La editorial Ciencias Sociales (La Habana) tuvo la ocurrencia de publicar Cuba, la Ilustración y el socialismo (2005), que los filósofos marxistas Carlos Fernández Liria (Zaragoza, 1959) y Santiago Alba Rico (Madrid, 1960) no encontraban cómo sacarlo ni siquiera por la casa editora vascongada Hiru Argitaletxea (Hondarribia).
Ellos engarzaron la santísima trinidad de título con el significado de Cuba para el proyecto inacabado de la modernidad: en esa Isla pintoresca proseguiría germinando "una nueva exégesis de la libertad", sobre la base de "la idea socialista de la política como criterio de instauración de lo social [y] la idea ilustrada de la individualidad como fuente del poder".
Desde luego que le zumba el merequetén concebir semejante exégesis bajo un Estado que siempre subordina al individuo y encuadra su libertad dentro de estrechos límites de disenso, es decir: que se muestra sumamente intolerante. Así y todo, Carlos y Santiago concluyen que Cuba es la última frontera de realización de:
- La necesaria centralidad de la política sobre la economía
- La conciliación práctica entre capital y trabajo, así como entre trabajo y dignidad
- La conciliación democrática entre individualidad plena y justicia social
- La vida alegre y ascética
- El impulso revolucionario a las nuevas generaciones
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