Por Jaime Suchlicki.
El pasado 18 de Noviembre el Secretario de Estado John Kerry dió un discurso en la Organización de Estados Americanos en el cual no planteó firmemente mantener las sanciones de los Estados Unidos a Cuba. El Secretario Kerry insistió que el contacto de “persona a persona” por parte del programa de americanos que viajan a la isla está impactando el sistema comunista.
Pero esta premisa está basada en las siguientes suposiciones erróneas:
Primero, que los hermanos Castro y sus aliados son ingenuos, no tienen experiencia y van a permitir que los turistas americanos influyan en la política interna.
Segundo, que los turistas americanos van a llevar la democracia a Cuba. En las últimas décadas millones de turistas europeos, canadienses y latino americanos, muchos que hablan español, han visitado la isla. ¿Dónde está la democracia? El gobierno cubano se ha beneficiado de los dólares de los turistas y mantiene una férrea dictadura.
Tercero, que el turismo y comercio impulsan cambios económicos y políticos. Ninguna investigación ha sido publicada hasta ahora que confirme que el turismo, comercio o inversiones tuvieron algún impacto con el fin del comunismo en Europa del Este o en la Unión Soviética. De hecho en Europa del Este, el sistema colapsó una década después del punto más alto de visitas de turistas. Los cambios en la región más bien fueron impulsados por el desastroso estado de la economía, la competencia con países occidentales, el cambio sucesivo de liderazgos ilegítimos en la URSS, la corrupción y debilidad del partido comunista, el sentimiento anti-soviético en Europa del Este y la derrota de los soviéticos en Afganistán.
Cuarto, que acercarse políticamente y económicamente a un estado totalitario impulsa su desaparición. No existe evidencia que compruebe semejante suposición. Los únicos que están interesados en terminar el embargo son académicos de izquierda y miembros del congreso que están buscando fortalecer la economía de sus constituyentes y no tienen compromiso con la democracia en Cuba.
No tiene sentido culpar al embargo por los problemas económicos de Cuba. La miseria económica de los cubanos es el resultado de un fracasado sistema político y económico. Al igual que en Europa del Este, el sistema de Cuba no funciona, reprime cualquier iniciativa y productividad y destruye la libertad y dignidad humana.
Si las sanciones a Cuba son eliminadas sin antes obtener concesiones, el mensaje hacia el resto del mundo sería que los Estados Unidos permite: a cualquier líder confiscar propiedades americanas sin ser penalizado; el uso de su territorio para introducir misiles nucleares; el patrocinio del terrorismo y de causas anti-americanas alrededor del mundo; y eventualmente los americanos olvidan, perdonan, y recompensan con turismo, inversiones y ayuda económica al antiguo enemigo.
Desde la era de Ford y Carter, la política americana hacia Latino América se ha enfocado en la democracia, los derechos humanos y el gobierno constitucional. Bajo el presidente Reagan los Estados Unidos intervino en Granada, bajo el presidente Bush, Sr. en Panana, bajo el presidente Clinton los marines llegaron a Haití, todo para restaurar la democracia. Los Estados Unidos ha prevenido golpes de estado militares y ha apoyado las decisiones populares en elecciones. Es importante notar que no se está instigando una intervención militar en Cuba. Aunque la política norteamericana no se ha aplicado uniformemente, Cuba es parte de Latino América y normalizar las relaciones con la dictadura militar mandaría un mensaje negativo al resto del continente.
Apoyar a regímenes y dictadores que violan los derechos humanos de los ciudadanos es una mala política que recompensa e incrementa los abusos de esos gobernantes.
Si las restricciones de los viajes y el embargo se eliminan, ¿Qué le quedaría a los Estados Unidos para negociar con un régimen en el futuro para promover cambios? El embargo es una herramienta que puede ser de mucho valor para negociar con un gobierno en el futuro dispuesto a ofrecer concesiones políticas y económicas.
Los países no cambian sus políticas sin un quid pro quo de la otra parte y los Estados Unidos deben mantener las sanciones a Cuba. Las concesiones unilaterales favorecen a nuestros adversarios y no impulsan ningún cambio significativo.
Las sanciones deben ser eliminadas como resultado de negociaciones entre los Estados Unidos y Cuba que produzcan cambios políticos y económicos irreversibles, no solo hacia los Estados Unidos, sino principalmente al pueblo cubano.
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