Un vecino de un barrio en La Habana acaba de ser víctima de un registro de la Policía que más bien pareció un atraco.
"Cómo mucha gente de Cuba sobrevivo con la reventa de rones de marcas", dice la "víctima", que prefiere no revelar su identidad. "Hace varias noches, llegaron dos autos patrulleros a mi casa y el que parecía el jefe me dijo: 'No queremos virarte la casa al revés, así que, para ayudarte, saca solo el ron que tengas a la venta'".
"Les entregué 26 botellas que metieron en los maleteros. Me advirtieron que me cuidara de los competidores, que me delataron, y luego se fueron como flechas. Aunque salvé las cajas que guardaba en el cuarto, considero que hicieron conmigo el campismo, la piscina y la fiesta familiar. Me cogieron de bobo. Y lo lindo del caso es que no puede reclamar, porque tengo que seguir viviendo".
Un exjefe de sector de la Policía, ahora convertido en vendedor de fritas del Paradero de Playa, confiesa que ese tipo de corrupción existe, pero asegura que son casos aislados.
"Hay otro tipo de corrupción que es más grande y es la corrupción social. En estos momentos, los jefes de sector de la Policía son las mejores fuentes de información que existen y, si se decidieran a contar lo que pasa en los barrios, desnudarían a Cuba".
"Hay barrios que se han ido fuera del control de la Policía", cuenta este exjefe de sector. "Pueblo Nuevo y Calle 8, de La Lisa; La Corbata, El Palo y La Aldea, del municipio Playa, y Coco Solo, Los Pocitos y El Puente, de Marianao. Aquello es otro mundo, de prostitución, drogas y negocios ilícitos. Por ese renuncié, porque no pude con eso. O me corrompía o me mataban. Opté por salvar el pellejo y mi conciencia".
Otro exjefe de sector, que en sus tiempos de servicio era un látigo en el barrio bajo su mando y la gente lo llamaba "el HP", hoy es albañil por cuenta propia. Aunque fue muy corrupto consiguió salir limpio. Ahora, en la calle, algunas de sus antiguas víctimas le han cobrado viejas cuentas.
"Nosotros hacíamos lo que hacen todos los policías del mundo: perseguir delincuentes. Pero la necesidad en Cuba es mucha y, mientras no fuera un asunto con gente importante o de índole estratégico, nos tomábamos ciertas libertades… ayudábamos a algunas personas, aunque para eso hubiera que joder a otras".
Le comento lo sucedido al vecino del ron y sonríe.
"Yo nunca llegué a eso. Lo más que hice fue intimidar, extorsionar, pedir dinero a cambio de favores. La verdad que estos policías de ahora están escapados".
Otro expolicía que abusó del cargo y del poder durante muchos años, confiesa no estar arrepentido.
"Lo volvería a hacer, de otra forma nunca hubiera podido construir mi casa. Lo único que lamento es que cuando mi hija de Miami me invitó a Estados Unidos el año pasado, la embajada americana me negó la salida por haber sido policía. Es injusto porque es un oficio como otro cualquiera. Además, ya estaba de baja".
Desde hace un año, Wendy es policía en La Habana. Su sueño es llegar a jefe de sector de un barrio, como su tío, el capitán Peralta, ya retirado y hoy chofer de bicitaxi.
"Quiero tener el control absoluto del barrio. Conocer la vida íntima de todo el mundo y sacarle lasca. Eso es tener poder, lo demás es paisaje".
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