jueves, 23 de julio de 2020

Cuba, una isla de desigualdades sociales.

Por Iván García.


Cuando Fidel Castro entró a La Habana encima de un tanque Sherman el 8 de enero de 1959, Gerardo, 77 años, descargaba cajas de pescado fresco en el antiguo Mercado Único de Cuatro Caminos. «Era jueves y al filo de las diez de la mañana fui con un grupo de empleados hasta la Vía Blanca para ver pasar a la comitiva de guerrilleros”.

La naciente revolución despertó muchas expectativas en casi toda la población. Gerardo no sabía entonces, ni ahora, de teorías políticas, marxismo o liberalismo democrático. Su vida era un círculo. Dejó la escuela en sexto grado y comenzó a trabajar para ayudar a su familia que residía en un solar del barrio habanero de Atarés en el municipio Cerro. La revolución cambiaría su vida, pero nunca dejó de ser un actor de reparto.

“Una revolución es como un huracán. Tumbaban vallas publicitarias, destrozaban parkings, ruletas de casino, mesas de billar y victrolas. Lanzaban una ley hoy y otra mañana. No te daba tiempo a pensar. De pronto te das cuentas que tiraban abajo cosas que funcionaban bien. Cerraban bodegas, cafeterías, carpinterías y otros negocios privados cuyos dueños nunca fueron ricos. Te iban imponiendo las cosas sin contar contigo. El gobierno pedía obediencia, aplausos y que la gente no criticara ni protestara. Pero cuando te vienes a dar cuenta, ya habías en su trampa”, delibera Gerardo.

En aquella época, rememora, «el dólar americano se cotizaba igual que el peso cubano. Los barbudos han dado mil vueltas, pa’lante, pa’atrás. Pero yo sigo como en 1959, viviendo en el mismo solar y pasando más trabajo que un forro de catre. La jubilación no me alcanza y por eso trabajo como parqueador. Ahora, en vez de reunificar las monedas, le abren la puerta al dólar, euro, libra esterlina, franco suizo… Esta gente (el régimen) está loca. Vivir mejor o peor en Cuba lo determina la moneda que tengas. El peso cubano es mierda. Y el chavito (cuc) ha quedado para comprar pollo, salchichas y aceite en largas colas. ¿Cómo vamos a obtener dólares quienes no tenemos parientes en Miami?”.

Entre los cubanos de a pie, muchos se muestran descontentos con la última estrategia económica del gobierno. La apertura de un mercado minorista de alimentos, artículos de aseo y ferretería era algo que se esperaba, tras la inauguración, a fines de 2019, de numerosas tiendas en moneda convertible para vender equipos electrónicos, televisores, aires acondicionados, motos eléctricas y piezas de repuesto de automóviles en toda la isla.

El regreso del dólar como moneda fuerte llega en un contexto diferente. Nicolás, ex contador durante diez años de una empresa estatal, explica que “cuando se aplicó la legalización del dólar en 1993, las shoppings, como entonces les llamaban, tenían un impuesto de hasta el 240% en todos sus productos. Hace dos o tres años, a algunos productos como el pollo, hamburguesas, salchichas y detergente, les rebajaron el impuesto para hacerlos más asequibles. En las nuevas tiendas, han dicho, van a primar los precios que funcionan en el mercado internacional. Eso ocurrió en los establecimientos que ofertan equipos electrónicos, pero no en las agencias que venden automóviles, que siguen con precios extraordinariamente exagerados”, comenta y añade:

“La estrategia de Fidel Castro era la de Robin Hood: quitarle al rico para beneficiar al pobre. En teoría sonaba bien, en la práctica fue un desastre. Al controlar y administrar el Estado el Banco Central, las ganancias se utilizaban en otros sectores de la economía, incluido el capital que necesitaban las tiendas para su reaprovisionamiento. Otro disparate fue provocado para disimular las desigualdades. Como el gobierno tiene un enorme aparato burocrático y militar, sus sostenes fundamentales, al no ingresar divisas, con las ganancias que producían los altos impuestos, a oficiales de las FAR y el MININT, se les vendía ropa, alimentos y electrodomésticos a precios de saldo. A los altos funcionarios, mensualmente se les daban jabas con alimentos. Esos gastos eran factibles gracias al elevado gravamen. Pero mermaba las ganancias de las ventas. Pero el peor disparate, para frenar el descontento y elevar la producción, fue pagarle, cuando crearon el peso convertible, una estimulación en divisas (entre 10 y 35 cuc), a un sector laboral que sobrepasan el medio millón de trabajadores”.

