.
El 85% de las 18 mujeres encuestadas que no tienen hijos consideran que el factor económico es clave para no formar una familia. 11 de ellas viven en casas con familias numerosas y sin las mejores condiciones (el 62% de las viviendas en la isla están en regular o mal estado).
Elsa Lidia, 41 años, aun no tiene hijo. Mira con preocupación el almanaque. “No me queda mucho tiempo. Pero vivo en un solar, en un pequeño cuarto con barbacoa. En 30 metros cuadrados residimos cinco personas. El cuarto de mis padres está separado por un tabique de cartón tabla. En la cama dormimos mi hermana y yo. Mi hermano duerme en un catre en la sala. Tengo una relación formal hace años. Mi pareja desea tener hijos. ¿Pero cómo? Con mi salario de 450 pesos (20 dólares) como técnico medio nunca podré aspirar a comprarme un apartamento cuyo precio es de 10 a 20 mil dólares”.
El futuro para Elsa Lidia es una mala palabra. “No tengo familia en el extranjero. Mi proyecto de vida es el día a día. Cuando pienso qué va ser de mí dentro de 5 años entro en pánico”.
Algunas de las mujeres encuestadas que todavía no son madres viven en buenas casas, son profesionales de calibre y reciben dólares de parientes radicados en el extranjero.
“Pero no quiero criar a mi hijo rodeado de incertidumbre. Con la angustia de si podré alimentarlo bien, comprarle ropa, zapatos, juguetes… Con mi salario no puedo garantizarle un buen nivel de vida. Es muy difícil tener una familia en Cuba en las actuales condiciones económicas”, dice Zulia, arquitecta.
Estuve indagando con madres que tienen niños ente 0 a 5 años. Luego del ramo de flores y la emoción inigualable del parto, 4 de 6 consultadas, sufren penurias a la hora de criarlos.
Y no es un problema médico. En la etapa de gestación el Estado les garantiza una dosis diaria de fumarato ferroso y un complejo vitamínico llamado Pre-natal. En los consultorios del barrio o policlínicos se les da un seguimiento. Las asesoran sobre el peso adecuado y reciben gratis consejos de cómo y cuánto tiempo amamantar al futuro bebé.
Incluso por la magra libreta de racionamiento les ofrecen una cuota extra de tres libras mensuales de carnes de res y pescado. Y unos kilos extras de viandas. Quizás estas atenciones, no muy frecuente en un país pobre del Tercer Mundo, hayan provocado que la organización Save the Children, con sede en Londres, por segundo año consecutivo considerara a Cuba como “el mejor país de América para ser madre”.
Probablemente la ONG británica desconozca que los problemas comienzan después del parto.
Hablé con Yadira, una joven egresada de informática. “Me había hecho tres abortos. Tomaba pastillas anticonceptivas. Pero aun así salí embarazada y resultaba peligroso hacerme un nuevo legrado. No me quedo otra que tenerlo. Arreglamos como pudimos el cuarto. La familia me regaló una cuna. Por la libreta, el Estado te oferta 10 metros de tela antiséptica y gasa para confeccionar pañales, una colonia, un par de zapaticos, una crema para bebé, 3 jabones y un biberón, entre otras cosas. Cuesta 85 pesos. Pero eso resulta insuficiente. Si el niño es enfermizo, como es el mío, los problemas aumentan”.
A Yadira el pediatra le recomendó comprar en las tiendas por divisa una fórmula NAM de la firma Nestlé: cada lata cuesta poco más de 4 cuc. “El niño consumía dos o tres latas al mes. Tuvimos que vender artículos personales para poder comprárselas”.
Según las madres consultadas, unas con más solvencia que otras, lo recomendable es ahorrar no menos de 600 dólares y poder garantizar una canastilla adecuada. Los precios de los coches, corrales y andadores están por las nubes.
Una cuna oscila entre 110 y 130 cuc. Un corral entre 80 y 140 cuc. El coche entre 60 y 180. Y un colchón de cuna supera los 50 cuc (el salario promedio en Cuba es de 20 dólares mensuales).
“A todo eso hay que sumar, a medida que va creciendo, alimentación, ropa, calzado, juguetes, paseos y cumpleaños. Incluso teniendo el dinero, hay artículos que escasean y cuesta mucho trabajo conseguirlos. Uno no se arrepiente de tener un hijo, pero en Cuba resulta muy duro”, afirma Yadira mientras duerme a su hijo de dos años meciéndolo en un sillón de hierro.
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