Abel Prieto.
En un artículo aparecido en el periódico Granma, el ahora presidente de la Casa de las Américas expone que “Hoy la naturaleza inhumana del capitalismo y su versión más obscena, el neoliberalismo, ha sido desnudada por el coronavirus. Su rostro satánico quedó expuesto, sin máscaras ni afeites. Se han abierto grietas muy hondas en el espejismo fabricado por la maquinaria de dominación informativa y cultural”.
Evidentemente, estas palabras contienen una crítica a la manera en que las naciones occidentales han manejado la epidemia. Pero ni una sola palabra a la responsabilidad que recae sobre los camaradas chinos en lo concerniente al surgimiento del coronavirus. Claro, este intelectual orgánico del sistema practica al pie de la letra la manera de actuar fijada por los fundadores de la maquinaria de poder castrista: los trapitos sucios de los amigos no se sacan a la luz pública.
Y al referirse específicamente a los tiempos que vendrán, el ex ministro de Cultura se pregunta: ¿Qué pasará después de la epidemia? Para dar respuesta a la interrogante no encontró mejor criterio que el de Atilio Borón, otro representante de la izquierda más radical en nuestro continente.
El señor Borón imagina “un mundo pospandémico con mucho más Estado y mucho menos mercado, masas populares más conscientes y politizadas, y propensas a buscar soluciones solidarias, colectivas, inclusive socialistas”. Y concluye el pensador argentino aseverando que “El escenario posterior a la pandemia representa un tremendo desafío para todas las fuerzas anticapitalistas del planeta, y una oportunidad única, inesperada, que sería imperdonable desaprovechar”.
Todo muy claro. Para el ideólogo rioplatense la pandemia del coronavirus oficia como una especie de Cisne Negro -episodio que los especialistas contemplan como inesperado- que pudiera contribuir al fin del capitalismo.
Ya él y su pandilla no saben qué van a inventar para explicar los tantos fracasos de los procesos sociales que han pretendido dar el jaque mate a lo que llaman despectivamente “capitalismo”, y en consecuencia se ilusionan con cada nueva ocasión que creen atisbar.
Primero fue el bochornoso fin del “socialismo real” en la Unión Soviética y sus aliados de Europa oriental. Después la paralización y el desprestigio en que se han sumido los regímenes que con bombo y platillo proclamaban construir el “socialismo del siglo XXI”.
Es que no acaban de comprender que eso que ellos llaman “capitalismo” seguirá soportando el paso del tiempo porque se basa en la aspiración de las personas a la libertad, el bien más preciado de los seres humanos. En cambio, los socialismos de estado que ellos propugnan, mientras no se pruebe lo contrario, solo derivan en la conculcación de las libertades.
Bueno, no debemos concluir sin mencionar que los gobernantes cubanos sí vienen aplicando ya las predicciones de Atilio Borón, en el sentido de que haya mucho más Estado, y mucho menos mercado.
En ese contexto se inscriben las arremetidas -que incluyen cierres y decomiso de productos- que llevan a cabo contra varios mercados agropecuarios, a los que acusan de violar los precios topados, o comercializar sin autorización En lugar de buscar variantes para que haya más disponibilidad de productos para la población, los gobernantes acuden al viejo arsenal de las prohibiciones.
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