En opinión de Nicolás, ese dinero sin respaldo en divisas, intoxicó las ventas minoristas en dólares. «Cada vez las ganancias era menos, a pesar de los impuestos de circulación por las nubes. Y la estocada final fue en 2004, cuando Fidel le colocó un gravamen del 20 por ciento al dólar, luego rebajado al 10 por ciento, y puso a circular el peso cubano convertible (cuc), que no es más que un dólar camuflado. Supuestamente, cada peso convertible debía tener una divisa de respaldo. Pero eso, por lo que te comenté, se desvirtuó. Y comenzaron a imprimir chavitos (cuc) sin respaldo. Desde hace varios años, la mayoría de las tiendas en divisas reportan pérdidas a la economía. El dinero que ingresa lo recogen las empresas militares para sus negocios. Un dato: han invertido unos 20 mil millones de dólares en la construcción de hoteles en los últimos quince años. Lo que queda en la caja es puro papel. Si quieren que esta nueva versión de tiendas en divisas funcione, deben cesar los privilegios a la clase dominante y no pagarle a los trabajadores divisas que no generan. Claro, eso aumentaría el descontento en determinados sectores laborales”.

Varios expertos consultados coinciden que habrá que esperar a que las nuevas medidas comiencen a aplicarse. “Según el gobierno en esta primera fase, son 33 medidas y 209 lineamientos a cumplir. La mayoría de las políticas están contempladas en las directrices económicas hasta el 2030 aprobadas por el parlamento. La redolarización de un sector importante, como los comercios minoristas y los mayoristas que se prevén abrir en el futuro, apunta que si los emprendimientos, ya sean privados o estatales, no generan moneda dura o no la captan, difícilmente prosperarán», afirma Hugo, economista.

Desde su punto de vista, se aleja la necesaria reunificación de monedas, se mantienen viejas estructuras y mecanismos contables distorsionados por las empresa estatales. «Hay cuatro o cinco tipos de canjes diferentes en Cuba. Algunas empresas cambian la divisa a uno por uno respecto al peso convertible. Para ciertas cooperativas el canje es un peso convertible (cuc) por diez pesos (cup). En la zona del Mariel es dos pesos cubanos por cada dólar que te paguen. Un enredo que ha deformado la rentabilidad en las empresas estatales. Eso no sucede en el sector privado, donde se cotiza el dólar de acuerdo a como se canjea en la calle”, aclara el economista.

A Eduardo, dueño de una cafetería, le preocupa que en el sector privado no cambie la actual política impositiva. “Si se siguen gravando con el 50 por ciento de impuesto las ganancias superior a 50 mil pesos, no creo que estas medidas funcionen. Si el gobierno no grava los impuestos a partir de las ganancias de las ventas, no se estimulará la apertura de nuevos negocios particulares. Además se debe borrar de los lineamientos esa manía que tiene el Estado de prohibir y sancionar a los que generan riquezas. El gobierno se debe enfocar en eliminar la pobreza”.

Casi todos los expertos consultados consideran que las futuras reformas y creación de PYMES )pequeñas y medianas empresas) van en la dirección correcta. Raydel Fernández Alfaro, licenciado en economía que lleva 26 años en el exilio, cree que la nueva estrategia no va a funcionar si no se crea una clase media potente.

“He tenido el privilegio de vivir y conocer tres formas de organización política, social y económica diferente. La dictadura cubana, la socialdemocracia sueca y la democracia liberal en República Dominicana donde resido. Soy liberal hasta el tuétano. Si el régimen cubano no puede generar una clase media de cuatro o cinco millones de personas, cualquier reforma económica que intente está condenada al fracaso”, sentencia Raydel.

Para la gente común y corriente, medidas como la creación de PYMES y la autorización a importar o exportar al sector privado les da igual. Pero tanto las personas, como los expertos, consideran positiva la derogación del gravamen al dólar, aunque creen que el banco debiera pagarlo a un precio parecido a como se cotiza en el mercado negro local.

Diana recibe 200 dólares mensuales. “Es beneficioso para los que recibimos remesas y los dueños de negocios privados, pues si los precios no son abusivos, se puede comprar una variedad de alimentos de mayor calidad. Lo que está mal es que a los empleados estatales sigan cobrando en pesos, que sigue siendo la moneda nacional, pero no vale nada».

Emilio, ingeniero, piensa que es más de lo mismo. “El cinismo de este gobierno es tremendo. Hablan de bloqueo, pero compran alimentos de calidad destinado a los que van a pagar en divisas. Quedan en evidencia. Más que el bloqueo yanqui, lo que percibo es que el gobierno no tiene recursos ni una estrategia seria para garantizar una vida decorosa a todos los cubanos. Los que no reciben remesas ni tienen acceso al dólar, lo intentarán conseguir por la izquierda, vendiendo pacotillas o robando en su puesto de trabajo. Siempre ha sido así. El salario en Cuba es simbólico”.

Gerardo, el anciano jubilado que trabaja como parqueador, coloca una desteñida alcancía de madera al lado de su silla de hierro. Encima de la alcancía, un cartel: «Acepto cualquier tipo de propina, preferentemente dólares». Después de 61 años de castrismo, Cuba se convertido en una isla de desigualdades sociales.
Share:

0 comments:

Publicar un comentario