Por Osmar Laffita Rojas.
Ya han transcurrido cuatro años de la celebración del VI Congreso del Partido Comunista, en el que se aprobaron los 313 Lineamientos en los que se basa la llamada "actualización del modelo económico".
El titular de Economía y Planificación, Marino Murillo Jorge, en sus intervenciones en las sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular celebradas los días 6 y 7 de julio de 2013 dijo que la conceptualización del modelo económico cubano estaba en fase de terminación. Pero hasta el presente sobre el particular no se ha vuelto a hablar.
Resulta bastante exagerado y alejado de la realidad catalogar como reformas las medidas tomadas por el Gobierno de Raúl Castro en determinadas esfera de la economía. En esencia, ninguna de estas medidas ha estado dirigida a producir los tan necesarios cambios estructurales para sacar a la economía cubana del estancamiento en que la sumió Fidel Castro por la aplicación de una política populista de gratuidades y subsidios desmesurados, que sumada a la delirante "Batalla de Ideas", dejó exhaustas las arcas del Estado.
¿De qué reformas económicas hablan algunos despistados? ¿De la autorización para la venta de casas y automóviles? ¿Del acceso a la telefonía móvil y a internet a precios prohibitivos, en divisa y con muchas restricciones? ¿A la actividad privada en el sector de los servicios, en que los dueños de los pequeños negocios no son considerados personas jurídicas y por tanto no gozan de los derechos y ventajas que son reconocidas por el Estado a las empresas estatales y las cooperativas de diferentes tipos? ¿A eso le llaman reformas?
No rebasan el medio millón las personas autorizadas a ejercer la actividad privada. Esas personas, a diario tienen que enfrentar numerosas trabas y dificultades para mantener a duras pena sus negocios. A eso se suma el acoso, la presión y el chantaje de los corruptos inspectores, lobos hambrientos en busca de dinero. Debido a esa situación, millares de personas que sacaron sus licencias de trabajo han tenido que entregarlas.
No se puede considerar como reforma la acelerada eliminación de las gratuidades, ni el fin de los subsidios a determinados productos de la canasta básica, los materiales de construcción y los insumos y herramientas para la producción agrícola.
Con la subida de los precios de los alimentos y de otros artículos, el Gobierno reduce el circulante en poder la población. Con esa política monetarista, a costa del hambre y la precariedad de los cubanos, se mantiene el déficit fiscal en un rango tolerable de un 5%. Pero el salario de los trabajadores cubanos hace años que no sobrepasa los 18 dólares mensuales.
Marino Murillo, al intervenir en la sesión final de la reunión del Consejo del Banco Internacional de Inversiones, el único organismo que quedó del desaparecido Consejo de Ayuda Económica (CAME), advirtió: "El Gobierno cubano realizará las trasformaciones para hacer más eficiente la economía cubana, pero esto no puede interpretarse como cambios estructurales, sino que la actualización del modelo hay que entenderlo como la modernización de la administración de los recursos".
El vicepresidente del Consejo de Ministro explicó: "Se trata de alcanzar un socialismo próspero y sostenible, es por eso que presentamos una estrategia de crecimiento, de desarrollo, con tasa de acumulación considerable, pero todo está bien estudiado y pensado, el gobierno cubano sabe en qué momento aplicarla".
Con el propósito de dejar bien sentado que el Gobierno cubano no aplica ninguna reforma en la economía, Marino Murillo señaló: "No se debe confundir trasformación de la propiedad con modernización de la gestión que son dos cosas diferentes. La actualización del modelo económico, sus fundamentos teóricos y académicos, están recogidos en un 80% en los Lineamientos, por ello hay que entenderlos como la modernización de la gestión, hacer la propiedad estatal más eficiente, que permita un amplio desarrollo de las fuerzas productivas, pero esto no se puede entender como un cambio de estructura de la propiedad estatal, esto debe quedar bien claro".
La aún sin definir actualización del modelo económico que se aplica en Cuba ni por asomo tiene que ver con la Doi Moi, la reforma que desde 1986 se aplica en Vietnam, donde hay una economía de mercado orientada al socialismo, caracterizada por las empresas con régimen de libre mercado y el abandono de la planificación y la colectivización.
La actualización del modelo económico cubano también está a años luz de las reformas económicas que desde 1978 se aplican en China y que produjeron un fuerte crecimiento económico que ha permitido que su economía sea la segunda del mundo.
El Gobierno cubano ha dejado claro que la planificación, y no el mercado, primará en la conducción de la economía. A la planificación tienen que atenerse las empresas para el cumplimiento de sus planes de producción.
Una economía centralizada y planificada, como la cubana, si carece de los necesarios equilibrios macroeconómicos, inevitablemente frena el desarrollo de las fuerzas productivas.
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