Por Regina Coyula.
Cuba es una isla larga y estrecha, con discretas cadenas montañosas ubicadas hacia las costas, condición ideal para un buen ferrocarril. Fuimos pioneros con ese invento y siendo colonia de España, lo tuvimos antes que la metrópoli. Deberíamos tener una red ferroviaria excelente, es un medio de transporte económico, ideal en nuestras condiciones de país pobre.
Desde hace muchos años el servicio ferroviario es horroroso. Los trenes casi nunca cumplen el horario de salida y jamás cumplen con el de llegada, al punto de sumar horas a los viajes mientras más lejos se vaya. Utilizar el servicio de paquetería es exponerse a perder el contenido del paquete, ya sea por pérdida o deterioro, sobre todo con alimentos.
Una vez en el tren, los vagones oscuros, los baños malolientes, los refrigerios de tercera, te recordarán que viajas en moneda nacional, si deseas una oferta mejor, es en divisas. Tendrás que acostumbrarte a frecuentes reducciones de la velocidad y a paradas en ramales secundarios.
El estado de las vías ha provocado que unas locomotoras muy potentes y publicitadas, adquiridas en la República Popular China apenas puedan correr a 30 kilómetros por hora.
Según se ha anunciado, 6000 kilómetros de vías serán habilitadas en los próximos tres años. La aritmética elemental me dice que para el cumplimiento de esa meta deben terminarse 5,5 km diarios, un ritmo más trepidante que el del tren. El nuevo vicepresidente Lussón es quien va a resolver este complicado asunto de la recuperación ferroviaria. Posee experiencia en el ramo, pues siendo joven se desempeñó como Ministro del Transporte. Me pregunto, ¿por qué no se mantuvo todos estos años?
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