Por Patricia Quintana.
Fidel Castro en "El Bogotazo" (Foto: Misiones Cuba Minrex).
En abril de 1948, el asesinato del líder populista Jorge Eliecer Gaitán desencadenó una serie de actos violentos que sembró el caos en la ciudad y trascendió como “El Bogotazo”. El entonces joven Fidel Castro, a sus 22 años, se involucró en lo que el dictador describió posteriormente como “otra aventura” de su vida.
Castro, estudiante de Derecho de la Universidad de La Habana, se encontraba en Bogotá para participar en el Congreso Latinoamericano de Estudiantes, que se realizaba en coincidencia con la IX Conferencia Panamericana, donde se adoptó la Carta de la Organización de Estados Americanos (OEA).
En Bogotá, con Fidel estaban otros dos jóvenes, Enrique Ovares, presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) y Alfredo Guevara, secretario de la organización.
Estudiantes colombianos pusieron a Castro en contacto con Jorge Eliécer Gaitán y el 7 de abril de 1948 se econtraron. “Encontré a una persona de mediana estatura, aindiado, inteligente, listo, amistoso. ¡Con qué amistad nos trató! ¡Con qué afecto! Nos entregó algunos de sus discursos junto a otros materiales, se interesó por el congreso y nos prometió clausurarlo en un acto multitudinario en el estadio de Cundinamarca”, rememoró el dictador en entrevista con la periodista Katiuska Blanco, quien recogió las anécdotas en el libro Fidel Castro Ruz. Guerrillero del tiempo.
El 9 de abril, sin embargo, Gaitán fue baleado y los planes de Castro se frustraron. Presuntamente, como apunta Luis Cino, fue ultimado a balazos por Juan Roa Sierra, un joven perturbado mental que había pedido al líder liberal ayuda para conseguir empleo.
Una de las hipótesis sobre su muerte sugiere que la dirigencia del Partido Conservador estuvo detrás del asesinato y que Juan Roa Sierra solo fue el ejecutor del plan homicida, pero nunca se pudo probar.
El momento supuso un punto de inflexión en la Colombia de 1948. Miles de muertos, edificios saqueados e incendiados fue el cierre de las jornadas desatadas aquel 9 de abril de 1948.
Un entusiasta Fidel Castro en medio de la revuelta.
Fidel relató aquelló como una “aventura” más de su paso por Colombia. “¡Nadie se puede imaginar las grandes aventuras que viví en tan poco tiempo!”
El día de la muerte de Gaitán, se sumergió en la turba enfurecida. Decidió salir a ver qué pasaba y con un “hierro” en mano se dirigió a la zona donde radicaba la oficina del líder asesinado.
Exultante, el joven Fidel encontró la ocasión propicia para arengar ante la población, quizás la única forma que halló el estudiante burgués para involucrarse.
“Cuando desemboqué en la calle, vi gente rompiendo las vidrieras. En un momento había una mezcla de acciones y emociones, todavía no robaban pero estaban furiosos y rompían todo a su paso. Yo traté de persuadir a algunos”, dijo.
Su aporte al Bogotazo fue exclamar: “¿Por qué hacen esto? No hagan esto”. Además, les pidió “que no destruyeran, porque inmediatamente me di cuenta de que si empezaban a destruir, iban a crear una mala imagen y disgusto popular”.
El “salvador” Fidel, la imagen suya que quiso perpetuar en el libro de su siempre fiel biógrafa Katiuska Blanco, era una imagen del miedo y de la incertidumbre: “Era como tratar de aguantar con las manos un río crecido”.
Contra la máquina de escribir.
De ese día ha quedado también la anécdota de cuando lanzó una máquina de escribir de un joven que resultó ser Gariel García Márquez.
“Yo llegué a un parque y vi a un individuo dando palos, golpes, tratando de romper una máquina de escribir, y lo vi tan angustiado y pasando tanto trabajo para romperla, que le dije: ‘Espérate, no te desesperes, dame acá’, y agarré la máquina y la tiré hacia arriba, fue lo que se me ocurrió para ayudar a aquel hombre”. Años más tarde, García Márquez reconoció que él era aquel hombre de la máquina de escribir.
De las revueltas se alejó. Fidel Castro, Alfredo Guevara y Enrique Ovares se refugiaron en la Embajada cubana, luego de las noticias de que la policía andaba tras su rastro. Las autoridades cubanas resolvieron llevarlos de vuelta a Cuba.
“A la vuelta de El Bogotazo, cuando me dediqué en serio a estudiar, ya estaba mentalmente condicionado para volverme socialista y comunista sin haber estudiado el marxismo”, apuntó. Pero aquello de su participación en El Bogotazo ha quedado para la historia como un fiasco.
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