lunes, 18 de mayo de 2020

Lo que se le pide a Díaz-Canel.

Por Iván García.


Pocas horas antes del domingo 10 de mayo, Abdiel, socio de Cuber, un negocio que oferta a domicilio viandas, hortalizas y frutas, entre otros alimentos, contactó por WhatsApp con el resto de emprendedores en busca de opciones para impedir que las lluvias anunciadas afectaran la distribución de cakes por el Día de las Madres.

Fue una reunión exprés, cuenta Abdiel, diez minutos de conferencia telefónica en la que se dispuso que los choferes encargados de repartir los cakes se presentaran una hora antes de lo acordado para que la entrega se efectuara a tiempo. En diez minutos se calculó el gasto de combustible, el pago a los choferes contratados, a las dulcerías particulares y las ganancias que recibirían cada uno de los empleados después de la jornada de trabajo.

Cuber, como otros negocios particulares, no necesitó banda ancha de internet, extensas reuniones ministeriales con decenas de ministros y funcionarios para buscar soluciones creativas a los problemas que provoca la estacionaria crisis económica agravada por el Covid-19 y el agudo desabastecimiento de alimentos que asola a Cuba.

“Y mira que tenemos razones para quejarnos. Nunca el gobierno implementó un mercado mayorista, los impuestos son excesivos y abusivos, debieran deducirlos de las ganancisa no de los gastos, en fin… La lista de problemas es amplia, pero si vamos a detenernos en ellos jamás saldríamos adelante”, comenta Abdiel y añade:

“Incluso, por muy creativos que seamos, si el Estado no encuentra soluciones a los problemas económicos, a la larga tendremos que cerrar. Un emprendedor no puede inventar la carne de puerco ni la malanga. Pero sabemos cuáles son los mecanismos para estimular la producción agropecuaria. Es simple: eliminar Acopio como intermediario y que cada campesino siembre, produzca y venda sus cosechas a quien desee. Es tan fácil que no entiendo por qué el gobierno se empantana con el tema de la producción agrícola”.

Mientras el sábado 9 de mayo un grupo de emprendedores privados en diez minutos encontraban soluciones a sus problemas, Miguel Díaz-Canel, el presidente designado por Raúl Castro, se reunía con varios ministros y funcionarios en el Palacio de la Revolución, en busca de respuestas a la crisis económica y de salud pública provocadas por el Covid-19.

En cada sesión, por videoconferencia, la plana mayor del régimen se comunica con los gobernantes provinciales y municipales. Damián, miembro del partido comunista, cuenta algunas interioridades de esas reuniones.

“Primero cada funcionario o ministro de un organismo determinado lleva su plan o agenda, casi siempre alejado de la realidad, cargado de mentiras, sin un estudio a fondo y repleto de jergas y tecnicismos. La primera parte del discurso es culpar al bloqueo (embargo) de todos los problemas, ya sea el barco que no ha traído petróleo o el barco que no trajo el pollo o la harina de trigo. Si hay dificultades en la comercialización, se culpa a los ‘factores’, que nunca tienen nombre ni apellido. De las colas se culpa al pueblo y al final plantean que la solución es más economía planificada y más mano dura con los irresponsables que no cumplen el distanciamiento social durante la pandemia. A modo de conclusión, Díaz-Canel o Manuel Marrero, el primer ministro, ‘bajan una muela’ (hacen una intervención) preelaborada. Al día siguiente se vuelven a reunir. Desde que Díaz-Canel es presidente, lleva dos años de reunión en reunión. Antes del coronavirus viajando por todas las provincias, ahora de lunes a viernes, acumulando horas-nalgas sentado en una butaca giratoria en un salón con aire acondicionado y con su nasobuco (mascarilla)».

Varios economistas de calibre han publicado sus opiniones con respecto a Cuba. Todos coinciden, desde luego, que el Covid-19 ha puesto al desnudo las carencias estructurales de la economía nacional. Juan Triana, Pedro Monreal, Pavel Vidal, Omar Everleny y Carmelo Mesa-Lago, entre otros, una y otra vez han subrayado cómo deberían ser las reformas económicas que debieran ser emprendidas por el gobierno.

No todos creen en el liberalismo a pulso. Ni siquiera hablan de democracia o libertad de expresión. Se centran en el tema económico y le piden al gobierno que tome nota de la experiencia china o vietnamita, países regidos por un partido comunista que ha logrado crecimientos económicos impresionantes gracias a la economía de mercado.

Los más liberales, consideran que las transformaciones económicas debieran estar acompañadas por reformas políticas. Pero la parálisis de la autocracia verde olivo es tan profunda, que ni siquiera intentan reformas al estilo chino. El coronavirus fue el catalizador que provocó la tormenta perfecta, debido a factores internos y reformas aplazadas por el régimen castrista. Si la unificación monetaria se hubiera realizado en tiempo y forma, se hubiera permitido que los profesionales pudieran abrir negocios particulares, incentivado las cooperativas y privatizado instituciones estatales que no funcionan como la gastronomía, unido a un alza de salario sustancial, probablemente el país estaría en una mejor situación para afrontar la posterior crisis económica que la pandemia legará a escala mundial.
Share:

0 comments:

Publicar un comentario