Por Orlando Freire Santana.
Malas noticias para el Gobierno acerca de la actividad turística en el país fueron las que afloraron durante la asamblea de balance del año 2022 de ese sector, y también en la más reciente reunión del Consejo de Ministros.
El plan para el pasado 2022 preveía el arribo a la Isla de 2,5 millones de turistas, pero únicamente llegaron al país un millón 14 000 visitantes, para un 64,6% de lo planificado. Ese número apenas representó un 37,8% de lo alcanzado en el 2019. Y no olvidar que las autoridades del turismo aspiran, como parte de la hipotética recuperación del sector, a aproximarse a las cifras de ese año pre-pandémico.
Ha trascendido un apreciable cúmulo de deficiencias que, en general, son las causantes de la debacle por la que atraviesa el sector. Mala calidad de los servicios, lo que ha motivado múltiples quejas de los turistas; escasa disponibilidad de combustible, con la consiguiente merma de medios de transporte para garantizar las actividades extrahoteleras; no contar con las materias primas para la producción nacional de mercancías destinadas al turismo; problemas objetivos y subjetivos que han afectado el plan de inversiones; carencia de renglones del agro muy demandados por los visitantes; y la no existencia de una adecuada programación nocturna en los hoteles son varias de las citadas deficiencias.
Al tomar en cuenta este panorama desfavorable que exhibe el sector turístico, el primer ministro Manuel Marrero Cruz aprovechó la reciente reunión del Consejo de Ministros para arengar a los directivos del sector. En ese sentido apuntó: “Hay que dejar a un lado el concepto de que así es como siempre lo hemos hecho. Estamos obligados a hacer cosas diferentes, y revisar y establecer un sistema de trabajo diferente y a tono con los tiempos que vivimos”.
El alto funcionario castrista no fue muy explícito en lo referido a las “cosas diferentes” con que piensa reanimar el sector turístico. En realidad no creemos que el rollizo premier posea una varita mágica con la cual sacar a flote un sector que, en este momento, y como decimos en buen cubano, “no parece salvarlo ni el médico chino”.
No obstante, pudiéramos esbozar algunas ideas que salieron a relucir en los citados cónclaves gubernamentales. Ideas que, casi seguro, tampoco resolverán los problemas del turismo. Por ejemplo, se habló de dedicar buenas tierras a producir exclusivamente para las necesidades alimentarias de los turistas. Habría que recordarles a los promotores de esa idea que el problema de la insuficiente producción agrícola en Cuba no radica, en lo fundamental, en la calidad de las tierras, sino en la falta de motivación de los productores agrícolas.
El tema de la relación turismo-cultura ocupó igualmente espacios importantes en los debates. Las autoridades castristas insisten en la importancia de ofrecerle al turista un producto auténticamente cubano, que rechace lo que ellas denominan “actividades de mal gusto”.
Conviene destacar el encuentro que en días pasados efectuó la cúpula del poder con algunos miembros de la UNEAC, donde también se debatió acerca del binomio turismo-cultura. Aquí al ministro del Turismo, necesitado del apoyo artístico para elevar la calidad del producto turístico, no le quedó más remedio que disculparse por los impagos que su ministerio mantiene con los artistas. El sector de la cultura, por su parte, debió responder por la alta cantidad de museos cerrados en el país, sitios que generalmente despiertan el interés de los visitantes foráneos.
Se informó en la reunión del Consejo de Ministros que al cierre de febrero tampoco se cumplía el plan de arribo de visitantes en el primer bimestre del actual año. La cifra reportada de turistas llegados al país representó el 90,6% de lo previsto.
Si el señor Marrero no se apura en materializar sus no muy explícitas “cosas diferentes”, el declive turístico agravará aún más la situación económica del país. Se trata de un sector que constituye, junto con las remesas y los servicios médicos en el exterior, la triada que en los últimos tiempos ha aportado los mayores ingresos a la economía.
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