Los camiones y almacenes refrigerados, llenos de sacos de cebolla, papa, maíz, planchas de acero y muchos otros productos receptados por cadenas de traficantes en toda Cuba, así como el presidente y el vicepresidente de la República y otros altos funcionarios con llamados al pueblo a denunciar las ilegalidades, aparecen en los reportajes de la televisión.
Grandes cantidades de productos robados de empresas estatales y cooperativas agrícolas son trasladados a plena luz del día por vehículos de esos establecimientos, con la participación de directivos, almaceneros, custodios y choferes, según testigos y miembros del Ministerio del Interior entrevistados en esos reportajes. Denuncias de la población, se dice, curiosamente sin referencia a los Comités de Defensa de la Revolución y los “factores” de cada cuadra, cuya eficiencia resulta empañada o sugiere confabulación en los delitos. La costumbre a la impunidad o la premura no permiten reflexionar a los traficantes, que son más fáciles de detectar por la poca circulación debido a las restricciones de la pandemia.
En el afán de controlarlo todo, se eliminó la contabilidad, principal mecanismo de control económico, así como los contratos y el eficiente sistema bancario desde inicio de la década de 1960. Se establecieron las ineficientes granjas estatales y se promovieron las cooperativas agrícolas con fuertes ataduras, que desestimularon la producción. Comenzó el desabastecimiento de productos de primera necesidad y se instauró el sistema de racionamiento, la llamada “libreta”. Los negocios privados hasta unipersonales se prohibieron mediante la Ofensiva Revolucionaria en 1968. Por entonces la picardía criolla decía que imperaba el “sociolismo”, pues era la vía para resolver las necesidades.
La Contraloría General de la República de Cuba fue creada por Raúl Castro en agosto de 2009. Hasta entonces existió el Ministerio de Auditoría y Control, encabezado por Gladys Bejarano. El rango del organismo se elevó al depender directamente del Consejo de Estado, cuando Bejarano pasó a ser vicepresidenta de ese órgano. A pesar de procurar el control interno de las entidades y realizar las auditorías periódicas, la contralora ha reconocido que se mantienen muchas violaciones administrativas y desvío de producciones.
Al andar por las colas apiladas por toda Cuba, puede apreciarse quiénes son acaparadores por la vestimenta y el comportamiento, aunque también hay personas que compran para vender parte de lo adquirido y poder cubrir sus necesidades básicas. Generalmente se trata de deformaciones antropológicas destructoras de los valores éticos y morales de los cubanos.
Hoy hay varias generaciones de niños criados en la mentira y la simulación en hogares, a donde se han llevado productos sustraídos y vendidos por los familiares, quienes exigen no decir nada. En el círculo infantil y las escuelas han repetido lo establecido por el Gobierno y las organizaciones políticas, aunque en casa se piense lo contrario. Hacinamiento en cuartos o viviendas con varias generaciones, promiscuidad en todo sentido, entre pleitos, broncas, palabras soeces, violencia de género, personas usualmente de escasa educación formal, bajo nivel cultural y un ambiente delincuencial de bebida, drogas y presos.
Con el llamado “período especial” proliferó la diferencia social, entre “los muchos” y los hijos de dirigentes políticos y empresariales, o entre el sector cultural y los receptores de remesas, con ropa y calzado de marca, juegos y equipos traídos por padres, familiares y amigos “de afuera”, o vendidas en las “shoppings” del patio. Esto creó resquemores sociales en las escuelas y las actividades recreativas, y sobre todo nuevas necesidades cada día más difíciles de cubrir. El éxodo al exterior se ha vuelto cada día más difícil. No obstante, antes de iniciarse el cierre por la pandemia ya los precios de las viviendas y los autos bajaban por la premura de vender con vistas a salir del país.
Mientras se mantenga la restricción de movimiento por el coronavirus, el fermento popular estará controlado, pero se intensificará si se prolonga el desabastecimiento y no se realiza una reforma salarial. Más que aplausos al sector de la salud a las 9:00 de la noche, se necesita elevación de los salarios para todos los trabajadores, lo cual se evidencia en las dificultades para pagar los “módulos” de productos que venden las Tiendas Recaudadoras de Divisas en los hospitales y otros centros para evitar las colas.
Hoy, Cuba tiene una gran presión social, que el Gobierno no podrá eliminar con represión.
0 comments:
Publicar un comentario