“Queremos luz, queremos agua” y “el pueblo unido jamás será vencido” eran las consignas que gritaba la multitud exigiendo los servicios básicos suspendidos desde el pasado sábado por las afectaciones que dejó el huracán que azotó la isla con vientos superiores a los 200 km por hora, de acuerdo al reportaje de Mario J. Penton, que es parte de una colaboración entre el diario de Miami y 14ymedio.
Apenas unas horas después del inicio de las manifestaciones, las autoridades enviaron equipos de trabajo de la compañía de electricidad y restablecieron la corriente y el abasto de agua.
Después de la protesta, se mantienen en el área patrullas policiales, según afirman los vecinos. Cerca de las seis de la tarde una tensa calma se apreciaba en el lugar. Algunas personas aprovechaban para “baldear” los portales del sitio y solo se habla en voz baja de lo ocurrido apenas unas horas antes.
El malestar con la actuación de las autoridades tras el paso del huracán Irma se ha sentido incluso en barrios de la capital donde el huracán no golpeó directamente pero que llevan días sin agua ni electricidad.
“Desde el mediodía la policía cerró el tráfico hacia la Calzada de Diez de Octubre porque allí estaba la cosa caliente”, dijo uno de los choferes de taxis privados que prestan servicio en el lugar.
Decenas de efectivos de la Policía Nacional Revolucionaria y tropas especiales conocidos como Boinas Negras llegaron al lugar algunos minutos después de iniciarse la protesta, pero los manifestantes no se amedrentaron y continuaron sus reclamaciones.
Una vecina del parque Santo Suárez dijo que los manifestantes estuvieron “algunas horas” en los alrededores de su casa y desde allí salieron protestando hacia la calzada de Diez de Octubre donde se encontraron con una barrera de policías que les impedía el paso.
Sin embargo, un manifestante dijo que no hubo arrestos y que los uniformados se retiraron con la promesa de restablecer los servicios básicos “lo antes posible”.
“Había miedo, nadie sabía quién era quién porque llegaron muchos policías vestidos de civil”, dijo otro de los manifestantes.
“Fidel tenía sus defectos, pero se ponía las botas cuando pasaban estas cosas y salía para la calle a resolver los problemas”, dijo una anciana.
Las protestas públicas son duramente castigadas en Cuba. El pasado 26 de julio, tres activistas de la Unión Patriótica de Cuba desafiaron a las autoridades con pancartas que denunciaban “58 años de engaño, hambre y miseria” frente a la catedral de Santiago de Cuba. Después de ser arrestados tras una “salvaje golpiza”, los activistas, que reclamaban libertad de expresión, reunión y prensa se encuentran en una prisión provisional esperando juicio.
Daniel Llorente, otro manifestante que el pasado primero de mayo corrió con una bandera estadounidense frente al desfile gubernamental se encuentra todavía ingresado en el Hospital Psiquiátrico de la capital.
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