Por Osmar Laffita Rojas.
Estados Unidos, Japón y la Unión Europea, para garantizar la producción de alimentos y disponer de excedentes para la exportación, destinan miles de millones de dólares al subsidio de sus producciones agrícolas. De esta manera garantizan que sus pueblos no carezcan de alimentos.
Garantizar la alimentación de la población es el gran conflicto de los países tercermundistas, que no pueden competir con las naciones desarrolladas en plano de igualdad porque los precios de sus productos están subsidiados.
La población dedicada a las labores del campo en los Estados Unidos no sobrepasa el 4%, pero, gracias a los multimillonarios subsidios destinados a sus agricultores, USA ocupa el primer lugar mundial en la exportación de alimentos, además de garantizar la alimentación a sus 300 millones de habitantes.
En el caso de la producción agrícola cubana, ocurre todo lo contrario. Por el pésimo desempeño de las empresas agrícolas estatales, en el presente semestre se incumplió en la cosecha de arroz, frijoles, viandas, hortalizas, vegetales, café, carne de cerdo, y la producción de azúcar fue de 1,4 millones de toneladas, la peor en 117 años.
Debido a estos incumplimientos, para garantizar unos pocos alimentos a las familias cubanas, el Estado ha tenido que destinar 1.900 millones de dólares para comprarlos en el exterior.
En estos momentos, Estados Unidos es uno de los principales socios comerciales de Cuba y en ese país se compran cientos de millones de dólares en alimentos, muchos de los cuales se podrían producir en nuestro suelo.
Desde hace dos años está en vigencia el Decreto-Ley 259 que autoriza la entrega de tierras en usufructo. A finales del pasado diciembre, 146 mil usufructuarios disponían de 1,2 millones de hectáreas de tierra. De ellos 71 mil son nuevos agricultores. Faltaban por entregar 800 000 hectáreas, cubiertas de hierbas y marabú.
El Banco de Crédito y Comercio (BANDEC) informó que 13 000 usufructuarios han recibido créditos en pesos cubanos al 3 y 7 % ciento de interés. Esto representa solamente el 9% del total, una señal negativa, porque sin dinero no pueden comprar los implementos e insumos que se venden a altos precio y en dólares, razón por la que muchas de las tierras entregadas continúan sin explotar.
Esto ocurre porque no se aplica una verdadera política de seguridad alimentaria. Los agricultores no gozan de ninguna protección por parte del Estado y como único se puede revertir esta situación es destinando una multimillonaria suma de dinero al subsidio de las producciones agrícolas. Esa es la única vía para garantizar los alimentos a la población.
A los productores del campo hay que protegerlos, y facilitarles todo lo que necesitan a precios razonables, con créditos blandos, para que sus cosechas gocen de garantía y puedan venderlas directamente en los mercados.
El despegue agrícola, en términos de productividad, rentabilidad y sostenibilidad, se materializará sólo si el gobierno cambia radicalmente su ineficiente atención a los agricultores, y la sustituye con métodos más adecuados a los tiempos que corren.
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