Por Alberto Méndez Castelló.
André Voisin junto a Fidel Castro en Cuba.
Imaginen ustedes (estimados lectores) que en Cuba, un país tropical, se experimente cómo producir hierba con luz artificial en el cuarto de una casa para alimentar a una vaca, con el fin, por supuesto, de extender la experimentación a la fase industrial. Pues, sí, se hizo el ensayo: Fidel Castro dijo a Ignacio Ramonet que habló de “su experimento” con Boris Yeltsin. Entrecomillé “su experimento” no por estar citando, sino porque puse en duda -y no por inédito, sino por copiado- la experimentación del Comandante en Jefe.
Cuando, respecto al ensayo, Fidel Castro sostuvo: “surgen jugosos brotes verdes”, me dije: “eso lo leí yo antes”. Lo había leído siendo adolescente en una vieja revista Life de mi padre, donde se contaba la historia de un granjero estadounidense que allá por los años 50 del pasado siglo, en invierno, suministraba a sus vacas lecheras como complemento del pienso y el heno “jugosos brotes verdes” sembrados por él mismo en bandejas con una solución de agua fertilizada iluminadas con luz eléctrica, como si fuera un sol de primavera.
Recuerdo que, respecto a las técnicas de aquel americano, mi padre había comentado: “eso está bien para el Norte -así solían los cubanos nombrar a Estados Unidos- pero en Cuba a nosotros lo que se nos sobra es sol, yerba y caña”.
Sobre el sistema de pastoreo racional Voisin -al que someramente hiciera referencia el colega Luis Cino en su artículo Fidel Castro, André Voisin y el fracaso del experimento ganadero-, consistente en dividir y subdividir los potreros para que el ganado (vacas lecheras en producción y terneros fundamentalmente) siempre tenga hierba fresca, mi padre decía: “eso es bobería, yo lo que tengo que tener es caña y retoño de napier (pasto elefante) y un buen molino para que el ganado no desperdicie comida”.
Todavía hoy el último molino forrajero que poseyó mi padre y hacía funcionar con la toma de fuerza de su tractor Ford de 1948 está en uso en la cooperativa de Guabineyón.
Sin embargo, el éxito del método de mi padre para manejar sus vacas no quiere decir que este tuviera razón respecto a las ventajas de los forrajes de corte respecto al pastoreo racional de Voisin, que, aunque en Cuba resultó un fracaso por su deficiente puesta en práctica, fue y sigue siendo un exitoso método de manejo ganadero y agrícola en todos los países en que fue adoptado y bien aplicado (Colombia y Brasil, por sólo citar dos ejemplos).
Juzgar a las teorías científicas de André Voisin por su errática aplicación en Cuba es un error. Como injusto es culpar al sabio francés por el desastre en que hoy se encuentra la ganadería cubana dirigida por el monopolio del militarismo castrocomunista desde 1959 y hasta el día de hoy.
Persuadido por la señora Naty Revuelta y el doctor Orlando Landa Bacallao (a quienes en distintos momentos y de forma separada Fidel Castro envío a Francia para, entre otras tareas, hacer venir al profesor), André Voisin, acompañado de su esposa Martha Rosine, llegó a nuestro país el 3 de diciembre de 1964 y permaneció en Cuba solo 18 días.
Voisin arribó procedente de París luego de una tempestad de nieve en Terranova que los obligó a dar la vuelta en el Atlántico y aterrizar en Irlanda. El entonces primer ministro Fidel Castro fue a recibirlo en la pista de aterrizaje del Aeropuerto Internacional José Martí. 19 días después, el martes 22 de diciembre, también despediría su duelo. De acuerdo con su voluntad, expresada por su esposa, la de ser sepultado en cualquier lugar del mundo donde falleciera, el profesor Voisin fue inhumado en el panteón de la Academia de Ciencias de Cuba, en la necrópolis de Colón.
André Marcel Voisin nació en Dieppe, Sena Inferior, Normandía, Francia, el 7 de enero de 1903 y falleció a causa de un infarto en la Casa de Protocolo número 1, en el reparto Cubanacán, en La Habana, a las 3 y 50 de la tarde del lunes 21 de diciembre de 1964, a los 61 años de edad. En 1924, Voisin ingresó en la Escuela Superior de Física y Química de París, resultando el primer expediente de la promoción 40 de esa institución, habiéndole precedido con ese honor Irène Joliot-Curie, Premio Nobel de Química en 1935.
Al momento de su deceso en Cuba, el profesor Voisin había publicado siete libros de temas bioquímicos vinculados con la ganadería y la agricultura; era miembro de la Academia de Agricultura de Francia, Doctor Honoris Causa de la Universidad de Bonn, Alemania Federal; laureado por la Academia de Ciencias Agrícolas Lenin, de Moscú; y había impartido conferencias en Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, España, Italia, Austria, Alemania Federal, URSS, Hungría, Polonia y Japón.
En Cuba, de las 10 conferencias que planificó impartir, el profesor André Voisin dictó ocho, en las que participaron Fidel Castro y altos dirigentes políticos. Según el científico francés, que además de hombre de ciencias fue propietario de ganado y vaquero, son “cuatro leyes” las que deben cumplirse para tener éxito con el sistema de pastoreo racional:
- Antes de que la hierba sea cosechada por las reses, debe transcurrir el tiempo suficiente para que acumule en sus raíces reservas de nutrientes suficientes para un rebrote vigoroso, que Voisin llamó “la llamarada de crecimiento”.
- El período de ocupación de un área de pastoreo debe ser lo suficientemente corto para que la hierba consumida por los animales en el primer día de estancia en el cuartón, otra vez no sea cortada por los animales antes de salir del mismo.
- Los animales con mayores necesidades nutricionales son los que deben recibir la mayor cantidad de pasto y de la mejor calidad.
- El máximo rendimiento de una vaca lechera en producción se consigue si el animal permanece sólo un día en el cuartón de pastoreo. Si una vaca va a dar una producción regular no debe permanecer más de tres días en la parcela para darle entrada al siguiente cuartón de la rotación.
El profesor Voisin quizás debió avizorar el fracaso del pastoreo racional en Cuba la misma tarde del día en que llegó a La Habana cuando, durante un recorrido por fincas cercanas a la capital, Fidel Castro le dijo que, para fines de 1965, ya habría 3 000 pastoreos funcionando en la Isla, a lo que el científico replicó que era aquella una tarea difícil, invitándolo entonces el Comandante en Jefe para que visitara Cuba al final de ese año, respondiéndole Voisin que prefería regresar dentro de tres años, que era el tiempo que él daba para comprobar esos experimentos. El tiempo daría la razón al científico francés, era aquella una tarea difícil, que todavía no ha sido cumplida en Cuba, pero que un día deberá hacerse por razón de utilidad económica, y no por capricho político.
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