Ignoro cuáles sean los chistes que los funcionarios del Mincex murmuran en torno a su jefe. Pero sí recuerdo el más escatológico que recibía su padre, cuando fue ministro de Relaciones Exteriores: Inodoro porque se llamaba Isidoro. Y luego Masmierda. Porque el segundo apellido no lo necesitaba aquel "hombre de Moscú": Peoli.
Quizás cuando Rodrigo regrese a La Habana provoque nuevos chistes, basados en su torpe, rotunda afirmación a la agencia EFE. Si así encara los negocios, no le vende ni mulatas adolescentes a ciertos italianos aficionados a los Bunga Bunga.
La evidencia, sin embargo, se aleja del chiste. De tragicómica pasa a ser patética. Ilustrativa del miedo que siempre ha asolado las almohadas de los funcionarios de la dictadura, como podría preguntársele a Robertico Robaina y a Felipito Pérez Roque, soldados de la batalla en el frente de Exteriores, hasta que fueron defenestrados, groseramente humillados, convertidos en piltrafas políticas.
¿Por qué Rodrigo Malmierca se sintió obligado -ahora y allí- a ese acto de fe? ¿Qué dudas ha sembrado? ¿Cuál sector duro dentro del poder lo tiene enfocado? Y en otro sentido: ¿Acaso se ha excedido en las concesiones durante su gira -comenzó en China-- para promocionar las bondades del nuevo puerto de Mariel, de la Zona de Desarrollo Especial? ¿Ha traicionado a corporaciones de militares como Gaviota?
Y tras la aseveración del inmovilismo rojo-leninista, ¿qué podría venir? Por supuesto: El cantinfleo ante los espantados rostros brasileños, que ya estaban traduciendo al portugués uno de los Proverbios del infierno de William Blake: "Del agua estancada espera veneno".
Porque a primera vista las exenciones tributarias y aduaneras que ofrece el gobierno cubano a 45 kilómetros de La Habana parecen un jugoso bocado para los inversionistas de cualquier país. Mano de obra calificada, barata y dócil, es decir: gente pobre pero con escolaridad, sin presiones sindicales y acostumbradas a obedecer; sitio cercano a los Estados Unidos: futuro asegurado en la Corriente del Golfo, en la demanda que sube hasta Nueva York…
Sin embargo, La Zona de Desarrollo Especial -así la bautizaron oficialmente- alberga muchas dudas derivadas precisamente del PCC, de la Cuba comunista. ¿O no se llama así y pretende ser para siempre, según Rodrigo, marcando tarjeta sobre la verdadera cara del régimen?
Porque Cuba no es China. Aun el dueño de un abarrote mexicano acertaría: Mariel no es Shangai. Y sí: es cuestión de tamaño, la multimilenaria historieta del grande y el chiquito: real geopolítica caribeña sin manejos nacionalistas y demagogia de politiqueros. Además, China como superpotencia cumple sus contratos. Y Cuba es famosa por lo contrario, como puede testificar el Club de París -deuda impagable- o muchos comerciantes entre los que alguna vez metieron pata y dinero en la isla.
Aún así, claro está, habrá inversiones de alto riesgo o de rápido reembolso, pero ni soñar con las que potenciaría un estado de derecho adscrito de verdad a las leyes del comercio internacional. Serán pocas las maquiladoras y demás industrias ensambladoras o almacenes, porque hay sitios tan baratos y con menos disparates, sin el hostil embargo de la primera potencia mundial; carentes de presiones estatales o de tanta corrupción entre intermediarios.
Las más fuertes tendrán seguros de sus respectivos Estados, porque de lo contrario habría que ser oligofrénico, testaferro para lavado de dinero o agente encubierto de algún apellido gobernante (que de todo debe de haber). En fin: poco y barato en la Zona de Desarrollo Especial, por si las moscas.
Los presuntos inversionistas cubanos del exilio -sobre todo los del sur de la Florida-, con la astucia de estar allá dentro antes del cambio, y la hipocresía de que así contribuyen a la transición, también debieran leer las respuestas coaguladas del ministro en Brasil.
Quizás el dinero no huela, pero abundan quienes lo cuidan más que a la mujer o al marido… Malmierca Jr. o II abrió la fosa unipartidista. Podrán los capitalistas taparse la nariz, pero no el bolsillo. El marasmo de Mariel -por ahora, hasta que avancemos a la democracia- empieza con eme.
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