Luego de seis horas pedaleando por varios municipios habaneros, regresó a su domicilio con una jaba de nailon solo con un mazo de habichuelas, un aguacate y dos libras de zanahorias. El día que le corresponde descansar, recorre los desabastecidos mercados y farmacias de la ciudad en busca de alimentos, artículos aseo o medicamentos.
Usa un truco que le ha sido efectivo. Se pone su bata blanca de doctor, lo cual genera simpatía entre las personas de la cola, que lo dejan pasar para efectuar las compras saltándose la fila. Y es que la ciudadanía ve a los médicos, enfermeras y personal sanitario como auténticos héroes. Cuando Manuel describe una jornada de trabajo de un médico en Cuba, las penurias que tienen en sus hogares y sus salarios insuficientes, no queda más que aplaudirlos.
Después de cumplir varias misiones en el exterior pudo reunir el dinero suficiente y comprar un apartamento de calidad. “Espero reunir una cantidad para comprarme un automóvil en alguna nueva misión. Pero no he sido convocado”, dice, mientras se lava las manos después de su extenso periplo en la búsqueda de alimentos.
El tema de la misiones médicas cubanas en el extranjero, muy criticado por el gobierno de Estados Unidos, provoca un minucioso análisis de Manuel. “¿Cuánto hay de verdad, mitos o mentiras existe en el caso de las misiones médicas? Vamos por paso. Estoy de acuerdo que Cuba, ahora y en un futuro, exporte sus servicios médicos. Es legítimo. Lo que no estoy de acuerdo es que te paguen solo el 30 o 40 por ciento de tu salario real. Si ahora pagan un poco más es debido al escándalo internacional que han armado médicos que desertaron. Se debiera cobrar el 80 por ciento del salario y pagar un impuesto del 20 o 25 por ciento, como los deportistas que compiten en ligas foráneas”, alega y añade:
“Esto provoca que muchos de nosotros hagamos trabajos por la izquierda en los países donde nos ubican. He conocido casos que practicaban abortos en clínicas privadas para ganar un dinero extra. O que muchos nos transformemos en merolicos al tener que adquirir pacotillas y electrodomésticos que revendemos al regresar a la Isla. La gente va porque no tiene más opciones. Es la única forma de ganar 3 mil o 4 mil dólares que luego te sirven para mejorar la calidad de vida tuya y de tu familia. Y está también la parte humana. He cumplido misión en Haití sin cobrar un centavo”.
Según Manuel, son instruidos para no inmiscuirse en política interna. «Pero al llegar al país destinado nos quitan el pasaporte, nos prohíben dar entrevistas a la prensa y tener relaciones de amistad fuera del ámbito de trabajo. En el caso de Venezuela, donde el tema político está muy polarizado, es verdad que a las misiones Barrio Adentro se les instruyen que adoctrinen a los pacientes. La mayoría no lo hace, pero los dispensarios, con el rostro o la mirada de Chávez pintado en su fachada, es una muestra de que te brindan un servicio a cambio de gratitud al chavismo. El concepto esclavitud laboral los cubanos lo conocemos bien, pues tanto en Cuba como en el extranjero recibimos salarios que no están acorde a nuestra preparación. El gobierno dice que ese dinero sirve para mantener la salud pública, pero no da cifras ni explica cómo lo gasta. Existe muy poca transparencia al respecto. Si los médicos cubanos ganaran salarios similares a los de sus homólogos del Primer Mundo, no creo que miles se enrolaran en misiones en lugares distantes, peligrosos y lejos de sus familias”.
En abril de 2019, dos médicos cubanos, Landy Rodríguez y Assel Herrera, fueron secuestrados en un poblado de Kenia cercano a la frontera con Somalia. Todavía el régimen de La Habana no ha conseguido negociar su libertad. Una nota publicada en abril de 2010 en Cubanet reportaba el fallecimiento de 69 médicos cubanos en Venezuela. La reportera Laura Weffer de El Nacional de Caracas seguía la pista de esas muertes y se preparaba para realizar un reportaje, pero las autoridades venezolanas se adelantaron y develaron una placa donde se lee que murieron en tierras bolivarianas cumpliendo con su deber, aunque la mayoría perdió la vida a causa de la violencia callejera.
