miércoles, 25 de marzo de 2015

¿De quién es el hotel Habana Libre / Hilton?

Por Dmitri Prieto Samsónov.

La publicación reciente de una foto donde aparecen juntos Fidel Castro Díaz-Balart y Paris Hilton, en contexto de la normalización inter-gubernamental entre EEUU y Cuba, levantó especulaciones sobre la posibilidad del retorno de la cadena hotelera Hilton a Cuba en el futuro próximo.

Habana Libre, el emblemático hotel del Vedado donde se hospedaron parte de los “barbudos” al arribar a La Habana en enero de 1959, se denominaba en aquel entonces Havana Hilton, y fue de los primeros que la empresa operó fuera de EEUU.

Quizás hoy muchos piensen que hay un interés por los antiguos propietarios de recuperar su negocio habanero.

Pero hay un problema.

La empresa Hilton no era la propietaria del actual Habana Libre; sólo lo administraba.

El Havana Hilton se construyó con el dinero de las cajas de retiro del Sindicato Cubano de Trabajadores de la Gastronomía. Y no con dinero robado de esas cajas: era un negocio legal en que el Sindicato invertía el dinero de las cuotas de retiro de sus trabajadores en la construcción de ese hotel, que –una vez en operación y siendo propiedad del Sindicato- generaría más dinero para pagar sus pensiones, bajo un contrato de administración firmado por la organización obrera con la empresa Hilton.

De manera que el Estado post-insurreccional no le expropió el hotel a “los americanos”, sino al propio sindicato cubano.

Esto coloca a la conjeturada relación de la Hilton con el gobierno cubano ante un dilema legal: la empresa podría alegar que para ella el titular legítimo -de esa propiedad que antes de su nacionalización administraba en La Habana- no es el Estado, sino el Sindicato con el que firmó el contrato para comenzar la explotación del hotel. El Sindicato, o sus sucesores legales.

De hecho, en Cuba ha existido un Sindicato de Trabajadores de la Gastronomía, el Comercio y los Servicios, que forma parte de la CTC oficial: probable sucesor legal de la entidad que firmó con la Hilton antes de 1959.

Esto puede parecer un aspecto más en la intrincada madeja de dificultades alrededor de la “normalización” de relaciones inter-estatales Cuba-EEUU, pero me parece que es un buen punto de partida para comenzar a debatir sobre el rol potencial de las organizaciones obreras, y en general sobre la defensa de los derechos de quienes trabajan, frente a las consecuencias de tal “normalización”.
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