Por Iván García.
La calle San Lázaro, en la barriada de Lawton, termina con una rampa corta y abrupta frente a un almacén del antiguo paradero de ómnibus de La Víbora que desprende un olor a neumáticos y combustible. Cuando termina la calle, por un costado del almacén, un pasillo angosto enlaza con un callejón que da a la parte de atrás de la antigua 10ma estación de policía, hoy cuartel de operaciones del DTI (Departamento Técnico de Investigaciones) del Ministerio del Interior en el municipio Diez de Octubre, al sur de La Habana.
Alrededor de un parque abandonado, se localiza una docena de casas bajas donde sus vecinos solían esperar el nuevo año comiendo chicharrones de puerco y bebiendo cerveza. Era habitual el olor del cerdo asándose al horno y el sonido de las ollas de presión ablandando los frijoles negros. Pero el 24 de diciembre de 2020 la mayoría del vecindario no celebró la Nochebuena.
“Se ha perdido la confraternización. Ahora la gente no se saluda ni se da los buenos días. ¿Además que vamos a compartir si una libra de puerco cuesta 60 pesos y la cerveza está desaparecida?”, dice Lourdes, vecina del lugar. Mario, otro vecino, añade que ni “música se escuchó. Los más afortunados comieron pollo o una tortilla y luego se pusieron a ver la novela. Muy pocos vecinos pudieron celebrar las navidades”.
Después de la una de la madrugada, en medio del aguacero que antecedió a la entrada de un frente frío, Mario cuenta que fue a la carnicería especializada en la Calzada de Diez de Octubre, para rectificar su número en la cola, «porque llevamos varios días esperando el puerco que están dando por la libreta. Si alcanzo, haremos una comida y esperaremos el año nuevo. Si no, comeremos cualquier cosa y nos iremos temprano a la cama”.
Incluso cubanos con acceso al dólar, como Diana, 45 años, quien tiene a sus tres hermanos en la Florida, expresan que ni siquiera con dinero se puede comprar lo que se quiere o necesita. “Las tiendas en MLC (Moneda Libremente Convertible) están también desabastecidas. No al nivel de los mercados en cuc que solo tienen agua y ron, pero nunca hay leche en polvo, pollo o pavo. Además tienes que hacer tremendas colas, pues muchas personas que se dedican a revender en el mercado negro por cantidades se llevan la cerveza, el queso y los productos de aseo”.
Según Diana, es primera vez que no consigue manzanas ni uvas y apenas hubo turrones y adornos navideños. «2020 ha sido uno de los peores años en Cuba: pandemia, crisis económica y desabastecimiento. Solo comparable a 1994 durante el Período Especial. La diferencia radica que en aquella etapa con dólares se compraba de todo. Por suerte, hasta el momento no han habido apagones».
Al estar cerrado la mayoría de los restaurantes privados, en La Habana apenas se notó la llegada de la Navidad y del fin de año. Muy pocos iluminaron la entrada de sus casas. Si en el corazón de la capital, rodeado de hoteles de lujo, no se respiraba ambiente navideño, en los barrios periféricos menos todavía. Hubo familias que ni siquiera sacaron del closet su arbolito. Yaité, residente en la barriada de Párraga, comenta que el 24 de diciembre no cocinó nada especial. “Mis hijos, de vacaciones escolares hasta el 4 de enero, se sentaron en la esquina del barrio a conversar con sus amigos. Y yo, mientras llenaba el tanque de agua, me puse a chismear con los vecinos del solar. Después, me puse a ver una película al final que descargué del Paquete”.
A doce personas (amigos, vecinos y conocidos) se le preguntó si el 31 de diciembre iban a esperar la llegada de 2021. Dos respondieron que no y diez que sí. “Por el Covid no haremos una fiesta familiar como otras veces. Comeremos mis dos hijos, mi esposo y yo, luego esperaremos a las doce de la noche para tirar un cubo de agua y se lleve todo lo malo que trajo este año. Ya tenemos preparadas las maletas para dar una vuelta a la manzana a ver si el año que viene se nos da un viaje al extranjero”, confiesa Liana, abogada.
Los nueve restantes coincidieron con Liana: sería un festejo sencillo. “No solo por el virus, si no porque no hay tanta carne de puerco para invitar a parientes y amigos. Tampoco bebida ni dulces. Son navidades coyunturales”, manifiesta Enrique, entrenador deportivo, imitando la voz del presidente designado Miguel Díaz-Canel. Entre los dos encuestados que no tienen previsto esperar la llegada del nuevo año se encuentra Sandy, empleado bancario, quien a tres días del 31 de diciembre no había podido comprar frijoles, puerco ni cerveza. «Será un día como otro cualquiera”.