Cuando el 23 de marzo, debido a los primeros casos de contagio por coronavirus, las autoridades cubanas decidieron cerrar las fronteras e iniciar una cuarentena en todo el territorio nacional, Manuel afirma que ya el Ministerio de Salud Pública (MINSAP) tenía bien definido sus protocolos de actuación.
“Pensé que el Covid-19 iba a provocar un impacto negativo mayor en Cuba. La pandemia llegó coincidiendo con un gran desabastecimiento de medicinas, alimentos y artículos de aseo. Imagínate, esa combinación de mala alimentación, colas para conseguir comida y falta de higiene podría ser fatal. A eso añádele que un principio no había suficientes mascarillas en los hospitales, excepto en los militares y el Instituto de Medicina Tropical. Escaseaban los medios de protección segura para el personal sanitario. Mi mayor preocupación era la falta de equipos mecánicos de ventilación y que las camas en las salas de terapia intensiva no fueran suficientes. El MINSAP y el gobierno hizo mucho con poco. Creo que la mayor parte de la población cumplió con las medidas de distanciamiento social. Lo mejor, desde mi punto de vista, fueron las medidas profilácticas para tener bajo control al Covid-19”, alega y explica:
“Hacer un levantamiento casa por casa fue una buena medida. En Cuba ayuda que al paciente se puede controlar desde el barrio, mediante el CDR o el médico de la familia. Eso permitió atajar muchos casos desde el inicio. No todo fue coser y cantar. Las condiciones de trabajo y la alimentación del personal sanitario, salvo excepciones, fue de regular a mala. Tampoco fueron buenas las condiciones en los centros de aislamientos. Pero los médicos, intensivistas y enfermeras echamos el resto. Hubo momentos que las jornadas eran muy intensas. Llegué a dormirme de cansancio sentado en una silla. Si las personas supieran lo doloroso y traumático que resulta el Covid-19 en su fase avanzada, quizás fueran más responsables a la hora de cumplir con el distanciamiento social y el uso del nasobuco”.
Manuel ofrece detalles médicos: para que los pacientes soportaran el dolor que provoca el entubamiento para la respiración artificial, se les inyectaba sedantes o morfina, algo sumamente doloroso que deja secuelas posteriores. Al ser una epidemia nueva, constantemente se cambiaban los protocolos de la enfermedad. Medicamentos que supuestamente eran efectivos, se dejaban de usar en detrimentos de otros. Y confiesa que lo traumático que es ver a un paciente la noche anterior luchando por su vida y a la mañana siguiente saber que falleció.
«Gracias a Dios en Cuba, hubo pocos fallecidos. Probablemente más de los 86 que hasta la fecha reconoce el MINSAP, porque en el mes de abril se disparó el número de fallecidos en el país. Y muchos decesos fueron por enfermedades respiratorias. El Covid-19, al parecer, solo afectó al 20 por ciento de la población. Se supone que el resto es asintomático. Pero el 20 por ciento en Cuba son dos millones de personas. Mientras no aparezca una vacuna, es mejor estar en casa y si se sale a la calle, protegerse con la mascarilla. Estoy en contra de abrir piscinas, playas, hoteles y locales de ocio. Se está viendo en el mundo, la gente es irresponsable y no cumple con el distanciamiento social”, alega Manuel.
En su opinión, se percibe un triunfalismo desmedido entre las autoridades, como si todo hubiera acabado. «El coronavirus pudiera reaparecer con mayor fuerza. Lo más preocupante es que el gobierno ha dedicado grandes recursos a enfrentar el coronavirus, pero ha descuidado otros frentes. En estos momentos, faltan más de 800 medicamentos en Cuba. Algunos incluso ponen en riesgo la vida del paciente, como es el caso de los hipertensos y diabéticos. Tenemos el dengue y el chikungunya que prácticamente se han convertido en pandemia local, pues no hemos podido erradicarlos. Y debido a la crisis alimentaria que atravesamos, enfermedades provocadas por la mala nutrición pudieran reaparecer como ocurrió en la década de 1990, durante el Período Especial. Las medidas del gobierno para afrontar el Covid-19 han funcionado, pero la salud pública y la economía en Cuba son un caos. Y la llegada de turistas internacionales podría generar nuevos problemas».
El especialista considera que habrá que aprender a convivir con el Covid-19. Pronostica que habrá rebrotes, más intensos en unos municipios que en otros, e incluso se podrían decretar nuevos confinamientos o cuarentenas. “Creo que cuando aparezca una vacuna volveremos a la normalidad”, concluye.
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