Por Federico Castillo.
La extradición a Francia de Manuel Antonio Noriega Moreno, primer jefe de Estado extranjero encausado en los Estados Unidos, reanimó el tema cubano por la conexión del viejo recluso con Castro el Viejo, que oscurece la conexión clave de Castro en Panamá: Omar Efraín Torrijos Herrera (1929-81). Los segurosos bolos dieron cuenta hasta de su obsesión por imitar a Castro el Joven: uniforme militar, pistola al cinto y habanos, suministrados por el propio Castro con vitolas que llevaban impreso «Torrijos», así como agendas de trabajo y hojas de ruta mantenidas en secreto y modificadas tan repentina como caprichosamente. Ni qué decir de ademanes o expresiones con apariencia de espontáneas, que habían sido calculadas en detalle.
Los bolos se acercaron a Torrijos a través del presidente colombiano Alfonso López Michelsen y mandaron de emisario al mismo agente de la KGB que había principiado las relaciones con Castro: Nikolai Sergeevich Leonov, quien voló (junio 28, 1977) desde Bogotá en el avión personal de Torrijos. Leonov apuntó en sus memorias que, ya en la primera reunión, Torrijos manifestó que no solo recuperar el Canal, sino también borrar la presencia estadounidense en Panamá eran «la religión de mi vida». Para atizar la candela, la KGB pasó entonces a Torrijos un documento falso, como si fuera memo interno del Departamento de Estado (EE.UU.), sobre medidas para entorpecer las negociaciones del Canal y sacarlo del poder.
Tras sendas reuniones de Torrijos con el presidente Jimmy Carter (septiembre 7 y 14, 1977), los tratados sobre devolución a Panamá y protección conjunta del Canal se estancaron en el Senado estadounidense, por haberse tachado a Torrijos de narcotraficante. Carter no dio crédito a la tacha y así lo mantuvo en sus memorias (Keeping Faith, 1982), pero la KGB y la Dirección General de Inteligencia (DGI) castrista sabían que era cierto. Tanto Noriega, designado por Torrijos jefe de la inteligencia militar, como uno de los pilotos de Torrijos, Floyd Carlton Caceres, corroborarían que Torrijos trabó contacto con el narcotráfico desde que arribó al poder (por golpe de Estado) hacia 1968. Su hermano, el diplomático Moisés «Monchi» Torrijos, proveía a los correos de los narcos con pasaportes panameños.
A poco de pasar en el Senado estadounidense (marzo 16, 1978) el Tratado de Neutralidad sobre el Canal de Panamá, Leonov se reunió de nuevo con Torrijos, quien confesó su odio a los EE.UU., pero también su obligación de negociar con ellos. De paso soltó: «¡Cómo envidio a Fidel Castro!». Al sugerirle que Panamá podría establecerse como país neutral a lo suizo, Torrijos repuso: «¿Y cómo ayudaría entonces al movimiento anti-imperialista»?». Y cuando Leonov recomendó que dejara de gobernar manu militari (por detrás del presidente Arístides Royo), Torrijos marcó el paso más chévere de refutación: dejaría de ser el líder de la nación, tendría que autorizar partidos de oposición, y eso es lo que quieren los americanos.
El otro tratado del Canal pasó también (abril 18, 1978) y Torrijos concluyó así su transfiguración en héroe nacional, pero a la postre, cuando uno de sus aviones se estrelló con él dentro (julio 31, 1978), la Guardia Nacional tuvo que intervenir para poner coto al júbilo en bares y cantinas. Todo parece indicar que detrás de estos hechos está la CIA. Desde las vistas preliminares en Miami, el abogado de Noriega, Frank Rubino, alegó que su cliente poseía documents showing attempts to assassinate General Noriega and Mr. Torrijos by agencies of the United States (Austin American Statesman, mayo 1ro, 1991). Pero no acaban de salir. A lo mejor en Francia.
0 comments:
Publicar un comentario