Por Elías Amor.
Playas de Cuba (izq) y República Dominicana (der).
El régimen comunista cubano ha anunciado, por sorpresa, su intención de proceder a la apertura del turismo internacional a partir del próximo 15 de noviembre. Y esta decisión se ha justificado por dos motivos: primero porque en esa fecha ya se habría alcanzado el 90% de la población vacunada; y segundo, porque no se puede aguantar más tiempo sin divisas.
El ministro de Turismo cubano, Juan Carlos García Granada, explicó en la Mesa Redonda del pasado 9 de septiembre los planes del régimen para retomar la actividad turística, un sector que si bien apenas alcanza un 6,5% del PIB y del empleo total, tiene un valor importante, toda vez que es una fuente esencial de divisas de la economía. De modo que las autoridades han fijado el 15 de noviembre, con plazo de dos meses por delante, porque entienden que el sector necesita preparación para comenzar sus operaciones, el trabajo de los turoperadores, las agencias, los anuncios publicitarios y la logística. También podría salir mal.
Las autoridades comunistas se han puesto nerviosas y no pueden esperar más tiempo. La caída del turismo en Cuba ha sido espectacular desde el primer trimestre de 2020, como se observa en el gráfico 1. A pesar de ser un sector estratégico y tener esta consideración en el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030, lo cierto es que la pandemia provocada por el COVID-19 ha mostrado la debilidad extrema de la apuesta por el turismo internacional, y que cuando el entorno se complica, las cosas se puede poner realmente muy feas, como de hecho ha ocurrido.
Gráfico 1.- Evolución del turismo en Cuba 2020-2021
¿Serán suficientes estas medidas? ¿Vendrán a Cuba los españoles, italianos o canadienses por este tipo de medidas adoptadas por el régimen comunista? Es dudoso. El turismo quiere, además de precio y calidad, seguridad, tranquilidad y estabilidad. Al menos, el turismo masivo que llena los hoteles, que es el modelo por el que apuestan los dirigentes del régimen. Ese turismo no quiere sobresaltos, es miedoso y quiere sacar el máximo provecho de su experiencia. ¿De verdad alguien cree que con estas medidas, de espanto, el régimen va a atraer a alguien?
Además, luego están los indicadores de salud, que no remontan. Los últimos datos de la COVID-19 en Cuba son los peores desde el comienzo de la pandemia en 2020. Las instalaciones sanitarias se encuentran desbordadas y existe una sensación de causa perdida que se corresponde con los datos oficiales. Con cifras de Our World In Data, con fecha de corte del 4 de septiembre, los porcentajes de vacunación (una dosis) en América Latina son los siguientes: Uruguay 76,76%, Chile 75,12%, Brasil 64,49%, Panamá 63,74%, Argentina 61,94%, Ecuador 59,81%, Costa Rica 59,53%, El Salvador 56,06%, República Dominicana 53,40%, Cuba 50,12%, Colombia 46,35%, México 45,11%, Belice 41,39%, Guyana 39,66%, Surinam 34,79%, Bolivia 34,11%, Perú 32,20%, Paraguay 31,37%, Honduras 27,52%, Venezuela 20,92%, Guatemala 18,90%, Nicaragua 6,61% y Haití 0,24%
Cuba en el décimo puesto, con un 50,12% de población vacunada, está por debajo de República Dominicana, con 53,4%. Conviene retener estos datos.
Por otra parte, si se atiende al número de infectados ofrecidos por los ministerios de Salud de los países (datos oficiales), con fecha de 10 de septiembre, Cuba con 720 739, ocupa el puesto séptimo del conjunto de países de América Latina. La República Dominicana con 352 441 se sitúa mucho más abajo, en el puesto 18. Como ambos países tienen una población similar, en torno a los 11 millones, la incidencia relativa en Cuba es más del doble.
Es evidente que Cuba registra peores resultados comparativos con la República Dominicana en la lucha contra la pandemia. Y ello, como es de suponer, tiene su correlato en la evolución del turismo. El turista que quiere pasar sus vacaciones en el Caribe, no quiere sobresaltos. El gráfico 2 muestra la estadística turística de República Dominicana: un éxito.
Gráfico 2.- Evolución del turismo en República Dominicana 2020-2021
Ya pueden decir las autoridades comunistas cubanas lo que quieran y echar la culpa al embargo y lo que les dé la gana: el gráfico 3 es contundente. El flujo turístico a Cuba (línea de color azul) no remonta, se estanca, apenas crece en 2021 con respecto al turismo que se dirige a República Dominicana (línea naranja) donde existe lo que podría denominarse como un “retorno a la normalidad” habiéndose alcanzado el nivel de partida de los dos primeros meses de 2020, mientras que en el caso cubano, se está por debajo del 90%. Hasta los rusos han preferido el turismo de República Dominicana al de Cuba este verano, ¿por qué será?
No es extraño que las autoridades comunistas pierdan los nervios. Ni la salud ni el turismo van por buen camino. Nadie en Cuba ha pensado que estas son las dos variables de una ecuación que deben tener los mismos valores. De nada sirve luchar para aumentar el turismo si la pandemia sigue ahí. Solo reduciendo la incidencia de casos, se puede producir el despegue del turismo.
La prueba está en que todos los parches del régimen durante este último año y medio, como el “programa turismo más higiénico y seguro”, o la certificación de entidades para el autocuidado, no dan los resultados buscados. Y la campaña de vacunación no alcanza los porcentajes de otros países, por mucha propaganda que se haga; más bien parece estancada al no acabar de conseguir las vacunas cubanas la aceptación de la OMS.
Insisto: al turismo internacional no se le atrae con protocolos de atención médica y enfermería dentro de las instalaciones ni con vigilancia epidemiológica.
Desconozco lo que hacen en República Dominicana, pero allí no hay tanta palabrería y anuncios oficiales relativos al compromiso, la disciplina y la entrega de los trabajadores del sector para ayudar al pueblo. Se tiene la impresión de que los resultados del turismo en ese país son excepcionales, incluso mejor que los producidos en algunas potencias del sector. La demagogia comunista y la verborrea tienen poco o nulo interés cuando se trata de gestionar la actividad económica, donde lo que toca es hacer bien las cosas, con orden y responsabilidad, por supuesto que sí, para ganar dinero, pagar salarios, crear empleo y poder crecer sin depender de las arcas y las decisiones del Estado.
El turismo comunista cubano tiene en la República Dominicana un buen ejemplo a seguir, pero los gobernantes de la Isla no mueven ficha porque saben que en esa parte de La Española el turismo está bajo control absoluto del sector privado, con una participación muy limitada del Estado. Ahí reside la clave del éxito diferencial, y una clara orientación de qué es lo que se debe hacer. Los datos no admiten dudas.
Sobran los mensajes grandilocuentes, como los que lanzó el ministro del sector en la Mesa Redonda: “El país asume con responsabilidad la actividad turística que se reanudará, próximamente, en todos los escenarios posibles y con la aspiración de incrementar las cifras económicas, siempre atendiendo a la salud de la población y bajo el desafío de alcanzar niveles precedentes a la etapa del azote de la pandemia”. Toda esa patulea sobra; lo que se tiene que hacer realmente está muy claro. República Dominicana indica el camino a seguir.
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