Por Víctor Manuel Domínguez.
A la reunión, que congregó a más de 400 personas de las provincias Ciego de Ávila, Sancti Spíritus, Cienfuegos, Villa Clara y La Habana, también asistieron el miembro del Buró Político Roberto Morales Ojeda, la viceprimer ministra Inés María Chapman, y la secretaria de la Federación de Mujeres Cubanas, Teresa Amarelle Boue, además de las principales autoridades de Villa Clara.
El encuentro sobre la violencia de género se da cuando las autoridades, debido a las denuncias de las organizaciones independientes, se han visto obligadas a dar una mayor visibilidad al problema de los feminicidios, que negaron durante mucho tiempo.
Recientemente, catorce organizaciones de la sociedad civil instaron al régimen a declarar el Estado de Emergencia por el aumento de la violencia de género, implementar una Ley Integral Contra la Violencia de Género y el cese de la criminalización del activismo feminista y LGBTI.
Hasta ahora no pasan de ser promesas, se han quedado en papeles, el Programa de Adelanto de la Mujer y el Observatorio de Violencia de Género. Y la Línea 103 de telefonía para ayudar a las cubanas no estuvo activa ni un año.
Llega tarde el Encuentro Voces de Mujeres por la No Violencia. No podrá salvar las vidas de Ana Ibis Llanes, asesinada por su expareja, quien se encuentra prófugo, o de la adolescente Leydis Bacallao, asesinada dentro de la estación de policía por su amante, que casi le triplicaba la edad, ni de otras decenas de víctimas de feminicidios.
¿Que pueden pensar los familiares de las víctimas de este espectáculo politiquero y oportunista que acaban de escenificar en Santa Clara?
A la bandería comunista le viene muy bien, le encaja como anillo al dedo, la ideología woke (despierto, en inglés), usada para referirse a quienes enfrentan a la discriminación por raza, género y orientación sexual.
Le interesa la ideología woke a los comunistas por dos puntos clave: el potencial político que encierran las minorías históricamente desfavorecidas por la mayoría blanca, heterosexual y machista, y porque es un fenómeno descentralizado y fácil de controlar y manipular. Pero, fundamentalmente, le conviene porque sustituye “la lucha contra la explotación del estado capitalista opresor”, eje del marxismo-leninismo, por la defensa de unas “minorías” que también son víctimas del capitalismo.
El régimen de la continuidad castrista de Díaz-Canel, para no quedar rezagado de los yanquis y posar de moderno, oportunistamente se adhiere a la ideología woke. El castrismo, supuestamente para defender a las mujeres de los machistas y empoderarlas, tiene a la misógina Federación de Mujeres Cubanas (FMC), presidida por Teresa Amaruelle Boue; de las personas sexodiversas se ocupa el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), dirigido por la diputada Mariela Castro, hija del dictador Raúl Castro; y para ocuparse de los afrodescendientes está la Comisión Aponte, presidido por el periodista Pedro de la Hoz, otro síndico del Partido Comunista.
¿Dónde estaban la FMC y la Policía Nacional Revolucionaria cuando asesinaron a 34 mujeres el año pasado y a 26 en lo que va de este? ¿Dónde están el CENECEX y la Comisión Aponte cuando reprimen a personas negras y homosexuales de la sociedad civil no sometida al régimen?
Todo eso queda fuera del armario woke de Díaz-Canel, que cuando ocurren esas cosas, se mantiene, como dice uno de los personajes del animado Madagascar, “tranquilito y calladito, que así se ve más bonito”.
En sociedades libres y democráticas, el movimiento woke puede servir para analizar y resolver los problemas de las mal llamadas minorías; pero en regímenes cerrados, como el que impera en Cuba, donde no hay libertad de expresión, reunión y asociación, se aprovechan los problemas de estos grupos sociales para distraer y reforzar el discurso opresivo.
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