En la calle, los ciudadanos de a pie siguen hablando del precio de los alimentos que crece por día, de la falta de futuro y de la nueva oleada del coronavirus. Muchos pronostican que 2021 será tan duro o más que el 2020. Pero el principal tema de conversación se centra en las impopulares tiendas en MLC y en el ordenamiento monetario, considerado por una parte de la población como un auténtico paquetazo neoliberal camuflado. Igualmente se habla sobre el enorme descontento social que ha generado el gobierno de Díaz-Canel, con su exceso de consignas, reuniones y visitas a provincias.
Los nuevos salarios han traído conflictos en diferentes sectores laborales. Un grupo de médicos hicieron una carta abierta quejándose de que el régimen apenas subió el sueldo a los galenos que hacen turnos de guardia. En ETECSA, única empresa de telecomunicaciones en la Isla, sus trabajadores desconocían el monto que iban a cobrar en el próximo pago, el 10 de enero.
Un funcionario argumenta que “al ser ETECSA una sociedad anónima, los directivos tenían pensado salarios más elevados que los dictados por el Ministerio de Finanzas y Precios. Al ser una empresa que exporta servicios y que recauda divisas, y en el contexto anunciado por Marino Murillo que a partir del 1 de enero no habría topes salariales, nuestros directivos pensaban pagar salarios mucho más altos, acorde a la productividad, que en otros organismos. Pero del gobierno no estuvieron de acuerdo. Y aun estamos esperando cuales serán los salarios definitivos”. Esto ha traído disgusto entre la empleomanía, que no entiende cómo los directivos y burócratas que no producen ni generan riqueza, cobren salarios más elevados.
Arnaldo, trabajador de la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, revela que “el descaro del gobierno es tremendo. El ministro de Comercio Exterior dijo públicamente que si el empresario paga quinientos o mil dólares por cada empleado, se negociará una cifra que le permite reducir a los inversionistas y nos pagarían el salario valorando cada dólar por veinticuatro. Es decir, si yo ganaba 600 dólares, la empresa negocia con el empresario y nos pagan la mitad en pesos cubanos. Han implementado toda esa estrategia sin contar con los trabajadores”.
Los estibadores portuarios amenazan con dejar de trabajar. Creen que su salario básico de 2,400 pesos mensuales es demasiado bajo. “Tenemos que laborar doce horas en condiciones deplorables que afectan nuestra salud. Empleados de oficinas ganarán 4 mil pesos, tendrán mejores salarios. Es injusto. De no mejorar los salarios no descargaremos un barco de fertilizantes que llegó al Puerto de La Habana”, escribió un portuario en Facebook.
La más impopular de las medidas es la nueva tarifa eléctrica, bautizada de ‘tarifazo’, que multiplica por cinco el pago de la electricidad. La presión popular ha sido inmensa. El lunes 28 de diciembre se anunciaba la comparecencia en la Mesa Redonda de Liván Arronte Cruz, ministro de Energía y Minas, con «una información de gran interés para nuestro pueblo». Enseguida empezó a rumorarse de que iban a dar marcha atrás en la aplicación del ‘tarifazo’. Aunque algunos, como el jubilado Luis Alberto jubilado, no son optimistas. “Dudo que deroguen la nueva tarifa. Darán un rodeo y una vez más engañarán al pueblo. El gobierno sabe que si cede, crea un mal precedente. Y no le importa que las quejas se disparen”.
Nota.- El lunes 28 de diciembre, el gobierno anunció que reducirá la tarifa eléctrica y el costo del gas licuado de balón que debían entrar en vigor a partir del 1 de enero, después que los cubanos expresaran su frustración y descontento con un ‘tarifazo’ que dentro del ajuste económico denominado «Tarea Ordenamiento», suponía el incremento del precio de la electricidad de un 500% y de más de 30 veces en el caso del gas. La reducción supone que hasta los 500 kW consumidos, se paguen cifras menores que la tarifa anunciada, pero superiores a las tarifas hasta ahora vigentes. El costo del balón de gas licuado de 10 kg se reduce de 213 a 180 pesos. Su precio anterior era de 7 pesos. Pese a la supuesta rebaja, los cubanos en las redes sociales señalaron que los precios de la electricidad y del gas de balón siguen siendo altos, en particular para los jubilados y familias de menos ingresos.
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