Por Tania Díaz Castro.
Los cubanos, más allá del régimen de La Habana, han puesto sus esperanzas de mejoría en Joe Biden.
Me horrorizo al ver lo que continúa ocurriendo en mi país, luego de más de 60 años de comunismo cubano. Cada día parece una copia de décadas pasadas y, sobre todo, de aquellos primeros años con miles de fusilamientos, encarcelamientos injustos, emigraciones masivas y largas condenas a prisión política.
Hoy, son otros los que relevan a aquellas víctimas que jamás olvidaremos: jóvenes que luchaban contra el comunismo, la peor yerba del país.
Ahora, casi todos jóvenes, luchan pacíficamente por una libertad que se le niega a todo un pueblo: periodistas, escritores, artistas y gente de pueblo se han unido mientras las fuerzas represivas del Ministerio del Interior realizan las mismas maniobras de siempre para sofocar a los que se rebelan.
Hasta ayer tuvimos el apoyo del expresidente estadounidense Donald Trump, firme en combatir a un régimen capaz de las más malvadas operaciones policíacas. Por estos días tenemos a Joe Biden, bien conocedor de esta larga historia.
Miremos los hechos recientes: en medio de la pandemia de coronavirus el régimen cubano detiene a artistas e intelectuales, prohíbe salir de sus casas a jóvenes periodistas, amenaza a cuentapropistas, multa o condena a vendedores ambulantes y mantiene el desabastecimiento que genera largas colas.
Mientras, la Administración Biden se prepara para cambiar la política de Estados Unidos hacia el régimen castrista. ¿Se restablecerán los antiguos lazos de Barack Obama con Raúl Castro y Díaz-Canel, que para nada ayudaron a la población cubana?
¿Respetará el nuevo presidente la política de principios de Estados Unidos: el apoyo a la democracia y los Derechos Humanos? ¿Se respetará a los cubanoamericanos como genuinos embajadores de la libertad en Cuba? Pienso que sí.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, sabe perfectamente que si algo entorpece las buenas relaciones entre Cuba y Estados Unidos es el retrógrado modelo económico cubano, calificado por el propio Fidel Castro como “inservible”, y no el embargo comercial estadounidense, bajo el cual Cuba ha realizado todo su quehacer maquiavélico en América Latina.
Joe Biden tiene ahora la oportunidad de tomar una decisión que Cuba espera. Estados Unidos puede socorrer a más de 11 millones de cubanos que viven en la miseria, no por culpa del “Imperialismo”, como repite la propaganda castrista, sino por la miseria implícita del socialismo marxista-leninista.
Como vieja opositora cubana que ha sufrido prisión en dos ocasiones, malos tratos, amenazas de muerte en celdas tapiadas, y que ha tenido que despedirse de sus hijos, deseo de todo corazón que Estados Unidos no se someta al poder de un régimen al que solo le interesa una cosa: perdurar por años en detrimento de una población que ya no aguanta más.
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