Por Gustavo Silva.
El coronel José Pérez Fernández atestiguó en el juicio civil (julio 5-20, 1999) de Cuba contra el gobierno de los EE.UU. "por daños humanos", que se habían fraguado 637 atentados contra Fidel Castro. El propio Castro aseveró a Ignacio Ramonet que "el último atentado fue en la reunión aquella de Panamá" (Biografía a dos voces, 2006, página 232), es decir: la tentativa que él mismo denunció a su arribo (noviembre 17, 2000) a Panamá para tomar parte en la X Cumbre de Jefes de Estado o Gobierno de los Países Iberoamericanos.
Así tenemos la cifra de 638 atentados, que el propio Pérez Fernández maneja, junto con el vicepresidente del gobierno castrista José Ramón Fernández, en La guerra de Estados Unidos contra Cuba (2001). Como Castro endilgó al presidente Bush (hijo) haber autorizado y ordenado su asesinato antes de tomar posesión, esa ocurrencia puede referirse al cuarteto de Luis Posada Carriles en Panamá, pero también al plan de matarlo con el super-rifle de Pepe Hernández en la VII Cumbre Iberoamericana (Isla Margarita, 1997), que se malogró (octubre 27, 1997) por obra y gracia de la guardia costera estadounidense al oeste de Puerto Rico, o a la intentona en la cumbre del CARIFORUM (Santo Domingo, 20-25 de agosto de 1998), que no pasó del alboroto.
Sería estupendo que Castro precisara cuál obedeció a la orden de Bush, para discernir bien hasta dónde se mareaba con las bebidas espirituosas, porque el modus operandi en los tres casos parece apuntar a cubichería.
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