martes, 21 de diciembre de 2010

Cuba abandona la planificación.

Si pinchas aquí podrás acceder a un excelente reportaje de Mauricio Vicent sobre Cuba y su proceso de apertura económica. Es el segundo proceso ya que tras la caída del Muro de Berlín comenzó lo que Fidel llamó el Periodo Especial. La extinta URSS finalizó el programa de cambio de azúcar por petróleo y la economía cubana colapsó. Veinte años después la renta por habitante oficial sigue un 30% por debajo de la de 1990. El régimen inició un proceso de apertura económica que abortó en 1995 por miedo a perder el control político.

El 31 de Julio de 2006 Fidel inesperadamente cedió los poderes a su hermano Raúl fruto de una enfermedad por primera vez desde 1959. Yo estaba de viaje de placer en la Habana pero las horas centrales del día el calor y la humedad hacen imposible disfrutar de la isla por lo que aproveché para entrevistarme con personal de nuestra embajada, con altos cargos del ministerio de economía y con periodistas. Ya entonces comenzaban a hablar del modelo vietnamita que ahora quieren implantar. Para un economista observador ir a un país con planificación económica es como para un bioquímico trabajar en un laboratorio.

Yo no tengo mucha información sobre Vietnam pero la suficiente para saber que han optado por una economía mixta y la renta por habitante crece con fuerza. El estado mantiene un peso importante en la economía pero deja que la iniciativa privada se encargue de la mayoría de sectores productivos. Es lo mismo que hicimos los españoles en 1959 y es el inicio de la historia de éxito de nuestro Pura Sangre.

En un solo mes ya hay 80.000 peticiones de empresarios casi el doble de las existentes y si el proceso continúa seguirán creciendo exponencialmente resolviendo el grave problema de eficiencia que padece la economía cubana fruto de medio siglo de planificación económica.

No obstante el proceso de liberalización tiene que ir acompañado de un Plan de Estabilización. La principal fuente de ingresos públicos son las materias primas, principalmente Niquel, y los impuestos que generan los sectores privatizados y en manos de multinacionales. Cuba tiene un sistema monetario dual con un peso convertible que vale 24 pesos cubanos. Las multinacionales pagan al Estado en pesos convertibles y éste paga a los trabajadores en pesos cubanos por lo que impone una tasa sobre el salario del 95%.

Ahora tendrán que eliminar el sistema dual y pasar todos los precios de la economía, incluyendo los salarios, a pesos convertibles. La subida de precios simplemente hará reflejar los precios reales de la economía pero después de la perturbación será importante que el Banco de Central controle la cantidad de dinero para evitar una espiral inflacionista precios salarios que podría arruinar el proceso de apertura.

El modelo estará orientado a la exportación y por eso es importante fijar una paridad con el dólar competitiva e infravalorada para favorecer las exportaciones y compensar los diferenciales de inflación del cambio de sistema monetario. Y sobre todo es fundamental que el Estado diseñe un sistema tributario y adecue sus gastos a los ingresos. La economía privada necesitará invertir en capital y la mayoría de bienes serán importados. Por eso es prioritario que toda la entrada de divisas vaya destinada a la inversión productiva generadora de empleo y el Estado debe tener fuentes de financiación exógenas que eviten entrar en competencia por esos recursos de financiación exterior tan escasos.

En 2006, tras mis conversaciones en la isla, era muy pesimista sobre la posibilidad de un proceso de apertura. Cuatro años después parece que se pone en marcha y es una excelente noticia para un economista. En estos procesos los problemas económicos son los más sencillos de resolver y lo más complicado es luchar contra el statu quo del régimen. El proceso necesita liderazgo y Raúl, uno de los líderes de la revolución es el elegido. Por el bien de la sociedad cubana les deseamos todo el acierto del mundo y que el proceso llegue a buen puerto. Lo deseable es que el proceso sea el preludio de una Cuba democrática. En España tuvimos que esperar quince años, aunque es cierto que el éxito económico también supuso una apertura social y política que acabó con el régimen tras la muerte del dictador.
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