Por Alberto Méndez Castelló.
“Cuba es un Estado socialista de trabajadores”, dice el artículo 1 de la Constitución de la República. Pero un dicharacho entre cubanos asegura: “esto es sociolismo, no socialismo”.
“Hoy valen más los frijoles que los cañones”, viene diciendo el general Raúl Castro desde 1994. Pero en el listado de ocupaciones de quienes integran el recién “electo” Comité Central del Partido Comunista de Cuba (CCPCC), la palabra “campesina” aparece en una sola ocasión.
En la nomenclatura la palabra “médico” puede leerse en una oportunidad, no así el vocablo albañil ni ningún otro que recuerde a los trabajadores manuales, ausentes en ese listado.
General, en su acepción de jerarquía militar, no aparece en la nómina del CCPCC, aunque es la ocupación castrense la mejor representada allí: un general de ejército, cuatro generales de cuerpo de ejército, nueve generales de división (incluido un contralmirante), y generales de brigada y comandantes más visibles que los generales de tres estrellas.
Generales del ejército en retiro, o en “comisión de servicios” en otras instituciones gubernamentales reelectos al CCPCC, además de Raúl Castro y su asesor, el general de brigada José Ramón Fernández, también lo son los generales de división Ulises Rosales, vicepresidente del Consejo de Ministros; Leonardo Andollo, segundo jefe para implementar los “lineamientos del VI Congreso”; Samuel Rodiles Planas, presidente del Instituto de Planificación Física; Ramón Pardo Guerra, jefe de la Defensa Civil, y el ex ministro de Transporte Antonio Enrique Lussón.
“Siete generales aparentemente sin tropas directamente subordinadas, pero cuyas divisiones integran toda la sociedad cubana, militarizada, desde los campesinos de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), a los que el Estado planifica siembras y cosechas, hasta quienes integran la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), con un lindero a la creación artística puesto por el general de generales Fidel Castro: dentro de la revolución, todo; contra la revolución, ningún derecho”, dijo a este corresponsal, a condición de anonimato, un escritor, precisamente, integrante de la UNEAC.
El generalato en activo integra el CCPCC cual cielo estrellado, allí tienen su silla el ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), el primer viceministro, los dos viceministros, el segundo jefe de la dirección política, el jefe del Ejército Occidental, el jefe del Ejército Central, el director de la Empresa Militar Industrial, el presidente de la asociación de veteranos (combatientes de la revolución cubana) y el jefe del V Departamento de las FAR, a su vez presidente ejecutivo del grupo de administración empresarial, léase cadena hotelera, extra hotelera y todos los negocios en manos de los militares, posición clave en la cadena de mando, aunque estuviera en las manos de un sargento y no de un oficial superior.
Incluso la policía está en manos del Ejército. Generales de las FAR al mando del MININT (ministerio del Interior) son Carlos Fernández Gondín, ministro del ramo; Romárico Sotomayor García, jefe de la Dirección Política, y el contralmirante Julio César Gandarilla Bermejo, viceministro primero del Interior.
“Es el poder dentro del poder”, dice un sociólogo.
Comandantes del Ejército Rebelde con más poder real que cualquier general, salvo el de Raúl Castro, lo son José Machado Ventura, segundo al mando en el Partido Comunista, valga decir, la segunda autoridad en el país según el artículo 5 de la Constitución de la República; Ramiro Valdés, ex ministro del Interior y actual vicepresidente del Consejo de Estado y de Ministros, y Guillermo García, ex jefe del Ejército Occidental, aunque hoy sólo sea director de la empresa de Flora y Fauna.
Comandantes de vieja data recién reelectos en el CCPCC son Faure Chomón, quien en los años 70 del pasado siglo fuera jefe del Partido Comunista en la provincia Las Tunas; Julio Camacho Aguilera, que ya en 1959 fue ministro de Transporte y ahora está a cargo de la península de Guanahacabibes, en Pinar del Río, la más occidental de las provincias de Cuba, y José Ramón Balaguer, ex ministro de Salud Pública, reelegido en el importante cargo del secretariado del CCPCC para las relaciones internacionales.
Civiles-militares por carambola son en Cuba todos los profesionales de nivel superior, incluso este corresponsal. Junto con la preparación académica los estudiantes reciben preparación militar, ya desde el bachillerato, y junto con el título universitario, el grado militar de teniente.
Este es el caso del ingeniero Miguel Díaz-Canel Bermúdez, integrante del Buró Político del CCPCC y primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, y también la situación del canciller Bruno Rodríguez, quien antes de comenzar a viajar como diplomático, ya había viajado como oficial de las FAR.
Militares en cargos civiles se les puede encontrar desde en el mismísimo Consejo de Estado hasta en la administración de un negocio estatal. Así, el general de división (r) Fabián Escalante Font, que fuera jefe de la seguridad del Estado cubana, como “trabajador civil” ha dirigido empresas comerciales de las FAR, del mismo modo que hoy, aunque de la industria láctea desconoce hasta lo elemental, el administrador de la fábrica de helados de Puerto Padre en otro tiempo perteneció a la policía política con grados de teniente coronel.
Entre cubanos de a pie por aquello de socialismo no, sociolismo sí, es popular el cuento en que preguntan a un niño: “¿Y tú, qué para qué vas a estudiar?” a lo que responde el pequeño: “¿Yo? ¡Para dirigente…!”
Quizás el chico tenía en la memoria la imagen de su padre con uniforme militar, ahora gerente de una empresa y vestido a la moda.
0 comments:
Publicar un comentario