Por Santiago Cárdenas.
Fue Malaparte. Curzio. El escritor europeo más influyente y conocido durante la II Guerra Mundial y en los años de sus terribles secuelas, quien en su libro epónimo, ”Las técnicas del golpe de estado”, enfatizó desde su título en las técnicas, en plural, de un único fenómeno: el golpe, en singular, para conquistar o defender a un estado organizado.
En la modernidad, fue Napoleón Bonaparte el primero en aplicar victoriosamente una técnica rudimentaria -con estricto apego a la legalidad e incruenta, durante la toma de la Asamblea Nacional- el 18 de Brumario. Hecho con la complicidad de su hermano Lucienne, ante las vacilaciones del Abate Sieyes. Aquel día se disolvió el Directorio a solo diez años del triunfo de la Revolución Francesa.
Pero, Malaparte propone, además, otros ejemplos que terminaron en fracasos rotundos por no aplicar las “reglas” que subyacen en cualquier intento golpista de envergadura. El intento de Hitler en 1922, es el clásico. Dejó al partido nazi destruído en el pustch de Munich, que dejó una estela de muertes y horror en toda la capital de Baviera. Salva la vida de milagro y va a la cárcel por tres años.
”EL PROBLEMA DE LA CONQUISTA Y DE LA DEFENSA DEL ESTADO MODERNO NO ES UN PROBLEMA POLITICO, SINO TÉCNICO. LAS CIRCUNSTANCIAS FAVORABLES PARA UN GOLPE DE ESTADO NO SON DE NATURALEZA POLÍTICA O SOCIAL Y NO DEPENDEN DE LA SITUACIÓN GENERAL DEL PAÍS.” – (MALAPARTE. París, 1931).
Esta controversial afirmación del autor, –que le ha dado la vuelta al mundo durante varias generaciones, continúa….” La técnica revolucionaria empleada por Trotsky para hacerse del poder en Petrogrado en octubre de 1917 daría los mismos resultados si se emplease en Suiza o en Holanda… Las medidas tomadas por Kerensky para impedir que Lenin se adueñara del poder hubieran debido ser completamente distintas a las que empleó Cicerón para defender la República Romana contra la sedición de Catilina. Si unas cuantas medidas policiales sirvieron para desbaratar el plan de Catilina, esas mismas medidas no podían servir de nada contra Lenin. El error de Kerensky consistió en querer defender los puntos vulnerables de una ciudad moderna —los bancos, las estaciones ferroviarias, las centrales telefónicas, las imprentas,…— con los mismos métodos que empleó Cicerón en la Roma de sus tiempos.”
El leit motiv del libro de Malaparte es la Rusia de 1917. El estudio que hizo acerca del alma política rusa de los inicios del siglo XX, lo inmortalizó. No hubo revolución de octubre con movilizaciones de masas, huelgas generales, masacres, revueltas populares, etc. como proponía Lenin, el “estratega”; sino un golpe de estado organizado por Trotsky, su lugarteniente, “el táctico”– donde un puñado de bien entrenados fanáticos bolcheviques tomaron por la fuerza los puntos estratégicos de la capital. La caída del Palacio de Invierno solo fue una escaramuza que dejó solamente seis o siete muertos.
El meollo de la acción radica, por consiguiente, en las técnicas empleadas en la preparación y culminación de cualquier coup d’état. ¡Cuánto han cambiado la técnica en los 103 años que han transcurrido desde Octubre de 1917 en San Petersburgo, a noviembre del 2020 en Washington!
Malaparte quedaría boquiabierto si pudiera contemplar el mundo de las comunicaciones contemporáneas, la computación y las redes sociales.
Ya usted no verá el control de puntos neurálgicos de una ciudad por hombres con armas largas; ni las tanquetas en las capitales latinoamericanas enviadas por los gorilas de turno. Ahora asistirá entre impotente, callado y sorprendido al golpe de estado asimétrico como lo relata magistral e impúdicamente el semanario Time de febrero de 2021. Esta vez el triunfador fue Joseph Biden. Increíble.
EL BIDENAZO: UN GOLPE DE ESTADO ASIMÉTRICO SUPERTÉCNICO Y EXITOSO.
El relato de Molly Ball en la edición del semanario Time del 8 de febrero del 2021 estremeció al mundo. “Es un artículo que todo estadounidense debería leer”, según lo expresado por un ex presidente muy conocido. Concuerdo con él. Estimo que pocos lo harán y otros muy pocos sabrán interpretarlo.
Por supuesto, no voy a dar explicaciones detalladas de lo allí escrito. Es imposible resumirlo. Cada quien puede acceder libremente a esa fuente primigenia y a los subsiguientes comentarios y evaluaciones. Se conoce: Mike Podhozer fue el “el arquitecto”; el máximo conspirador.
Queda claro que un grupo elitista, inteligente, muy poderoso y adinerado planeó con antelación y ejecutó magistral e incruentamente el golpe de estado de noviembre del 2020, utilizando las técnicas mas sofisticadas para penetrar, –sin dejar huellas, ni evidencias tangibles,– las estructuras del gobierno estadounidense y su cultura democrática. Fue el primer coup d’état en la historia de los EEUU. No hay dudas y el reportaje se explica por sí mismo.
Me quedan dos interrogantes que me desconciertan. La primera es el cómo y el porqué el equipo del presidente Trump no pudo contraponer unas técnicas similares a las utilizadas por los golpistas para propinar un contragolpe.
La segunda es constatar con asombro que a tan escasos días de la toma de posesión del nuevo presidente se hayan revelado tantos datos y tan sensibles, que violan nuestra Constitución, exponiéndolos sin pudor y con cierto “apuro” ante la opinión pública. La lógica elemental y la costumbre aceptada en todo el mundo y por todos, es mantener lo hecho conspirativamente como top secret.
Pienso que los golpistas y su prensa satélite, se sienten y son tan poderosos y prepotentes que están por encima de las leyes. Se saben impunes ante la gran fechoría que cometieron.
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