El problema es mucho más simple: el socialismo no funciona y es una maquinaria contra los sueños y la vida de los ciudadanos.
La jerarquía criolla, unos pícaros tarambanas, parientes, amigos y un dispositivo de cómplices y guatacas se nombran en los cargos con el dedo índice y unas palmadas en los hombros. Ellos ejercen el mando sin rendir cuentas a la población, porque para resolver ese tema el socialismo prohibió las protestas y abrió las cárceles. Además, eliminó radicalmente cualquier referencia a un esquema de elecciones democráticas.
Nadie tiene que decirles a los jefes lo que sucede en el país, ningún cubano de a pie se ve en la obligación de contarle a los que gobiernan con metralletas la situación que padecen.
Los tipos del poder la conocen al detalle y no están en disposición de realizar cambios o alterar las cosas porque es ese sistema disfuncional y descalabrado el que les permite sus privilegios.
Es el socialismo lo que les facilita vivir en una isla suntuosa y llena de abundancias materiales, en medio de un país mediocre, donde si se escribe la palabra porvenir, es obligatorio hacerlo con faltas de ortografía.
Es cierto que para los señores que tienen las riendas en Cuba lo más trabajoso puede ser sostener todos los días un discurso divorciado de sus verdaderos ideales donde predomine el elogio del proletariado, el vínculo y la hermandad con sus subalternos y toda la retórica hipócrita que utilizan los comunistas para que nada los saque del timón del carro.
Algunos de los cuadros políticos son creativos y hacen su esfuerzo. Esta semana, el primer secretario del partido en la provincia de Santiago de Cuba, a 900 kilómetros al este de La Habana, publicó en Sierra Maestra, el periódico local, una lista con los números de los teléfonos de los cargos más importantes de la ciudad porque “la pandemia del coronavirus ha agudizado la situación económica del país e incrementado las carencias.”
El dirigente dio a conocer los teléfonos para que los santiagueros puedan llamar y “tramitar sus inquietudes con mayor agilidad.” Y ya está. Ahí tienen una batería de números sin nombres para cualquier molestia.
Sí, el socialismo es una maquinaria perfecta contra los ciudadanos y sus sueños.
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