domingo, 31 de marzo de 2019

Raúl y Díaz-Canel: Sin petróleo y en bancarrota.

Por  Cubanos por el Mundo.

He leído con atención un análisis realizado por Jorge Piñón en el diario El Nuevo Herald, referido a la situación del combustible en Cuba. Sin querer polemizar, y respecto al tema de los 45 días de reserva que se dice tiene la Isla, quisiera recordar la intervención de Raúl Castro durante la constitución de la Asamblea Nacional del Poder Popular en abril de 2018, fecha en que entregó su cargo a Miguel Díaz-Canel.

El expresidente del Consejo de Estado y de Ministros se refirió a ese específicamente a ese combustible de reserva y planteó que el mismo se había consumido ya que le dijeron que se iban a afectar los hospitales. Castro también explicó que, aunque es él quien firma las aprobaciones, ese combustible se usó sin autorización. En aquella fecha, él esperaba que se lo devolvieran en los plazos fijados. Cabría preguntarse entonces si con el descontrol y la desorganización que existe en el país, a la postre ingobernabilidad, fue devuelto este combustible a la reserva estatal. No me atrevería a aseverar que sea un hecho consumado, porque si un hombre con la fuerza y el poder de Raúl Castro, en un momento determinado, permitió que utilizaran este recurso e incluso lo avaló con su firma, cualquier cosa puede suceder. De hecho, si damos marcha atrás al almanaque, ya el General de Ejército hablaba de falta de disponibilidad de combustible en la clausura del X Período Ordinario de la VIII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en diciembre de 2017.

Los problemas eran obvios. Tenían que realizar ingentes esfuerzos para recuperar la credibilidad internacional de la economía. Los acreedores no creían en la voluntad de cumplimentar los compromisos asumidos en los diferentes procesos de reordenamiento de la deuda externa, cosa que, de momento, no ha cambiado, y prueba de ello es el desabastecimiento que hay en las tiendas de divisas, el cual se hace más alarmante al interior del país.

La cartera de pagos corrientes está llena y no hay forma de reducirla, por eso los proveedores no acceden a enviar más mercancías, saben bien que las dificultades por las que se está atravesando la Isla no son transitorias.

Aunque a partir de la mitad del año pasado se había resuelto negociar la deuda con algunas rebajas, en estos momentos, el régimen se ha vuelto a empeñar y el pueblo es el que sufre las consecuencias.



El propio Raúl Castro manifestó que se utiliza el camino de “pan hoy y hambre mañana”, lo que hace que se caiga de forma constante en un espiral de endeudamiento.

Para solucionar la deuda hace falta liquidez y habría que saber dónde están los ingresos que permitan cumplir con las obligaciones, porque el Estado cada día produce y exporta menos. Todo el mundo conoce que para el desarrollo son necesarias fuentes de crédito, que no se van a tener por ser “mala paga”, y que también hace falta desarrollar las inversiones extranjeras, algo que tiene numerosos frenos, entre ellos la doble moneda y la carta de inversiones.

Conocedor de todo lo anterior, desde inicios de su mandato, Díaz-Canel viene diciendo que considera inadmisible el robo de combustible en las empresas estatales por parte de sus empleados y exige el control de los funcionarios para frenar un problema endémico, algo difícil de lograr porque los que se supone controlen también roban.

En uno de sus discursos de principios de año, el nuevo gobernante planteó que el país gasta más de 3 mil millones de dólares en la compra de combustible. O sea, que las remesas que mandan los familiares en el extranjero para Cuba las consumen en su totalidad adquiriendo petróleo.

El Presidente “puesto a dedo” (el dedo de Raúl Castro) ha puntualizado que el robo de combustible es una señal de incapacidad de las entidades estatales y de poca exigencia de los dirigentes, por eso se ha establecido que las empresas que salgan mal en los controles, serán afectadas reduciéndoles el 50% del combustible asignado. Me imagino que será a todas, porque la contabilidad en Cuba es un verdadero desastre.

Cuba solo produce el 40% del combustible que necesita y aunque llegó a recibir de Venezuela 110 mil barriles diarios, hoy los envíos no llegan ni a la mitad de eso. Por tal razón, se piensa que se negocien acuerdos con otros países para hacer llegar el petróleo.

Después de analizar el panorama económico de la Isla, al que se le suma una lista interminable de problemas sociales, no sorprende que la juventud se quiera ir del país y, por consiguiente, que cada año la pirámide poblacional indique que los cubanos que quedan son más viejos. En fin, que se ha vuelto muy difícil vivir en esta bella tierra, destruida por el comunismo.

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