lunes, 18 de abril de 2016

El misterio de Bahía de Cochinos.

Por Gastón Baquero.

El libro de la Historia está lleno de capítulos sin cerrar y de páginas de texto. Los episodios y los personajes que creemos conocer mejor, por la abundancia de datos y la riqueza de testimonios, a la postre resultan los más misteriosos. Nos alejamos tanto de la verdad que se ha podido decir, por ejemplo, que cada día sabemos menos del Descubrimiento de América porque cada día descubrimos otro dato, otra versión, otra posibilidad.

Recuerdo una larga conversación con Orestes Ferrara a cuenta de su “Felipe II”.  Él no había escrito sobre el Rey, sino contra el Rey, en contra de antemano. Dejando a un lado la pobreza de la bibliografía que había manejado, campeaba el hecho de que Ferrara era un liberal del siglo XIX y un hombre tan apasionado que difícilmente podía ser un buen historiador, porque sólo veía en los hechos lo que quería ver previamente, lo que alimentaba sus prejuicios. Felipe salía de sus manos hecho una verdadera hamburguesa, aplastado a fuerza de inhumanizado.

La imagen que él tenía de Felipe era tan válida como la imagen contraria que yo le presentaba. Lo que hicimos esa tarde en una terraza del Ritz fue un Rashomon en miniatura. Los dos estábamos convencidos de conocer la verdadera imagen y defendíamos el punto de vista de cada uno, olvidándonos de que siempre faltan datos, pruebas, clarificaciones del hombre y del por qué de sus actos. Como toda discusión, aquella terminó en que nadie convenció a nadie, y dejamos en el aire, como una página incompleta, la figura del Rey y el sentido de sus actos.

Es que en toda página de la Historia hay para todos los gustos. A lo que más podemos acercarnos es a ver lo misterioso, lo oculto. Pienso en la terrible página de nuestra historia inmediata que llamamos Playa Girón, Bahía de Cochinos. ¿Llegaremos algún día a conocer la verdad? Porque es evidente que todo lo que se dice y decimos  sobre ese episodio, en el que lo único realmente cierto y grandioso fue el heroísmo con que patriotas de absoluta fe dieron o arriesgaron la vida, todo, es falso, maquillado, maliciosamente deformado y manipulado.

Subrayo que no me refiero  al combate, a la acción desesperada y heroica de los patriotas. Ahí escribió de nuevo el cubano cien páginas de gloria, merecedoras de la inmortalidad. Me refiero al origen, a la malvada utilización del patriotismo, a las fuentes de aquella tremenda locura que significaba dar la orden de desembarcar a aquella columna en aquel sitio, luego de conocer que los aeropuertos y aviones del enemigo no fueron dañados treinta cinco horas antes por un ataque aéreo frustrado de los nuestros.

Hay un “burujón” de preguntas que formulo sin otra intención que la de dejar establecido el carácter misterioso, la gran incógnita que es Bahía de Cochinos:

¿Cómo se explica que en Madrid a las tres de la tarde del sábado conociéramos que la operación se había suspendido por el fracaso del bombardeo de las ocho de la mañana? ¿Cómo se explica que los soviéticos desatasen por la radio una catarata de amenazas para los países  de la OTAN, y en especial amenazasen con entrar en Berlín si la operación seguía adelante? ¿Cuál fue exactamente el papel jugado en todo por De Gaulle ese día y los dos siguientes? ¿Qué papel desempeñó en la planificación del ataque el general Haunstofel, militar alemán al servicio de la OTAN? ¿Por qué tres meses antes del desembarco la prensa soviética desató la campaña de improperios contra los militares alemanes al servicio de la OTAN, y se señalaba una y otra vez  a Haunstofel? ¿Qué relación hay entre esa campaña soviética y la actuación del espía británico Wassal, al servicio de la Unión Soviética? ¿Hasta qué punto llegó  el acuerdo entre el presidente Kennedy y la OTAN para que este organismo cumpliese con su obligación de limpiar colectivamente una zona muy  sensible para la defensa occidental y arrojase de su madriguera cubana a los soviéticos? ¿Qué testimonio merecedor de atención hay sobre una promesa de Kennedy o del State Department de apoyar la acción aislada e indisciplinada de un grupo de héroes engañados por el jefe de su  jefe y obligados a inmolarse inútil aunque gloriosamente por Cuba?

Todas son preguntas sin respuestas, todo es misterio en derredor de Playa Girón, como todo es misterio en derredor de cualquier otra página de la Historia. En Waterloo es probable que tuvieran que ver con la derrota, más que la lluvia, las almorranas del Gran Canalla a quien Martí llamaba “el corso  vil, el Bonaparte infame”, pero, ¿quién cambia la imagen estereotipada en la mente por el cincel que era la pluma de Víctor Hugo?

Puede que algún día, en el siglo XXI o en el XXII, si la gente es menos estúpida que la del siglo XX, se descubra un modo de investigar lo ocurrido en el pasado, como se investiga ahora lo de los siglos anteriores a Cristo, por el Carbono 14 y otras pendejaditas que se descubran. Pero mientras no lleguemos –o lleguen ahí los que vendrán– nuestra actitud correcta ante la Historia, pasada o inmediata, es desconfiar, poner en duda todo, preguntarnos incesantemente cuál es la verdad, qué ocurrió de veras, qué se nos dijo y qué se nos ocultó.

Cada día sabemos más que no sabemos casi nada del pre-descubrimiento de América. ¡Qué rayos vamos a saber sobre la verdad del pre-desembarco de nuestros héroes en Playa Girón!


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