Por Roberto Jesús Quiñones Haces.
Este 25 de junio se cumplen 60 años de la muerte en el exilio de Jorge Mañach, uno de los más prominentes escritores e intelectuales cubanos de la República.
A pesar de su prolífica obra como periodista y crítico de arte, de sus extraordinarios ensayos literarios y de su excelente biografía sobre José Martí, es un desconocido para muchos lectores cubanos y hasta para estudiantes universitarios de las carreras de Humanidades. De hecho, no está incluido en los planes de estudios literarios de los niveles secundarios y preuniversitarios de la enseñanza cubana.
Que un hombre de tal magnitud intelectual haya sido obviado por el castrismo dice mucho de cómo este manipula la historia cultural del país.
El fenómeno Mañach -como algunos le llaman- resulta incomprensible para quien se acerque a la escasa literatura especializada que circula en Cuba sobre el tema, mucho más cuando se conoce que, mientras permaneció en el país, no ejecutó ninguna acción en contra de las autoridades proclamadas revolucionarias que se apropiaron del poder y anularon definitivamente las instituciones democráticas de la República.
Según Rigoberto Segreo Ricardo y Margarita Segura Acosta en su libro Más allá del mito. Jorge Mañach y la Revolución cubana, a este no se le puede considerar un intelectual indiferente a los intereses nacionales ni un opositor del proceso revolucionario, al menos mientras estuvo en Cuba.
Según ambos autores, quienes se han encargado de presentarlo como un reaccionario obvian su posición nacionalista, su vocación martiana –que lo llevó a escribir la mejor biografía sobre el Apóstol– y su posición contra la corrupción y a favor del adecentamiento de la administración pública. Obvian también que fue un defensor de la democracia y militó en el Partido Ortodoxo, que se opuso a la dictadura de Batista y respaldó a la revolución durante su etapa democrática y nacionalista, incluido su apoyo a los moncadistas y a la publicación de La historia me absolverá.
¿Cómo se tejió la leyenda negra contra Mañach?
Los autores del texto mencionado -que junto con el libro “Mañach o la República”, de Duanel Díaz, constituye un acercamiento imprescindible a este intelectual- aseguran que la imposición de la ideología marxista leninista como la única oficial en Cuba después de 1959 reprodujo códigos discriminatorios que ya habían sido practicados por los comunistas cubanos y otros intelectuales anteriormente, entre ellos el de restarle méritos a toda obra afiliada a corrientes de pensamiento discordantes con el marxismo, simplismo que ha contribuido a silenciar la obra de no pocos intelectuales.
La polémica de Mañach con Rubén Martínez Villena -que provocó la crítica hacia su persona por parte de los sectores más progresistas-, las diferencias que tuvo con Juan Marinello y dieron al traste con la publicación de la Revista de Avance , situándolo concomitantemente como un enemigo declarado del marxismo, pero sobre todo la polémica con Porfirio Pendás, que provocó la entrada mordaz de Raúl Roa -quien lo denostaría con saña hasta después de su muerte-, fueron algunos de los sucesos causantes del encasillamiento de Mañach como un intelectual reaccionario. A ellos puede sumarse el nombre de José A. Portuondo, quien llegó a afirmar en un ensayo acerca de la obra de José Martí que Mañach había manipulado las ideas del Apóstol y era un “diversionista ideologíco”, término muy de moda e impuesto por los comunistas en las décadas de los setenta y ochenta del pasado siglo.
No se olvide que estamos hablando de personas que ejercieron poder y fuerte influencia dentro de la cultura de la dictadura comunista.
Jorge Mañach también tuvo que enfrentar los dardos que le lanzaron desde el grupo Orígenes, no solo antes de 1959, sino después, cuando regresó al país en febrero de ese año. Los origenistas habían buscado inicialmente el apoyo de Mañach enviándole sus libros y revistas, pero el intelectual descalificó sus obras por considerarlas herméticas e ininteligibles, lo cual desencadenó un enfrentamiento que alcanzó ribetes de campaña difamatoria.
A pesar de que al regresar al país Mañach dio muestras públicas de su adhesión a la revolución y puso su programa televisivo Ante la prensa a disposición de Fidel Castro –quien acudió al mismo varias veces– poco tiempo después arreció la arremetida en su contra cuando a sus ya declarados enemigos se les sumaron los jóvenes de Lunes de Revolución. Entonces fue privado de su trabajo en la revista Bohemia y de su cátedra en la Universidad de La Habana. Ante esas circunstancias, vio obligado a regresar al exilio.
Una justa respuesta intelectual.
Tantas han sido las mentiras y descalificaciones que los comunistas han vertido sobre la República que si algo han logrado ha sido desatar las suspicacias de intelectuales más comprometidos con la verdad que con su adocenado y falso anecdotario ideológico.
Era obvio que por la magnitud de la obra de Mañach esta terminaría atrayendo la atención de esos intelectuales, quienes decidieron investigarla a fondo y adentrarse, en algunos casos, en las causas que provocaron su silenciamiento.
El cambio en Cuba -porque estudiosos del extranjero se adelantaron- comenzó con la publicación en 1990 de “Martí, el Apóstol”, primera edición cubana de la mejor biografía sobre el Héroe Nacional, hasta entonces solo publicada en España.
En 1994 La Gaceta de Cuba publicó dos ensayos que contribuyeron a abrir el camino: Jorge Mañach: un pensador polémico, de Jorge Luís Arcos y Mañach o el desmontaje intelectual de una república, de Rafael Rojas.
En 1996, Jorge Domingo, crítico literario e investigador del Instituto de Literatura y Lingüística, publicó su ensayo Mañach, el vilipendiado, donde por primera vez se reconoce el apoyo de este intelectual a la revolución.
En 1998 Ana Cairo publicó su investigación Jorge Mañach y la crisis de los años cincuenta.
En el 2003 la editorial Letras Cubanas publicó el libro de Duanel Díaz Infante, con el que obtuvo el Premio Alejo Carpentier de ensayo correspondiente a ese año, un aporte trascendental a la obra y vida de Mañach.
A esos textos han seguido otros del historiador Félix Julio Alfonso, Luis Sexto y Félix Valdés García.
Todo ello indica que la figura y la obra de Jorge Mañach no solo resultan insoslayables de nuestra cultura nacional, sino que de nada sirvieron los actos manipuladores de los comunistas para silenciarlo.
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