Por Henry Chirinos.
Los cubanos, de adentro y de afuera, viven en un constante dilema, gracias al régimen cubano. El que se fue, viendo cómo subsiste cumpliendo con sus compromisos en el país de acogida y cómo envía para sostener totalmente a quienes quedaron en la isla, pues estos a merced de un Estado forajido, ganan salarios mediocres que no permiten suplir las necesidades más básicas y elementales, como las tres comidas diarias.
En ese sentido, y como desde hace buen tiempo han aprendido a hacer los cubanos, llega el testimonio de un emigrante, cuya vivencia no es extraña para la gran realidad de quienes maleta en mano salieron buscando la forma de salir adelante.
“Aquí estoy cargando el camión, aquí me ven cargando el camión para poderle mandar 100 euros a mi madre, ponerle una recarga; a mi madre que hizo licenciatura en Español, medalla por la educación cubana, con Máster en Ciencias Pedagógicas pero compró un pernil de 22 libras y son 900 pesos, el salario de ella y de mi papá”, narra el cubano en un video compartido por Cubanos por el Mundo en su cuenta de Instagram.
Dirige la interrogante para quienes, aún viviendo en la más absoluta desdicha, se atreven a defender al régimen cubano, todo bajo un sistema que los oprime.
“¿Qué tanto defienden? Es que no pueden mirar lo que están haciendo los demás por los que están adentro pa’ que todavía los que están adentro sigan con la estupidez y la monogamia de pensamiento, sin ni siquiera cuestionarse las cosas. Ya no es cuestión de rabia, es cuestión de pena”.
Durante décadas, los cubanos fueron divididos entre “los que se fueron y los que se quedaron”. Los primeros, culpados de ser traidores, mercenarios, gusanos, han sido el gran soporte de quienes continúan dentro de la isla, para soportar la falta de medidas macroeconómicas, así como la esperanza de también reunirse de nuevo, abandonando la isla cárcel.
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