Por Iván García.
Desde noviembre de 2014, con el pretexto de la sustitución de cables, transformadores y postes del servicio eléctrico, gradualmente han aumentado los apagones en La Habana.
En la barriada de Lawton, en el sur de la ciudad, los cortes eléctricos son cotidianos. “La gente lo entendió en un principio. Cada 21 días quitaban la luz durante 9 o 10 horas porque estaban cambiando los postes. Pero han pasado cinco meses y ahora los apagones, a pesar de las renovaciones, son más frecuentes. Una vez por semana, entre 8 y 10 horas. Pero también por la noche, lo que causa molestias debido al intenso calor”, comentó un vecino.
El 28 de marzo, hubo cortes a intervalos desde las 11 de las mañana hasta las 5o de la madrugada. “Eran apagones de media hora o 20 minutos, pero se repetían constantemente. Ésos son los peores, pues los electrodomésticos, aires acondicionados y computadoras que no tienen protectores de voltaje, se pueden averiar”, señaló un residente en la calle Carmen.
Según la Empresa Eléctrica, las fallas en la generación no son por déficit de combustible, como se rumora en la calle, sino por problemas técnicos. ¿Cómo es posible que después de hacer reparaciones a fondo eso suceda?, pregunté por teléfono a una especialista de la empresa.
“Algunos arreglos no han tenido la calidad requerida y han provocado problemas de voltaje en las líneas. Estamos trabajando para reparar esos fallos”, respondió de forma lacónica.
¿Y quién responde por las averías en refrigeradores, computadoras y aires acondicionados de las personas afectadas por las diversas interrupciones?, indagué. “No es un asunto nuestro. En las tiendas venden protectores para los equipos”, contestó y colgó el teléfono.
Es cierto. En las tiendas por divisas se ofertan varios modelos de protectores para equipos eléctricos y electrónicos. Pero a un precio que oscila entre 11 y 33 cuc.
El salario promedio en Cuba es de 20 pesos convertibles. Jubiladas como Lidia, 76 años, devenga una ridícula pensión de 198 pesos, alrededor de 9 cuc. Debido a fallas en el voltaje y apagones constantes, se le averió el refrigerador Haier, fabricado en China, que el Estado le vendió en 2007 a cambio de entregar un añejo Philco de mediados del siglo XX.
“Por ese aparato chino debo pagar, a plazos, 6.000 pesos [unos 250 dólares]. Todavía lo estoy pagando de mi pensión. El Haier me ha salido malísimo. Se ha roto dos veces por problemas en el condensador. Después, la junta de la puerta no cerraba. Ahora, debido a los apagones, se fastidió de nuevo. Los funcionarios de la empresa eléctrica dicen que ellos no tienen la culpa. ¿Pero cómo puedo comprar un protector con una pensión de 9 chavistos [cuc]?”, se lamentó.
Los apagones en Cuba son una marca registrada de la casa. Después de que Fidel Castro se hiciera con el poder en enero de 1959, diseñó una estrategia para electrificar toda la nación.
El 94% del país está electrificado. Es la buena noticia. La mala, que los cortes de luz en una isla tropical donde la humedad, el calor y los mosquitos abundan, generan malestar en la población.
En los años 60, 70 y 80 los apagones eran parte inseparable del folclor nacional. Pero el caos llegó a partir de 1990. Con el período especial, un auténtico estado de guerra sin el rugir de los cañones, los cortes en la electricidad se intensificaron.
Doce horas diarias. Daniel, 47 años, profesor universitario, recordó: “Eran ‘alumbrones’. Por las noches, para poder dormir, tirábamos una colchoneta en la azotea del edificio. En el verano era un drama. Por eso entiendo a los jóvenes que se lanzaron en balsa en 1994 para llegar a la Florida”.
A finales de los 90 y hasta 2005, los grandes apagones menguaron. Aunque no del todo. El Estado los programó. Cada barrio tenía tres cortes de luz semanales, de cuatro a seis horas. La agenda de apagones salía publicada en los periódicos provinciales. La crispación social estaba a flor de piel.
Bajo el nombre de “revolución energética”, Fidel Castro diseñó un plan. Renovó las centrales eléctricas, para que funcionaran con el pesado diésel cubano cargado de azufre y montó cadenas de plantas eléctricas portátiles para casos de emergencias.
Además, sustituyó viejos artefactos electrónicos por modelos más modernos. Y se comenzaron a sustituir postes de madera de las décadas 1940-50 por pilotes de concretos. El tendido eléctrico se fue renovando.
Han pasado 10 años del inicio del proyecto y aun se trabaja, a paso de tortuga, en la renovación de la red eléctrica. El problema no es por el déficit de petróleo. Venezuela entrega a la isla más de 100.000 barriles diarios de crudo a cambio de los médicos y asesores enviados por La Habana. Cuba, según reportes internacionales, vende el 30% de ese combustible en el mercado mundial.
Una fuente de todo crédito señaló que debido a la crisis que vive Venezuela desde la primavera de 2014, se ha recortado la entrega de petróleo a Cuba.
“Ahora la cifra ronda los 65.000 barriles diarios. El Gobierno sigue vendiendo su cuota del 30%. No creo que la causa de algunos apagones, que son más frecuente fuera de la capital, sea por falta de combustible, pues ahora se utiliza diésel nacional y hay nuevas plantas que combinan el petróleo con el gas. Es más un problema tecnológico”, argumentó la fuente.
Los recientes apagones en La Habana han disparado las alarmas. Los vecinos de Lawton se preguntan si los frecuentes cortes de luz obedecen a una directriz estatal o son accidentales. Es que en Cuba los apagones, como los autos viejos, ya forman parte del paisaje.
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