En dos décadas, Damián pudo comprar un jeep Willy de los años 50, permutar su pequeño apartamento en Buena Vista, Marianao, al oeste de La Habana, por una propiedad de dos plantas, tres baños y cinco habitaciones en el Reparto Fontanar y montar un negocio ilegal de venta de piezas de autos de la era soviética.
Cinco o seis veces al mes comía en paladares de lujo. Dos veces al año, junto a su familia, alquilaba en cualquier hotel todo incluido de Varadero. Y los fines de semana veía partidos del Real Madrid en un bar de moneda dura, mientras tomaba cerveza Heineken. Las aburridas consignas del régimen, los bajos salarios y tener que romperse la cabeza pensando qué comerían esa noche en su casa, no formaban parte de las preocupaciones de Damián.
Pero su felicidad y sus privilegios comenzarán a cambiar a partir del lunes 18 de marzo de 2019, fecha que marca el inicio de la reducción de la validez de la visa B2 para los nacionales cubanos: tres meses con una sola entrada, según una nota de prensa de la Embajada de los Estados Unidos en La Habana divulgada recientemente.
Fue el 1 de agosto de 2013 cuando el Departamento de Estado cambió la validez de la visa B2 para los nacionales cubanos, que entonces era de seis meses y una sola entrada, a una visa de múltiples entradas por cinco años. En el año fiscal 2016, de los 14,291 cubanos que recibieron visas, la mayoría, 7,583, viajó con visa B2, otorgadas para hacer turismo, visitas familiares, tratamiento médico y participar en eventos musicales y deportivos, entre otros.
“Trump es una pesadilla. Gracias a la visa múltiple, yo trabajaba un tiempo en la yuma, ganaba dinero y luego lo invertía en Cuba. Con este machetazo, el panorama se tiñe de negro. Ya veré qué invento”, dice Damián indignado.
Olga Lidia viajaba hasta tres veces al año a Miami y aprovechaba su estancia para trabajar un par de meses por la izquierda. Con el dinero reunido, compraba ropa, teléfonos inteligentes y computadoras que vendía al doble de su precio en La Habana. “La visa B-2 era un batazo. Podías vivir bien en Cuba gracias a los dólares que raspabas en Estados Unidos. Con esa visa se podía viajar a cualquier país de América. En lo adelante, si quiero seguir en el negocio, tendré que hacer cola o pagar una jugosa cantidad si quiero obtener la visa mexicana por diez años o panameña por cinco”.
Eduardo, economista, apunta que “gracias a esa facilidad migratoria, un segmento de cubanos aprovecharon esas ventajas para abrir negocios y mejorar sus niveles de vida. Hay personas que con las ganancias obtenidas, se enrolaron en el negocio de compra y venta de casas o adquirieron varios vehículos que luego alquilaban y le representaba una buena entrada de dinero. Ahora, al poder viajar solo una vez al año, la situación se les complica”.
Desde luego, no todos los cubanos que tenían visa B2 la utilizaban para trabajar o hacer negocio por su cuenta. Con la visa múltiple por cinco años, decenas de opositores y periodistas independientes participaron en conferencias, talleres y cursos en Estados Unidos. O como Rolando, quien cada seis meses visitaba a sus hijos y nietos ren la Florida.
Muchos en la Isla reaccionaron agresivamente cuando al final de su mandato, el presidente Obama eliminó la política de ‘pies mojados-pies secos’ y dio por terminado el programa federal que permitía a los profesionales cubanos de la salud solicitar residencia en Estados Unidos. Pero después que la Casa Blanca limitó el personal en su Embajada en La Habana, por supuestos ataques a la integridad física de sus diplomáticos, y ahora, con la nueva regulación que elimina la visa B-2 por cinco años, entre los cubanos de a pie vuelven las criticas subidas de tono hacia el gobierno de Estados Unidos.
“Brother, los yumas son de tranca. Lo que quieren es poner a los cubanos contra la pared y que se tiren pa’la calle a protestar. Olvídate, que aquí es tanto el miedo, que la gente prefiere tirarse al mar en un bote que buscarse problemas por asuntos políticos”, dice Boris, en las inmediaciones de la Embajada estadounidense en El Vedado.
Los que tienen entre sus planes emigrar son los más indignados. “Pensaba que con Trump las cosas irían mejor para los cubanos. Pero me equivoqué, las trabas han aumentado. Dos o tres veces al año iba a ver a mi familia, ahora solo podría ir una vez al año y estar tres meses. Si mi aprueban, porque los funcionarios yumas del consulado en La Habana le están dando el bate a casi todo el mundo”, se queja Oneida.
Emilio, ex funcionario de relaciones exteriores, considera que “gústenos o no es un acto legitimo y soberano de las administraciones estadounidenses limitar o derogar cualquier acuerdo migratorio. Los cientos de cubanos que tenían visa múltiple consideraban que esos privilegios eran inamovibles. Cuba es el único país del mundo al cual anualmente se le otorgan 20 mil visas por concepto de reunificación familiar. Otra excepcionalidad la Ley de Ajuste. En el caso de la limitación de la visa B-2 es un asunto de reciprocidad. El gobierno cubano tiene varias cartas en la mano. Pudiera, y debiera, eliminar las absurdas restricciones a los profesionales que abandonan sus misiones y deben esperar ocho años para volver a su país, abaratar el costo de los trámites, que son carísimos, para que los cubanos residentes en Estados Unidos viajen a Cuba, y emitir para los estadounidenses una visa por cinco o diez años”.
La autocracia verde olivo no ha movido bien sus fichas. Durante la luna miel con Obama, constantemente se quejaban, ponían obstáculos y solicitaban cosas imposibles, con tal de mantener el estúpido inmovilismo interno político y económico. Su estrategia fue obtener beneficios sin dar nada a cambio. Por supuesto, están extrañando a Obama: Trump ha arreciado el embargo y promulgado sanciones contra empresas militares.
La declaración de la cancillería cubana sobre la nueva medida migratoria de Estados Unidos, haría palidecer de envidia a Talleyrand o al mismísimo Maquiavelo. Es hipócrita que un régimen que condenó en duros términos a la emigración y cobra altos impuestos a los paquetes remitidos por nuestros parientes desde el exterior, intente venderse como un buen samaritano. Si algo el castrismo siempre ha odiado es a los emigrantes cubanos, a quienes les tildó de ‘gusanos’.
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