¿Qué se conmemorará este mes de Septiembre? Bueno, la inauguración de una de las monstruosidades mayores -dentro de un millón- que ha sido capaz de cometer el régimen criminal castrista: Los Comités de Defensa de la Revolución.
Hoy en día quizás mucha gente no les conceda a los Comités la culpabilidad que tienen en este proceso, porque como no hay oposición bélica -y existe una miseria lacerante- entonces estos se ocupan de boberías, de tecnicismos, de cambalaches, de trueques, de pequeños regaños y desde hace mucho rato han recibido la orden de congraciarse con los visitantes y hasta con lo que consideraban “gusanos”.
Pero quede claro que los Comités fueron vitales en el empeño de chivatear, de amordazar, de acabar con todo vestigio de oposición. Esa gentuza, a sangre y fuego, costaron muchas vidas, echaron pa’lante y lograron que infinidad de patriotas fueron enviados a cumplir muchos años de prisión. Enviaron a lo mejor y más valiente de la población para La Cabaña, para Isla de Pino, para Boniato y para todas y cada una de las miles de ergástulas que creó el sátrapa en la nación.
Vigilaban (y siguen vigilando aunque la oposición sea extremadamente limitada y débil) hasta a cualquier desconocido que visitara a un vecino. Los milicianos, los soldados, los policías, los esbirros, se llevaban a la gente presa, pero siempre ha sido tras el aviso o la llamada del chivato de la cuadra.
Dicen que hoy en día los Comités se hacen de la vista gorda si los dejan participar en cualquier componenda, si les dan un trozo de carne o una libra de manteca.
A cada rato se escucha alardear a los visitantes cubanos que regresan de ese infierno de: “Lo bien que se portaron con él los cederistas de su barrio”. ¿Saben por qué es eso? Número uno, porque intentan tumbarles a los incautos aunque sea unos calzoncillos o un pomo de vitaminas.
Y dos, porque esa es la consigna que deben obedecer. Si “el alto mando” los mandara a atacar a un turista, pobrecito de él.
Pero antiguamente, cuando yo estaba allí, eran odiados a muerte por nosotros los contrarrevolucionarios. Nos persiguieron, nos hostigaron, nos delataron, nos hicieron las vidas imposibles, y nos dieron a escoger entre cárcel, paredón o exilio. Uno de los principales motivos de que tantos salimos fue por las barbaridades y las injusticias cometidas por los C.D.R.
Dos días antes de yo salir de Cuba se aparecieron algunos miembros del Comité, y les dijeron a mi padre: “Si no pagas lo que debes a la Reforma Urbana el muchacho no puede salir de Cuba”. Mis padres respondieron que “Esteban de Jesús no es cabeza de familia ni tiene nada que ver con esa cuenta”. Hicieron caso omiso de eso.
Mis padres fueron de puerta en puerta pidiendo una cooperación para pagar la deuda y yo poder salir del país.
Por eso, y por un millón de cosas más, en mi nombre y en de todos los que sufrieron, y sufren, los embates de los desmadrados de cada Comité de chivatos de Cuba ¡YO ME DEFECO EN ELLOS! Y declaro el 28 de septiembre fecha luctuosa de Cuba.
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