Por Orlando Palma.
El periódico Granma publica hoy miércoles un amplio reportaje sobre la producción de leche en la provincia de Camagüey. El escenario descrito es desalentador y confirma la tendencia a la baja en cuanto a entregas del preciado alimento. Camagüey presenta desde el año 2012 un decrecimiento sostenido en la producción lechera y en su venta a la industria, tanto en el sector cooperativo como privado.
Aunque en los últimos cinco párrafos se esbozan con moderado optimismo las potencialidades del programa de recuperación del sector, la lectura del texto, firmado por el periodista Miguel Febles, revela un problema que se extiende a muchos sectores de la economía y que podría resumirse en la afirmación de que la burocracia sigue siendo el más pesado lastre que arrastra la producción de alimentos en Cuba.
La síntesis del problema planteado es que los ganaderos deben entregar la leche que producen a un centro de acopio determinado. Allí se toman muestras para evaluar la calidad de cada entrega, lo que se relaciona con el precio del producto. Sin embargo, en lugar de pagar a cada uno según el tipo de alimento que llevó al centro, lo que se hace es medir la calidad promedio del conjunto que se vertió en el termo y se paga a cada campesino el precio que se deriva del promedio. El resultado es la desmotivación por elevar la calidad.
Uno de los entrevistados, Alexis Gil Pérez, director general de la Empresa Provincial de Productos Lácteos, explica que no se mantienen contractuales con los campesinos individuales sino con "la base productiva". Gil Pérez sostiene que no se está violando ningún procedimiento. "Si hay criterios o insatisfacciones, habrá que entrar a revisar los documentos rectores de la actividad, decisión que solo compete a las instancias nacionales", agrega. "Mientras, hay que ajustarse a lo establecido. No está dentro de mis facultades variar los rangos de compra de la leche".
En un acto celebrado en Camagüey el 26 de julio de 2007, el general Raúl Castro expresó que cada cubano tendría que tener la posibilidad de tomarse un vaso de leche. Transcurridos casi ocho años de aquel fallido deseo, el propósito inmediato ni siquiera es perfeccionar la distribución de lo que se colecta, sino detener el decrecimiento de la producción lechera que se observa en esa provincia desde 2012.
La producción lechera en Cuba solo cubre el 50% de la demanda nacional, por lo que el país necesita importar la mitad de la leche que consume. Su distribución está controlada por el Gobierno y no se permite su comercialización ni la de productos lácteos de manera privada ni en los mercados agropecuarios.
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