lunes, 22 de marzo de 2021

“Ahora mismo, Cuba es un infierno.”

Por Iván García.

La primavera ya está aquí. Y en la Avenida Santa Catalina, al sur de La Habana, escoltada por vetustos framboyanes, un sol tibio y agradable resalta el esplendor de esa arteria capitalina. Mientras usted camina por sus aceras fracturadas, ramilletes de flores naranjas y rojas se descuelgan de los árboles creando una alfombra multicolor. Después que cruza la calle Vento, la extensa y amplia arteria delimita Santos Suárez y La Víbora, dos barriadas pertenecientes al municipio Diez de Octubre, el más poblado de la capital, a veinte minutos en auto del Aeropuerto Internacional José Martí.

La Víbora y Santos Suárez fueron construidas antes que Fidel Castro tomara el poder e implantara en Cuba un manicomio socialista con libreta de racionamiento y arquitectura soviética. El tramo de la Avenida Santa Catalina, desde Boyeros, donde nace, hasta la Calzada de Diez de Octubre, con sus framboyanes centenarios, el gorjeo de los pájaros y edificaciones de buen gusto, probablemente sea una de las vías más hermosas de la ciudad después de la Quinta Avenida, la Calle 23 y el Malecón.

Pero la muchedumbre que hace cola desde la madrugada para comprar salchichas y paquetes de muslos de pollo importados de Estados Unidos en una tienda contigua a un garaje, no tiene tiempo de contemplar la belleza de Santa Catalina ni disfrutar la llegada de la primavera. Tatiana, ama de casa, 55 años, lleva dos días ‘cazando’ el pollo, las salchichas y compotas para su nieto de cuatro años.

“Es algo desgastante. El primer paso es pagar información al personal que trabaja en la tienda para que te digan cuando llega el pollo, salchicha u otro alimento. El gobierno le ha mentido al pueblo descaradamente. Cuando abrieron las tiendas de alimentos en dólares, prometieron que con la divisa que obtendrían abastecerían a los antiguos mercados en cuc, que actualmente venden en pesos. Pero fue un cuento. Las tiendas están desabastecidas. El día que va entrar pollo, tienes que marcar la noche anterior, pues solo despachan a 120 o 150 personas”, dice y añade:

“Y solo puedes comprar dos paquetes de muslos de pollo. Si es pechuga o pollo deshuesado, un solo paquete. Salchichas, dos paquetes. Y compota, diez per cápita. Hay personas que se dedican a hacer la cola y luego venden los turnos. Un turno de un mercado que vende en pesos, cuesta entre 100 y 200 pesos. Los que tienen mucho dinero compran a los policías que organizan la cola o al gerente de la tienda. Fastidia bastante que después de estar escondiéndote en la escalera de un edificio, encima de un árbol o un parque, pues debido al confinamiento no puedes estar en la calle entre las 7 pm y las 5 am, y después que lograste un turno entre los primeros cien en la cola, te digan que ya se acabó el pollo. Entonces se arma tremendo jaleo, porque la gente cuenta las cajas de pollo que se bajan en la tienda. Descuenta una o dos cajas para los trabajadores de la tienda y se supone que el resto es para los que hacemos la cola. Si no estás a la viva, te joden y venden la mercancía por la izquierda».

Lourdes, 43 años, maestra de primaria, está convencida de que “ahora mismo, Cuba es un infierno. No hay nada que comer. Si se te rompe un electrodoméstico o se te funde un bombillo en la casa, tienes que tener dólares para sustituirlo, incluso con dólares, no lo puedes conseguir. Hace dos semanas estoy buscando queso, frijoles y arroz. Mi hijo que vive en Miami me pone doscientos dólares todos los meses solo para comida. Y no siempre puedo comprar lo que busco. Me tengo que disparar colas de siete y ocho horas. Cuando la semana pasada abrieron La Época, me escondí debajo de unos cartones en parque cercano, para conseguir un turno. Dos días de cola y al final no pude comprar nada. Cuba necesita otra revolución. A los que gobiernan no les importa el pueblo. Solo viven para robar ycomer, mira las barrigas que tienen”.

Aunque la comida sigue siendo la prioridad número uno de los cubanos, no es el único problema. Héctor, agricultor privado, dueño de una hectárea de tierra en Artemisa, provincia a unos 80 kilometros al oeste de La Habana, está desconcertado por la mediocridad de los dirigentes. “En qué cabeza cabe que en un país donde no hay comida, poner tantos obstáculos para producirla. Si elaboras quesos con la leche de tus vacas, es ilegal. Sin vendes carne de res, también es ilegal. Y no es raro que la cosecha se pudra porque Acopio no la recoge por falta de transporte o demoren varios meses para pagarte la factura. El gobierno se ha empecinado en implementar una nueva tarifa de electricidad y agua que hacen irrentables las cosechas. Nadie va a trabajar la tierra para perder dinero. En febrero, la cuenta de electricidad fue de 30mil pesos. Mejor me siento en mi casa y siembro para mi autoconsumo y lo que me sobre lo vendo por la izquierda. Son tan estúpidos que se les ha ocurrido vender en dólares los implementos de trabajo y el fertilizante. ¿Qué se han creído? ¿Que también los parientes en Miami van a mandar dinero para trabajar la tierra? En en el mundo, cuando hay sequías o fenómenos meteorológicos, las autoridades subsidian la agricultura. Con la alimentación del pueblo no se juega. Los del gobierno están locos o se hacen”.

Rogelio, dueño de un negocio de publicidad, considera que la “tarea ordenamiento es el mayor disparate que se le ha ocurrido a los sesohuecos del gobierno. Si tú quieres desarrollar la economía la primera regla es mantener los impuestos bajos para que los pequeños y medianos emprendimientos priados florezcan. Si elevan el costo de la electricidad, agua y gas a limites siderales, el precio de los servicios que ofertamos se dispara, provocando una espiral de precios inasequibles para los cubanos. Han subido los salarios entre dos y cuatro veces y los precios de la electricidad, agua, gas y otros que son esenciales crecieron entre siete y diez veces. Había que hacer reformas, pero de a poco. No todas de un golpe. Subir los precios de la electricidad fue un disparate. Ya la electricidad en Cuba era cara. Yo, por ejemplo, pagaba más de 20 mil pesos mensuales, ahora me monto en los cien mil. He tenido que cerrar el negocio. Parece que Díaz-Canel no se entera que la base de una economía moderna no es la limonada, es la electricidad”.

Camino del tercer mes de la tarea ordenamiento, la mayoría de los cubanos la reprueban. En una encuesta realizada por el sitio digital oficialista Cubadebate, posteriormente eliminada, un 94% de los encuestados mostraron su desacuerdo con la estrategia implementada por la dictadura militar. Corren rumores de que en el próximo Congreso del Partido Comunista, a celebrarse en la segunda quincena de abril, se implementará un amplio paquete de medidas para intentar frenar la estacionaria crisis económica. Pero ese amplio segmento de cubanos que hace cola todos los días no es optimista. No esperan nada nuevo. Piensan que será más de lo mismo. Ya ese perro los ha mordido en ocasiones anteriores.

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