Por Iván García.
La mesa está servida. Una pandemia mundial que impactará en una reducción del PIB local entre un 8 o 10 por ciento, acompañada por una crisis económica estacionaria que le estalla en la cara al régimen luego de tres décadas de disparates financieros y baja productividad. Según Gustavo, 65 años, ex profesor universitario de economía, los actuales índices económicos del país asustan. Y sus ajustes, implementados a medias, llegan con retraso.
“Cuánto quisiera equivocarme. Pero estamos ante la tormenta perfecta. Algo tenían que hacer, era evidente, la economía sufre metástasis. Pero algunas medidas implementadas ahora con urgencia debieron aplicarse hace diez años. Creo que no van surtir efecto. O peor, pueden ser contraproducentes. Lo pernicioso no es solo de índole económico, incluye varios factores. Que van desde el voluntarismo de Fidel Castro, quien administró el país como si fuera su finca privada, una planificación de la economía de corte soviético, doble moneda, tres o cuatro tipos diferentes de tasas cambiarias en las entidades empresariales, baja productividad, descapitalización de la industria, agricultura intensiva y desguace de las industrias azucarera y pesquera hasta controles de precios muy perjudiciales para el aparato productivo. La cuchilla del cirujano, dígase el actual gobierno, no va remediar el cáncer existente aunque reformen parcialmente la economía. Porque el problema, más que económico, es sistémico”, opina el ex profesor universitario.
Otros economistas no son tan drásticos en su evaluación. Consideran que las reformas que comenzarán aplicarse próximamente van en sentido correcto. Lo que provoca duda es la hoja de ruta diseñada por el régimen en su aplicación.
Nuria, economista, cree que las reformas eran necesarias, pero “no tienen el calado suficiente. Desde mi óptica, el gobierno optó por poner parches. Y se necesita ser más radical. Liberalizar las fuerzas productivas, de verdad, que un simple slogan, y dejar de fiscalizar con lupa la producción agrícola y la generación de riquezas. La aprobación de micros, pequeñas y medianas empresa es correcta. Pero debieron de aplicarse con antelación a la reforma salarial y monetaria para estimular la producción e impulsar la creación de bienes. El aumento de los salarios llega en el peor momento. Estará circulando una masa grande de dinero, donde una parte importante de ella, sobre todo en el sector burocrático que es descomunal en Cuba, no tiene respaldo productivo. Al no existir una oferta variada de bienes y servicios y con una producción agrícola deprimida, es indudable que los precios se van a disparar. Jugar a controlar un proceso inflacionario con decretos, topes de precios y otras herramientas políticas o económicas es como tener una fosforera prendida en un depósito de gasolina”.
A un especialista consultado, le alarma la dolarización de un sector del comercio minorista, pues de una forma u otra, traerá nuevas distorsiones en la economía interna. “Se supone que cualquier reforma que parta de cero, como el ordenamiento monetario, el valor de la moneda nacional estaría bien cotizado. En el caso nuestro, a partir del día cero, el peso comenzará a circular devaluado. La pregunta es cómo será esa devaluación: si será ligera, mediana o profunda. El alza de precios que ahora mismo está aconteciendo en la venta de alimentos antes de comenzar la reforma, es una señal de que el proceso inflacionario pudiera ser letal. Sin una adecuada oferta de bienes y servicios la inflación va a devorar el aumento de los salarios”.
Otra inquietud entre analistas y cubanos de a pie es la dolarización parcial de la economía. Andrés, ingeniero industrial, considera que “el gobierno no hace nada subiendo los salarios si los mercados que venden en pesos están desabastecidos. Los teléfonos móviles, electrodomésticos, artículos de aseo y alimentos se ofertan por dólares. Se rumora que también por dólares se venderán ropas de marca, muebles de calidad y materiales de construcción. La venta de tractores, importación de mercancías o comprar un auto hay que pagarlo en divisas. Como el Estado no paga en divisas, es indudable que aumentará la cantidad de personas que se verán obligados a comprar dólares para sostener sus negocios y mejorar su calidad de vida. El banco alega que no tiene liquidez para vender divisas. Entonces la gente va a tener que recurrir al mercado negro para comprarlas. La gente se pregunta cuánto va costar el dólar después del alza salarial”.
Rigo, un cubano residente en la Florida que se dedica al negocio de enviar remesas a la Isla, opina que si el gobierno no establece un marco jurídico, sobre todo después del cierre de la Western Union, los precios de las transferencias se van a disparar. “Si las autoridades son inteligentes, abrirían una oportunidad para que emprendedores como yo, que hemos ganado dinero en Estados Unidos de manera legal y pagando un impuesto razonable por la importación de divisas podamos operar. Pero si el gobierno arremete contra esos emprendedores los precios van subir”, vaticina y añade:
“Mi sueño es ir a un banco con una licencia del Departamento del Tesoro, sacar 200 mil dólares en billetes de a cien, montarme en un avión, ir para Cuba, y en un banco allá hacer un depósito y poder transferir remesas que familiares envían desde Estados Unidos. Por supuesto, todo legal”.
Dos personas que trabajan en Miami en agencias de envíos de remesas, coinciden con Rigo: la pelota está en la cancha cubana. “El régimen tiene la última palabra. Si negocian con las agencias de la Florida se puede establecer una comisión que no exceda el diez por ciento, o menos, por cada cien dólares enviados. Para que eso suceda, debieran existir garantías jurídicas y sobre todo transparencia. De lo contrario, las comisiones fluctuarían entre un 18 y 25 por ciento, lo que encarecería el envío de remesas. El giro de dólares a Cuba no se va a detener. Por una vía u otra el dinero llegará. Mientras más caro cueste importar las remesas, repercutirá en el valor del dólar en el mercado negro cubano”, subrayan.
Desde 2015, Guillermo hace transferencias hacia Cuba desde un país sudamericano. En su opinión, lo “ideal sería pactar un trato con el gobierno y ser una especie de sustituto legal de las Western Union, pero me temo que no será posible, porque las empresas militares no van a perder tan fácil su tajada en el negocio de las remesas. Se han hecho multimillonarios con ese bisne. Lo más probable es que traten de impedir el envío de dólares a Cuba por otros canales que no sean los establecidos por el gobierno”.
Gustavo, el profesor universitario jubilado, expresa que el dólar cobrará mayor protagonismo. “Por cada día que pase sin solucionarse la crisis económica y no se produzcan suficientes bienes y alimentos, será una carta blanca para que el dólar se cotice al alza en el mercado clandestino. Si no se puede controlar el proceso inflacionario, el dólar podrá superar la barrera de uno contra 150 pesos, como ocurrió en determinado momento del Período Especial. En ese caso, habrá que añadirle ceros al peso. El mejor negocio para muchos ahorristas cubanos será refugiarse en el dólar u otras divisas extranjeras. El peso podría ser puro papel a la vuelta de dos años si las reformas fracasan”.
Los analistas aún no pueden afirmar que la inflación en Cuba se dispare al nivel de la Venezuela de Maduro. Pero algunos piensan que va por ese camino.
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