Por Esteban Fernández.
Los homosexuales eternamente han tenido dos gigantescas ventajas. Sí, ya sé que han sufrido montones de discriminaciones y abusos a través de la historia universal, pero se han salvado de un par de descomunales hecatombes: de los divorcios, y en muchísimas ocasiones de las guerras.
Uno de los acontecimientos más traumáticos que puede padecer un ser humano es pasar por un divorcio. Hasta cuando comienza “amigablemente” casi siempre -en el 99 por ciento de los casos- termina en una lucha campal.
Por la televisión oigo y veo la gran fiesta ante la Corte Suprema enumerando todas las ventajas que estar casados conlleva. Y les doy la razón. Pero no he escuchado a ninguno brindar detalles del gran descalabro que representa el divorcio.
Sí, es cierto que les permitirían visitar al cónyuge en el hospital cuando esté grave; es verdad que pueden realizar sus declaraciones de impuestos en común y un montón de prerrogativas más. Pero -y es un pero enorme- la disolución de una relación es un millón de veces más fácil cuando no están casados que cuando son un matrimonio legalmente establecido.
Toda persona que ha padecido un divorcio sabe lo que estoy hablando. Saliendo bien, hay que dividirlo todo a la mitad. Y si hay hijos por el medio (y los gays también quieren adoptar) entonces el desastre es monumental, para los padres y para los hijos.
Todo es muy lindo, y todo el mundo se jura amor eterno, pero muchas veces la cosa termina tirándose los platos por la cabeza. Y cuando no están casados ni tienen muchachos ni propiedades en común sólo dicen: “Bye, bye, y si te vi no me acuerdo”
Poder entrar libremente al ejército es un cuchillo de doble filo. Ir para estudiar una carrera es magnífico pero cuando lo mandan a uno -por ejemplo- a la guerra en las detestables montañas de Afganistán, la cosa no es muy bonita que digamos.
Mientras el reclutamiento sea voluntario, como es ahora, todo pinta bien. Pero si lo convierten en OBLIGATORIO -y eso lo harán cuando las circunstancias lo ameriten- entonces la movida será diferente.
Porque ¿saben ustedes cuál era el pretexto más utilizado para no integrarse a las filas de las fuerzas armadas estadounidenses? Auto proclamarse GAY. Y esa excusa se la están quitando a los gays y hasta a los que no son homosexuales y mienten para quitarse de encima el reclutamiento.
Por lo tanto, yo estoy a favor de los matrimonios gays y en contra de sus opositores. ¡Qué se casen y que desembarquen en la próxima guerra contra Irán que se avecina para que sepan lo que son cajitas de dulce guayaba!
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