Por Roberto Álvarez Quiñones.
Se solía decir en Cuba: "Nosotros podemos enfrentarnos bien a una invasión militar, pero no a un bombardeo de jamones y salchichas".
Era así. Bastaba solo imaginarse un combate al este de La Habana entre invasores estadounidenses y los malnutridos milicianos y milicianas (incluyendo ancianas) de las Milicias de Tropas Territoriales, y que de pronto los aviones enemigos en vez de bombas comenzasen a lanzar jamones y hot dogs en bolsas de plástico. ¿Qué habría ocurrido?
Pero una cosa es que en forma gratuita lluevan jamones del cielo —como metafóricamente se imaginan muchos va a ocurrir con la normalización de relaciones con Washington—, y otra muy distinta es pretender vender esos jamones. ¿A quién? ¿Con qué dinero?
Es arrollador el embullo que hay para hacer negocios en Cuba. Desde la crisis de los misiles atómicos en octubre de 1962 el nombre de la Isla no se pronunciaba tanto a nivel planetario. Todos quieren ir a La Habana, presidentes, políticos, altos ejecutivos del mundo de los negocios, incluyendo compañías de tarjetas de crédito y aerolíneas gigantes. Coincidiendo con la visita del muy entusiasmado Papa Francisco, en septiembre probablemente llegará a la capital cubana el primer ferry de pasajeros estadounidenses en 55 años.
Salarios más bajos que en Haití
¿Pero de qué país estamos hablando? Según un estudio de la entidad global Nationmaster, basado en datos oficiales y de los organismos económicos internacionales, en 2014 el salario nominal en Cuba fue de 25,01 dólares mensuales, el más bajo entre los 176 países analizados. Haití, con 59,33 dólares mensuales, duplica el salario cubano. En El Salvador, nación también pobre, fue de 365 dólares mensuales.
Por su parte, la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) del régimen castrista informó que el salario nominal en Cuba en 2014 fue de 584 pesos ($24.33), y que considerando el índice de alza de los precios al consumidor, el salario real fue de 467 pesos, o sea, unos 20 dólares mensuales.
El tamaño de la economía (Producto Interno Bruto o PIB) de Cuba, que en 1958 cuadruplicaba al de República Dominicana, hoy es inferior al de su vecina caribeña. Incluso hoy Cuba importa vegetales y frutas frescas desde República Dominicana porque la agricultura isleña no logra abastecer los hoteles y restaurantes del sector turístico.
El parasitismo de Cuba es antológico. Depende de las remesas de los "gusanos" desde EEUU y otros países ($2.876 millones en 2014), y de los subsidios venezolanos, que están disminuyendo aceleradamente.
En 1958 Cuba importaba el 29% de los alimentos que consumía, ahora importa el 80%. La Isla fue la azucarera mundial durante 180 años y hoy produce la cuarta parte del azúcar que producía hace 90 años, en 1925, y hasta importa azúcar para cumplir compromisos de exportación. De casi siete millones de cabezas de ganado vacuno en 1958, hoy tiene 3,7 millones. La producción de café en 1958 fue de 60.000 toneladas, pero de 6.105 toneladas en 2014. Y la conexión a internet es la más baja de Occidente.
Es asombrosa la obsolescencia tecnológica de la planta industrial, que cuenta con una cultura empresarial y una tasa de productividad de mediados del siglo XIX, cuando Marx aún no había escrito El Capital. Su fuerza laboral es la más improductiva de las Américas.
Dos monedas, gran obstáculo
Para colmo hay dos monedas. El peso "malo" (CUP), con el que se pagan los salarios, equivale a solo 4,2 centavos de dólar y sirve solo para comprar unos pocos alimentos subsidiados y algunos servicios como la electricidad y el agua. Y la masa monetaria en pesos "buenos", llamados CUC, al cambio de 24 CUP por 1 CUC y con una paridad ficticia con el dólar, es tan baja que resulta insuficiente para constituirse en demanda efectiva de mercado alguno.
¿Cuántas hamburguesas con Coca Cola podría vender una McDonald’s en Santa Clara o en Ciego de Ávila a un precio de 3 CUC, si ello representa el 12,5% del salario mensual de un cubano? ¿Reciben todos los cubanos remesas desde el extranjero para ir a McDonald’s?
Además, la doble moneda impide calcular los costos de producción. Nadie en Cuba sabe exactamente cuánto cuesta producir un saco de papas y llevarlo al mercado. Para calcular el PIB se suman como nuevos valores agregados algunos pasivos y gastos sociales, como los de educación y salud pública. Y el mundo entero —incluido EEUU— acepta esa manipulación estadística que presenta un PIB muy por encima de su valor real.
En Cuba no podrá haber un mercado nacional si no se unifican las dos monedas y si los salarios no se cuadruplican. Pero para ello hay que aumentar sustancialmente la productividad y la producción de bienes y servicios. Eso solo se puede lograr si se liberan las fuerzas productivas, cosa a la que se niega el general Raúl Castro.
Mano de obra muy barata
Y surge la pregunta clave. Con semejante panorama de pobreza, sin posibilidad inmediata de elevar los salarios, sin leyes que protejan al capital extranjero, sin infraestructura ni dinero para construirla, ¿qué ofrece realmente Cuba a EEUU? La respuesta cae por gravedad: la mano de obra más barata de las Américas.
Por eso, si bien cabe imaginarse muchos escenarios posibles, lo más probable es que el castrismo se enrumbe hacia un tipo de modelo chino, pero raulista, es decir, militarizado y más controlado: un sistema de capitalismo de Estado con mezcla de rasgos fascistas y postsoviéticos.
Fascistas porque será abrumador el protagonismo de los militares en la economía, quienes además perfeccionarán la maquinaria de represión política. Como decía Mussolini (frase luego copiada por Fidel Castro) "Todo en el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado".
Y a la vez será postsoviético porque la "nomenklatura" militar y civil del Partido Comunista seguramente se constituirá en un entramado comercial y financiero de corte mafioso con el cual habrá que negociarlo absolutamente todo, tanto los estadounidenses, como los cuentapropistas, agricultores, cooperativistas, etc.
¿Nuevas maquiladoras?
O sea, un cese del embargo estadounidense podría convertir a Cuba en una gran maquiladora exportadora de productos a bajos precios a todo el planeta menos al pueblo cubano. El Estado, que recibiría más dinero por el turismo, podría ser cliente pero nunca en la escala necesaria para que los capitalistas recuperasen el dinero invertido y obtener buenas ganancias.
Las eventuales inversiones estadounidenses podrían dar empleo a cubanos y estos podrían consumir. Pero el modelo raulista, a diferencia del "socialismo de mercado" chino, no vacilaría en apropiarse del grueso del salario de los trabajadores, como hace hoy con los que laboran en las empresas mixtas. Beijing no hace eso.
En Cuba está prohibido que las empresas extranjeras contraten a sus empleados. Tienen que pedirlos al Gobierno, que los provee ya filtrados por la Seguridad del Estado y negocia los salarios. Cada empleado recibe una pequeña parte en pesos (CUP) inservibles, y los Castro se quedan con la mayor parte, y en dólares.
Conclusión, en el ámbito económico el castrismo lo que ofrece a EEUU es la miseria en que ha sumido a la "clase obrera" en nombre de la cual habla y dizque gobierna el Partido Comunista.
0 comments:
Publicar un comentario