jueves, 29 de julio de 2010

Alejandro está arreglando los hoteles.

Por Frank Rodríguez.


Ayer llegó de Cuba un amigo, hijo de cubanos, que nunca había visitado la isla. Estuvo en los lugares usuales que visitan los turistas en La Habana, sitios donde músicos extraordinarios, graduados de impresionantes conservatorios tocan "Quiquiribum, mandinga, quiquiribum mandinga" en los patios de los edificios coloniales. En vez de estar firmando lucrativos contratos capitalistas andan resolviendo con lo que cae de los hoteles y restaurantes que el apartheid castrista maneja en el casco colonial.

Mi amigo se tropezó con un estibador al lado de un Chevrolet del 1957 al que le faltaba una rueda. El estibador no había podido "resolver" el asunto de la rueda y mi amigo le preguntó que cómo estaba el barrio. El estibador, portando camisa sin mangas le dijo que "Alejandro está arreglando los hoteles pero no los edificios del barrio". Mi amigo no sabía quién era Alejandro, que resultó ser Fidel Alejandro Castro Ruz. Así se hace evidente que el pueblo sabe quién manda, Alejandro y no Raúl, y de quién son los hoteles, de Alejandro (con sus amigotes españoles tan bien representados por Moratinos).

Y así, sucesivamente, se fue tropezando mi amigo con otros que también se referían al barbudo como Alejandro. Siendo el 26 de Julio, mi amigo se sorprendió de que no vio señal alguna de Alejandro. Ya en Miami, mi amigo puso el noticiero de las 10 del Canal 41 y vio que Alejandro estaba visitando artistas como Amaury Pérez y Silvio Rodríguez. Estos dos viven vidas privilegiadas por ser comunistas, y no pasan calor en La Habana Vieja repitiendo las canciones de siempre a un público cambiante.

Mi amigo, por nostalgia de Olga Guillot, pidió "Miénteme más", lo que causó un breve sonrojo al músico, quien le informó que no lo tenía en el repertorio. Es lógico, el tiempo es demasiado breve para rehabilitar a Olga de Cuba, por el momento sigue siendo Olga del Exilio.

Fidel Castro vestía una camisa verde olivo a la usanza de Mao y de Kim Il Sung durante su visita a un pequeño teatro habanero. Y es que el atuendo castrense de Castro va bien con su nuevo papel de reflexionista en jefe en temas militares y estratégicos. Como saben, otro nombre para Castro escuchado en La Habana ha sido Armando Guerra Solo.

El resumen que me dio este cubano-americano es que el Malecón es el sofá de La Habana, con miles de personas tomando las brisas durante la noche y la madrugada. Y miles de personas que pasan el día sentados en los escalones de sus puertas con una mirada vaga. Los niños juguetones, al llegar a la adolescencia se unen a este ejército de mirada vaga sin nada que hacer excepto evitar el calor y lograr algo de comer. Me reporta el amigo que el pluriempleo es evidente, sin embargo, entre un grupo reducido de cubanos que hacen o venden cualquier cosa con tal de sacarle un C.U.C. a algún viajero.

Me dice que los cubanos que intentó que lo acompañaran dentro del Hotel Nacional u otros sitios privilegiados, se mostraban en extremo reticentes a hacerle caso, era evidente que no estaban acostumbrados a disfrutar estas joyas que los cubanos pudieran estropear si se les permitiera la entrada.

Y el caso más desgarrador, un niño de unos 11 años que ya estaba fichado en la "Unidad" porque lo agarraron hablando con un "yuma" aunque él juró que no le había pedido nada.

Así las cosas en las propiedades de Alejandro.
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