Por Roberto Álvarez Quiñones.
Fidel Castro no solo impuso un record mundial como el dictador que más tiempo ha estado en el poder (52 años), sino otras plusmarcas planetarias, entre ellas la del jefe de Gobierno que más ha mentido a su pueblo, y durante más tiempo.
Tanto mintió que puso en duda la validez de la afirmación de Abraham Lincoln de que "se puede engañar a todo el mundo algún tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo". El comandante en jefe mintió a todos, todo el tiempo.
Desde la Sierra Maestra prometió que, al triunfar su revolución (porque era de él), se restablecerían la democracia liberal, la Constitución de 1940, la libertad de prensa y de expresión; se elegiría un nuevo presidente de la República en elecciones en las que él no se presentaría, pues no le interesaba el poder sino volver a ejercer su profesión de abogado. Y ya en La Habana juró que en Cuba no habría jamás comunismo, ni se estatizaría la economía.
De las mentiras posteriores ni qué decir. La historia de Castro I es la de un mitómano compulsivo que pasó toda su vida embaucando a todos. Esa mitomanía se enraizó en el tuétano del castrismo y está en el ADN de la "revolución", el mayor fraude en la historia político-social de las Américas.
Su más fiel discípulo, su hermano Raúl, hace gala de ese ADN. A medida que se agrava la crisis derivada de la devastación de Venezuela y la inviabilidad del socialismo, va ordenando a sus burócratas que mientan más y más, sin pruritos, para evitar que coja más presión la caldera social cubana.
El general ha prohibido llamar por su nombre al nuevo "Período Especial", que es ahora "tensión financiera". Y el "presidente" por él designado ya no se mide para falsear la realidad sin escrúpulo alguno, al igual que los ministros del equipo económico.
Hace poco, Díaz-Canel botó la pelota al anunciar que el Producto Interno Bruto (PIB) en 2018 creció en un 2,2% , más del doble que el 1,0% reportado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) para toda Latinoamérica, y también el doble del 1,2% informado en diciembre en la Asamblea Nacional.
obra decir que esa cifra de 1,2% ya fue falsa, pues la economía cubana está en recesión hace rato, si se calcula el PIB correctamente y no con trampas como la de contabilizar como ingresos y nuevos valores creados los gastos estatales multimillonarios de la Salud Pública y Educación.
Todo va peor, pero la economía "crece".
El ministro de Economía, Alejandro Gil, subió la parada y dijo que en 2019 el PIB de Cuba crecerá en un 1,5%, o sea, más que duplicará el 0,6% que prevé el FMI como crecimiento de la economía latinoamericana para este año.
Rodrigo Malmierca, ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, informó que en 2018 el intercambio comercial de Cuba con el mundo aumentó en un 5%, pero según estimados de economistas en la Isla en 2018 las exportaciones cubanas de bienes no llegaron ni a 1.600 millones de dólares, solo un tercio de los 5.399 millones que vendió en 1989. ¿Qué otro país del mundo exporta hoy la tercera parte de lo que vendía hace 30 años?
Nada menos que la CEPAL, entidad penetrada por el castrismo hace décadas, reveló que en 2018 en Cuba cayeron los ingresos por las exportaciones, el turismo y los servicios prestados en más de 60 países por más de 30.000 médicos a los que explota como esclavos de bata blanca.
El propio Díaz-Canel prometió que no habría "apagones programados" en el verano, y en 11 días la prensa independiente cubana reportó 462 apagones en 68 municipios de 15 provincias. El ministro de Energía y Minas, Raúl García Barreiro, dijo que los apagones se deben a averías y prometió que pronto todo estaría resuelto. A Barreiro le tienen prohibido decir que la falta de petróleo es una de las principales causas de los apagones que asfixian a los cubanos en pleno julio, paralizan los ventiladores y aires acondicionados y hacen que se descompongan los pocos alimentos en los refrigeradores, muchos adquiridos a precios exorbitantes.
El PIB, según el Gobierno, va a crecer mucho más que en Latinoamérica, pero la zafra azucarera fue nuevamente un desastre, al punto de que el país ha tenido que importar azúcar. También Cuba recibirá en 2019 un millón menos de turistas. Oficialmente se esperan 4,3 millones, es decir, 400.000 turistas menos que en 2018.
Se sabe, también oficialmente, que desde ahora y en los próximos meses se cerrarán total o parcialmente 300 empresas estatales industriales por la falta de combustible y por la paralización de las importaciones de más del 60% de las materias primas.
La escasez agobia, pero "todo va bien".
Irónicamente, mientras el 13 de julio la Asamblea Nacional aprobaba una nueva Ley de Pesca, allí mismo en el Palacio de Convenciones se informaba que el consumo per cápita anual de pescado bajó de 16 kilogramos en 1989 a 4,3 kg en 2014, y que en los últimos cinco años las capturas de la pesca cubanas cayeron en un 70%. Algo inaudito.
Hay 8.000 médicos menos explotados en el extranjero, una alarmante escasez de pollo, harina, aceite, huevos, carne de cerdo, combustible, medios de transporte, ropa, zapatos y productos de higiene personal. No hay ni amalgama para hacer empastes dentales.
En las farmacias faltan 44 medicamentos clave , lo cual puede causar muertes de pacientes. Según el MINSAP no hay clonazepan, risperidona, fluodrocortisona y atenolol, todos regulados mediante una tarjeta. Han desaparecido analgésicos, antipiréticos, antiinflamatorios no esteroideos, antibacterianos y cefalosporinas.
Por otra parte, los nuevos trenes nacionales, fabricados en China, estrenados recientemente, llegan a su destino con hasta seis horas de atraso, entre otras causas porque se detienen durante horas en distintos puntos del trayecto, ya que los maquinistas temen accidentes debido al pésimo estado de las vías férreas. Pero la economía cubana "crece", y a mayor ritmo que el resto de América Latina.
En el plano ya político y diplomático, hace unos días un estudio científico mostró que los 40 diplomáticos de EEUU y Canadá afectados por ataques acústicos en La Habana han padecido de anomalías cerebrales, como problemas con la memoria, la concentración, el equilibrio, la vista, la audición, dolores de cabeza. Pero la dictadura asegura que nunca hubo tales ataques, que todo es un montaje del Gobierno de Donald Trump para dañar la imagen de la "revolución".
Crisis más difícil de manejar.
El castrismo, encima de que se burla de los cubanos, no los deja progresar. El régimen está estableciendo topes de precios a los productos y servicios que ofertan los negocios privados. Varios dirigentes han afirmado que tales medidas son para "frenar las ilegalidades". Falso, están concebidas para impedir que el sector privado se desarrolle. En Cuba está proscrita la libre empresa, el motor que mueve al mundo.
En fin, está claro que Raúl Castro ha dado instrucciones a la burocracia estatal y del Partido Comunista de no dar malas noticias para no exacerbar el descontento de la población. La consigna es: "A mentir más que nunca, señores".
Y es que esta nueva crisis económica es más difícil de manejar que la de los años 90. Ha habido cambios en la sociedad cubana y la cúpula dictatorial no puede hacer los mismos cuentos de camino de entonces. Y tampoco está el cuentero en jefe, el que embaucaba al pueblo como nadie, por encima de Hitler, Mussolini y Hugo Chávez.
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