Por Santiago Navajas.
En agosto de 1936 dos asesinatos en especial conmovieron a España. De uno habrá oído reiteradamente; el otro es desconocido por la inmensa mayoría. Casi cien años después se sigue siendo conmemorado, lamentado y usado como bandera de enfrentamiento político que Federico García Lorca fue ejecutado con nocturnidad y secretismo el 18 de agosto junto a un maestro y un banderillero, convirtiéndose en un símbolo eterno de la barbarie antidemocrática. La izquierda lo ha convertido en un mito y un mártir, aunque suele ignorar su poesía por folclórica y su defensa de la tauromaquia por reaccionaria. Es un mártir de paja para los buitres de la memoria histórica que tanto abundan entre políticos sin escrúpulos, intelectuales con pesebre y artistas con subvención.
El asesinato del poeta y dramaturgo conmovió la España republicana, pero el 22 de agosto otro asesinato hizo crujir los mismos cimientos de la Segunda República. Azaña, el presidente, lloró y quiso dimitir. Indalecio Prieto, el líder socialista que tanto había hecho para dañar y debilitar la estructura republicana, exclamó que desde ese momento habían perdido la guerra. Y es que Melquiades Álvarez –el abogado y político humillado, vejado, torturado y finalmente asesinado en la Cárcel Modelo de Madrid por milicias de la extrema izquierda– era la encarnación misma de la república que había nacido pretendiendo ser liberal, abierta, tolerante y diversa, pero se había torcido desde sus inicios ("No es esto, no es esto" se desesperaba Ortega y Gasset a los pocos meses) hacia el fanatismo, el sectarismo y la intolerancia de los que habían impuesto el espíritu de Robespierre sobre el de Tocqueville.
Melquiades Álvarez fue detenido en Madrid siendo presidente del Partido Republicano Liberal Democrático habiendo fundado el Partido Reformista en 1912 en el que militaron desde Azaña a Ortega pasando por Pérez Galdós y habiendo luchado toda su vida contra el autoritarismo. En especial, contra la dictadura de Primo de Rivera, conspirando contra el dictador y tratando de que Alfonso XIII volviese a apoyar una monarquía constitucional y parlamentaria. Republicano pero liberal, democrático pero reformista, Melquiades Álvarez estaba sentenciado en el Madrid de las checas comunistas, los milicianos anarquistas y el autoritarismo socialista. Clara Campoamor, Manuel Chaves Nogales y el propio Federico García Lorca, que había sido depurado de La Barraca por los comunistas, habrían corrido la misma suerte del mejor exponente de lo que podría haber sido la Segunda República sin el asalto de la derecha militar, la izquierda revolucionaria y el nacionalismo golpista.
En un alarde de grandeza de espíritu en una época de pigmeos psicópatas (ver Largo Caballero y Álvarez del Vayo, ahora premiados por Zapatero y Sánchez), Melquiades Álvarez se señaló especialmente al aceptar defender ante los tribunales a José Antonio Primo de Rivera. Siendo decano del Colegio de Abogados al que también pertenecía Primo de Rivera, además de la cortesía que un liberal siempre concede al adversario político al que nunca considera un enemigo, no podía negarse a defender al líder de Falange aunque fuese una imprudencia en tiempos maniqueos. Recordemos que además de haber sido apartado por los comunistas al impedir que La Barraca se rebajase a ser un foco de adoctrinamiento teatral, Federico seguramente era amigo de José Antonio, una amistad discreta dadas las circunstancias de extremismos furibundos. No me cabe la menor duda de que los que clavaron una bayoneta en la garganta y pegaron tres tiros a Melquiades Álvarez también hubieran asesinado a Federico García Lorca.
Si alguna vuelve a haber un partido liberal en España, cosa que dudo por el poco éxito que lo liberal y la misma España tienen entre los españoles, debería denominarse Partido Liberal Democrático en honor de aquel gran liberal, gran estadista y, sobre todo, gran español, que estaría tan orgulloso de la actual monarquía constitucional como entristecido por la caterva de bribones, medianías y directamente delincuentes que detentan el poder. Un referente de justicia social liberal impulsando la creación de bibliotecas populares y ateneos para poner la educación a disposición de los trabajadores, para Melquiades Álvarez el liberalismo o era un humanismo o no era nada. Su memoria no debemos dejar que se desvanezca a manos de los herederos de los que lo asesinaron. Félix Bolaños aprovechó la fecha del asesinato de Lorca para tuitear "Hace 87 años Federico García Lorca fue asesinado por el régimen franquista", veremos si igualmente publica "Hace 87 años Melquiades Álvarez fue asesinado por el régimen republicano-socialista".
Pero no permitamos que el rencor, el odio y la política carroñera típica de gentes como Bolaños nos lleve a ser como ellos y recuperemos dicha memoria no con ánimo de venganza, cizaña y guerracivilismo sino para que ese espíritu liberal, democrático y tolerante de Melquiades Álvarez nos inspire en lo que todavía quede del actual régimen liberal, autonómico y español:
"Habríamos realizado una obra seria en beneficio de la República, que en este punto, identificada con España, es el triunfo de la libertad, de la democracia y del progreso."
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